Help Me Eros, que por estos dÃas se presenta en competencia internacional del Bafici, transcurre en una Taiwan desoladora, en la que todo el mundo parecerÃa vivir metido en su pecera. Está protagonizada por Lee Khang-sheng, inconfundible protagonista de El rÃo, de ¿Y allà qué hora es?, de Goodbye Dragon Inn, de La nube errante. Es tristÃsima pero cargada de una extraña jovialidad, está llena de objetos raros y preñados de sentido, puntuada por números musicales imprevisibles. Si el lector supone que Help Me Eros es la nueva de Tsai Ming-liang, supone bien. Pero se equivoca. Help Me Eros es la segunda que dirige el propio Lee Khang-sheng, que entró al cine de la mano de aquél cuando tenÃa poco más de veinte años y ahora, a los 40, sigue estrechamente ligado a su mentor, casi como si fueran dos caras de una sola persona.
En Help Me Eros Khang-sheng es Ah Jie, un muchacho ganado por la melancolÃa, tal vez porque perdió en la Bolsa todo lo que tenÃa. Le queda, como único consuelo, una plantación de marihuana que tiene en un invernadero, que instaló vaya a saber cómo en su departamento del centro de Taipei. No, único consuelo no: Ah Jie acaba de hacerse amigo de una hermosa corista, y junto a ella y algunas compañeras de trabajo probarán todas las combinaciones sexuales que los números 3, 4 y 5 permiten intentar. Con Tsai Ming-liang en producción ejecutiva y diseño de producción, con Liao Pen-jung, su director de fotografÃa de toda la vida, ocupando una vez más ese rol, Help Me Eros se parece tanto como no se parece a sus propias pelÃculas. A la luz de ella (dicen los que vieron la anterior The Missing que no era muy distinta), se dirÃa que Lee Khang-sheng es, en tal caso, la versión lúdica, humorÃstica y hedonista de su maestro. Si se prefiere, la juguetona Eliza de ese Henry Higgins existencial llamado Tsai.
Al comienzo de Yo, el protagonista recorre las laberÃnticas callejuelas de un pueblito mallorquà sin poder orientarse. Es lo que le sucederá a lo largo de los noventa y pico de minutos restantes, haciendo que el pronombre del tÃtulo dé la sensación de estar a punto de caer despedazado. El alemán Hans (el catalán Alex Brendemühl, protagonista de Las horas del dÃa y aquà coguionista) viene a trabajar a casa de otro alemán, reemplazando a un tercer alemán que no se sabe si murió, se fue o desapareció. Y que se llamaba Hans, igual que él. Si la ópera prima del mallorquà Rafa Cortés recuerda a El inquilino, de Polanski, es por esa sensación de conspiración que ambas saben inocular, supuestamente dirigida a que el protagonista repita la suerte de quien lo antecedió.
Todo lo que le pasa a Hans tiene un aire extraño, ya se trate de las excentricidades del ricachón que lo contrata, del cuelgue tilingo de su esposa, del carácter poco amigable o excesivamente amigable de la gente del lugar. Y hasta de sus propias reacciones, que pasan de una gentil timidez a una creciente violencia. Para que la cosa funcionara se requerÃa un actor entregado por completo a su personaje y una puesta en escena que transmitiera su desconcierto. Confirmando a Alex Brendemühl como un actor notable, Yo deja ver en Rafa Cortés un narrador que advierte la necesidad de fragmentar el espacio, recortarlo como un rompecabezas, para que el espectador se extravÃe. Queda flotando la pregunta de si todo no será un muy bien armado jueguito de salón, parecido a ese truc que juegan los pueblerinos, y que obliga a replantearse el origen nativo de nuestro truco.
Hay quienes aconsejan ver Los paranoicos, debut del porteño Gabriel Medina, como roman-à -clef. El realizador habrÃa expurgado en ella la relación de amor-odio que tuvo alguna vez (o todavÃa tiene, los informantes no tienen tanta precisión) con cierto colega consagrado, autor de una exitosÃsima comedia policial de TV. Más allá de la chismologÃa, el protagonista, Gauna (la presencia de Daniel Hendler parece casi una cita a El fondo del mar, de Damián Szifron), es uno de esos chicos-ostra (aunque Hendler hace rato que dejó de ser chico) que viven metidos en su propio caparazón. Frente a él se yergue su ominoso otro yo, Manuel Sinovieck (Walter Jakob), que acaba de llegar de España, donde su serie es todo un éxito. Entre ambos, SofÃa, novia de Manuel, (JazmÃn Stuart) da toda la sensación de que algo quiere con Gauna. Pero Gauna no parece dispuesto a darse por enterado.
Producto de la identificación entre autor y personaje, Los paranoicos parece una pelÃcula tan a media agua como su protagonista, pegoteándose con él en lugar de observarlo. Cuando Gauna se pone loco, la pelÃcula también. En esos momentos la cosa cobra una energÃa que en el resto del metraje se extraña, como cuando Gauna le parte la nuez de Adán a un amigo o cuando se pone a romper botellas de vino picado que un chino le vendió. Esa voluntad de ruptura con la medianÃa se hace más manifiesta en el momento en que Gauna y SofÃa se dejan arrastrar, en una disco, por el energético pop de un grupo que suena a Leo GarcÃa. Pero es la última secuencia, con lo cual Los paranoicos produce la paradójica sensación de ser una pelÃcula que empieza cuando está terminando.
* Help Me Eros se proyectará por última vez hoy a las 20.15 en el Atlas Santa Fe 1. Yo se verá hoy a las 16 en el Hoyts 10 y mañana a las 18.15 en el Atlas Santa Fe 1. Los paranoicos, por última vez hoy a las 17.45 en el Teatro 25 de Mayo.
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