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La semana pasada A&E estrenó Orphan Black (miércoles a las 23), ficción anunciada como una “clonspiración” televisiva. Término grandilocuente que juega con la seductora teoría de los Doppelgänger y de las dobles identidades. Que aquí serán por decenas. En los primeros segundos de Orphan Black se presenta a Sarah (Tatiana Maslany), una huérfana, sucia y desprolija que quiere cambiar su vida. La oportunidad perfecta se le presenta cuando una chica idéntica a ella se suicida en una estación de tren. Y Sarah va a robar su identidad, como una Simon Templar con todas las de perder y sin el know how de una espía.
En Orphan Black hay una suerte de hermandad de chicas sintéticas esparcidas por todo el mundo y Sarah averiguará por qué alguien está tratando de exterminarlas. Entre la ciencia ficción y el thriller, lo mejor de esta producción de BBC América está en la actuación de Maslany, su ritmo frenético, su puesta en escena algo fría y urbana y la sensación de no tomarse demasiado en serio. Lo peor: cuando por momentos lo hace. En su país de origen, Orphan Black ya tiene confirmada una tercera temporada.
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