El reloj marca las 19.30 y sobre Iriarte, en el coraz贸n de Barracas, sopla un viento espantoso que levanta tierra seca de la plazoleta que separa ambas manos de la avenida. Pero ni el polvo en los ojos ni las nubes de tormenta amedrentan a unos 60 vecinos que llegan al Circuito Cultural Barracas al pen煤ltimo ensayo antes de que la murga Los Descontrolados de Barracas regrese a la celebraci贸n del rey Momo. Hay algo de ansiedad f谩cil de percibir. Los carnavales porte帽os ya comenzaron, pero Los Descontrolados no salieron el primer fin de semana. Esa ausencia con aviso significa que durante los siguientes s谩bados y domingos de febrero deber谩n realizar 17 funciones, en muchos casos de a tres por noche. Es el precio (del que est谩n orgullosos) a pagar por ser una de las dos agrupaciones murgueras 鈥渃ategor铆a A鈥 del circuito local. Se lo ganaron a pulso el a帽o pasado con su espect谩culo Flora y Fauna del Riachuelo, que este a帽o presentan otra vez con algunos retoques.
Paradojas porte帽as. Pese al reconocimiento a la labor art铆stica de una murga local, Barracas no tiene corsos este a帽o, cuando en 2007 cont贸 con dos. S铆 tiene otro 鈥渂arrio sur鈥 (como dec铆a un viejo espect谩culo de Los Descontrolados): San Telmo, que se convirti贸 ahora en un 鈥渃orso evaluador鈥, es decir, en una instancia donde el trabajo de las murgas es juzgado (en categor铆as tales como vestuario, baile, percusi贸n, glosas, canci贸n de cr铆tica, o retirada) para saber, en 2009, como distribuirlas. P谩gina/12 visit贸 uno de los ensayos de Los Descontrolados para verlos transpirar, concertar grupos de baile, repartir levitas y conocer un poco m谩s de un fen贸meno curioso, que convoca este verano a unos 8000 murgueros, y a unos cuantos miles m谩s de vecinos como espectadores a lo largo de los 40 corsos programados en la ciudad. Un fen贸meno que, por otro lado, suscita no poca pol茅mica a ra铆z de los reclamos por un feriado de Carnaval nacional (mientras crecen los rumores de que la administraci贸n Macri va a eliminar los asuetos en la administraci贸n porte帽a, ver aparte).
El ensayo empieza por la 鈥済losa de retirada鈥, esa canci贸n-recitado con la que las murgas saludan hasta el a帽o siguiente al p煤blico. 鈥淨ue peleen por m铆, pero no con espuma, con brillos falsos y escenarios apagados, 隆con rabia!鈥, reclaman en un pasaje los cantantes. Es que el Carnaval viene recibiendo algunas cr铆ticas por la calidad de algunos de los corsos de este a帽o, aunque desde hace a帽os sea considerado como parte del patrimonio cultural porte帽o. 鈥淣o se sabe qu茅 va a pasar el a帽o que viene, dicen que es mucha plata, pero si pens谩s la cantidad de murgas, no es tanta鈥, explica Mariana Brodiano, directora de Los Descontrolados, a punto de comenzar el ensayo. 鈥淪铆 se puede decir que est谩 mal distribuida鈥, reconoce y recuerda que en alg煤n que otro corso tuvieron que conectar sus equipos 鈥渆n un tupper con enchufes鈥. Eso contrastaba con otros corsos, en los que parte del dinero se destinaba a pantallas gigantes para que todos pudieran seguir el espect谩culo.
鈥淧rob谩 esto, aunque parezca centro-murga鈥, sugiere el coordinador 鈥渄e la percu鈥, la cuerda de tambores. 驴Centro murga? Es que Los Descontrolados son una 鈥渁grupaci贸n murguera鈥. 驴No es lo mismo? Pues no. Son dos categor铆as distintas. La de Los Descontrolados est谩n en el escal贸n m谩s alto del ranking. Entre los dos tipos de formaci贸n hay diferencias en su constituci贸n, en estilo musical y po茅tico y algunas sutilezas m谩s que normalmente escapan a los no iniciados, pero que se pueden captar con algo de atenci贸n. Los centro-murga pueden complementar con silbatos, mientras que las agrupaciones murgueras pueden agregar, tambi茅n, instrumentos mel贸dicos. La categor铆a tambi茅n determina el orden del desfile inicial, mucho m谩s r铆gido en el caso de los centro-murga, que sigue una l铆nea mucho m谩s tradicional que su contraparte.
Todos los a帽os, algunos bailarines de Los Descontrolados parten rumbo a otras murgas donde la danza tenga mayor importancia. En voz baja, algunos miembros admiten el d茅ficit, pero se帽alan que se compensa con la puesta del show. Lo m谩s cercano a un papel destacado en baile que tiene esta murga es una chica flaqu铆sima y bajita a cargo de unos minutos de breakdance, pero sus pasos no dejan de integrar una coreograf铆a m谩s amplia y grupal. Para llegar al Carnaval con el espect谩culo bien afinado, hay un largo tiempo de trabajo duro. Hay ensayos durante todo el a帽o, aunque muchos de sus integrantes deban 鈥渃olgar鈥 la murga durante esos meses en los que el estudio y el trabajo reclaman m谩s tiempo. Un ensayo semanal y una presentaci贸n mensual en el centro cultural mantienen la pr谩ctica. A medida que se acerca el verano la intensidad sube. A partir de diciembre y enero la frecuencia de los ensayos aumenta, hasta llegar a uno por d铆a, de lunes a viernes.
Primera pausa del ensayo. Afuera el viento amain贸, pero ahora cae una llovizna fin铆sima que no molesta ni alcanza a mojar. La mayor铆a se acerca a la puerta del galp贸n-circuito cultural; algunos van a comprar gaseosa al kiosco de enfrente, se multiplican los mates y se prenden unos cuantos cigarrillos. Los cinco minutos que la directora concedi贸 de respiro se van a hacer unos cuantos m谩s. Por delante quedan dos pasadas generales a las que s贸lo les faltar谩n el desfile inicial, que debe hacerse en la calle, y la demostraci贸n de baile, cuyos grupos todav铆a no est谩n definidos. Tambi茅n queda repartir las levitas nuevitas, con el naranja, el azul y el dorado bien brillantes, repartir a todos los integrantes del grupo en las listas de los dos micros que llevar谩n a la murga por los corsos y revisar una caja fant谩stica con los trajes que los viejos murgueros legaron al circuito cuando les quedaron chicos o se retiraron de Los Descontrolados.
Se retoma el ensayo con el descubrimiento de un platillo perdido, que se reintegra a 鈥渓a percu鈥, para alegr铆a de los m煤sicos. Ya son las nueve y media de la noche (las nubes oscurecieron el cielo desde temprano) y llegaron algunos padres a buscar a los m谩s chicos. La disciplina relajada del ensayo se endurece un poco. Entonces empiezan a sucederse las canciones y los sketches: el rid铆culo candidato a legislador Tereso, que pretende defender 鈥渓a reserva de gases t贸xicos del Riachuelo鈥, la efectiva 鈥淪anta Mar铆a Julia de los Mil D铆as鈥 (patrona de los barrios con Riachuelo, se帽or vecino: si pasan por su corso no se pierda la estampita), 鈥淓stilo Barracas鈥 y 鈥淏arracas no late, tiembla鈥, la canci贸n de los colectivos que lleg贸 al disco antes comentado. En el proceso, se percibe que el caos que parece regir las presentaciones murgueras, es s贸lo aparente: las patadas (el paso lo llaman 鈥渟alto con patada鈥) no son azarosas ni la coordinaci贸n se da por arte de magia. Un c贸digo minucioso vincula a todos los miembros y les marca el tempo, uno, dos silbatazos aqu铆, tres golpes de bombo all谩 y de pronto 50 bailarines giran y se apoyan en el piso para escuchar desde el escenario lo que bien podr铆a ser la declaraci贸n de principios del espect谩culo Flora y Fauna del Riachuelo: 鈥淨ue la esperanza de vida sea de todos y no de unos pocos con mucha plata鈥.
Informe: Andr茅s Valenzuela.
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