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Domingo, 20 de enero de 2008
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ABEL PINTOS EN COSQUIN

“Ahora lo voy a poder disfrutar”

El músico dice que, como empezó de muy chico, no lograba entender qué le estaba pasando arriba de un escenario. Hoy presentará CD nuevo: La llave.

Por Karina Micheletto
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Esta noche Pintos asumirá, por primera vez, un espacio propio en Cosquín.

Desde Cosquín

Abel Pintos dice que ésta será en algún sentido su “primera vez” en Cosquín, aunque venga pisando este escenario desde hace diez años, cuando tenía trece y era un chico que vivía en Ingeniero White, sin mucha idea de lo que significaba este festival, y terminó haciendo una gira de tres meses que surgió tras esa presentación. Lo dice porque será la primera vez que asuma un espacio propio, ya no sólo como invitado de gente como León Gieco, su querido “padrino”, que también actuará esta noche (ver aparte). Pero sobre todo porque espera que esta vez finalmente pueda bajar el ritmo de giras que en los veranos lo suben y lo bajan raudamente de una combi, para disfrutar finalmente de esa mística que rodea a Cosquín: el back del escenario compartido con otros músicos, o las peñas de amigos que siempre lo invitan a cantar, como Los Coplanacu o Facundo Toro.

Esta noche Pintos también podrá presentar los temas de La llave, un disco íntegramente compuesto por temas propios, al que el músico define como “conceptual”: “En los discos anteriores escribí treinta canciones para que quedaran catorce. Ahora hice catorce para quedarme con las catorce. Antes de empezar ya tenía el color, el tono y la forma que quería que tuviera cada una”, dice. ¿Será que se puede hablar de oficio? El joven de los pagos de Bahía Blanca dice que todavía le queda grande el término. “Hace diez años que empecé, pero todavía me siento muy chico, y me doy cuenta de que tengo una pelota de cosas por aprender. Y por disfrutar, algo que antes no podía hacer del todo”, asegura.

–¿Cómo es eso?

–Estos últimos años me di cuenta de que toda mi carrera me divertí, y mucho, pero no siempre disfruté. Porque para disfrutar tenés que entender. Y yo empecé muy chico, mucho no entendía. La pasé bárbaro, pero, ¿qué podía saber yo lo que era enfrentar Cosquín con trece años? Por eso digo que ahora siento que lo voy a poder disfrutar.

–¿Y qué recuerda de aquella primera vez que enfrentó Cosquín?

–Canté invitado de León Gieco, y también estaba Antonio Tormo. León le había producido un nuevo disco después de años. Como siempre, tan generoso, León quería difundirme a mí y también quería que todos volvieran a recordar a Antonio Tormo, un maestro que por ahí había quedado medio olvidado. Así que esa noche nos quedamos hasta las 7 de la mañana dando notas, hasta a la radio más chiquita. ¡Y Tormo la aguantaba más que yo, que tenía trece años! León se quedó ahí firme, al lado nuestro, impresionante. Esto que cuento yo es lo mismo que puede contar cualquier músico al que él le haya dado una mano. ¡Porque el Mono es así de verdad!

–Hace poco compartió un recital con el metalero Andrés Giménez. A priori no parecen tener muchas cosas en común. ¿Qué lo une a él?

–Me siento muy identificado con Andrés, y a él le pasa lo mismo: yo soy un folklorista que se larga a llorar cuando escucha A.N.I.M.A.L., y siento con el metal la misma energía que con el folklore, algo que me llega directo. El, viniendo de otro palo, siente lo mismo pero al revés. Nos admiramos mutuamente. Lo del show en El Ateneo surgió sin mucha producción, fuimos a hacer un especial al programa Sin estribos y ahí se nos ocurrió: “Che, ¿y si lo hacemos en un escenario?”. Reventó el teatro y no pudimos hacer otra fecha porque no la habíamos planeado, él se tenía que ir con Demente a recorrer Latinoamérica, yo a seguir con mi gira. Todo nació tan amistosamente que nos dimos cuenta del negocio después. Vinieron tres compañías a pedirnos el vivo y dijimos: “¡Qué boludos, ni siquiera lo grabamos!”.

Además de hablar “del amor en sus distintas formas”, las canciones del nuevo disco de Abel Pintos hacen eje en lo que significan las giras y la relación con el público en la vida de un músico. “Es que hace cuatro años que vivo de gira”, explica, y cuando se le piden especificaciones, detalla: “Eso quiere decir volver cada tanto a casa, nunca más de tres o cuatro días. Hace años que no me tomo vacaciones”. Antes de Cosquín, por ejemplo, en pocos días pasó por Brandsen, en la provincia de Buenos Aires, por la Fiesta de la Chacarera en Santiago del Estero, el Festival del Pimiento en Catamarca, luego volvió a su casa a ensayar un par de días, y ahora otra vez seguirá en movimiento. “Me gusta ir a tocar adonde sea, pero con el paso del tiempo por suerte voy ampliando el público, y también la estructura se va haciendo más grande, así que no siempre puedo ir a los festivales más chiquitos”, cuenta. ¿Quejas? Para nada. “Siempre me divertí mucho, sería muy desagradecido si me quejara. Viajar puede cansarme en lo físico, pero nunca mentalmente. Es lo que elegí, y lo que por suerte tengo hoy”.

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