La desaparición forzada de personas, que debÃan esfumarse en la nada, fue el método elegido por la dictadura argentina de 1976-1983. Según varios de sus jefes, asà buscaron evitar la condena de la Santa Sede, con la aprobación sigilosa de la jerarquÃa argentina. Pero a cambio consiguieron que aquel pasado atroz llegara a ser un insomne presente perpetuo, como la maldición que Neruda pensó para Franco. Más que los juicios penales, las investigaciones periodÃsticas o los ensayos filosóficos, el arte da cuenta del vacÃo lacerante que la ausencia inexplicable provoca. Como las esculturas de Juan Carlos Distéfano o los poemas de Juan Gelman, los cuadros de Carlos Alonso o los del español Ramos Gucemas, las fotografÃas de Gustavo Germano y los puntos que en cada leyenda reemplazan al nombre ausente evocan ese trauma fundador de la identidad argentina contemporánea y nos introducen al misterio del tiempo con la muda violencia de un gesto congelado.
* Texto incluido en el libro Ausencias.
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