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Lunes, 14 de diciembre de 2015
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Killjoys, por Syfy, un dinámico producto de ciencia ficción

Caza recompensas espaciales

Un trío va en busca de criminales en un sistema planetario distante e inestable. El grupo intenta hacer su trabajo mientras se está por desatar una sangrienta guerra clasista. Estética y entorno futurista para una serie que orilla orgullosamente la clase B.

Por Federico Lisica
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Killsjoys va los domingos y los lunes. Ya tiene confirmada una segunda temporada.

Los protagonistas de Killjoys (va los domingos a las 20 y los lunes a las 23 por Syfy) forman parte de uno de los sindicatos más curtidos del terreno interestelar: los cazadores de recompensas. La integraron sujetos impasibles como Boba Fett en StarWars, replicantes como Rick Deckard en Blade Runner, cínicos e hiperviolentos como todos los del comic Lobo. Una mano de obra barata que actúa sin preguntar demasiado pero que en esta serie deberá involucrarse en una posible lucha de clases. ¿Clases de marxismo avanzado en una galaxia muy muy lejana? Ni por asomo. La propuesta busca su camino en el siempre poblado escenario de la ciencia ficción de aventuras. Por esa misma señal han pasado recientemente Defiance, Dark Matter y Metal Hurlant Chronicles.

Los killjoys se dedican a perseguir sujetos que estén por fuera de la ley en la galaxia de Quant. “Son los que puede matar por una paga que la gastarán en diversión, de allí su nombre”, explica Hannah JohnKamen que interpreta a Dutch/Yalena, la más experta del trío. Quienes pueden arrestar contrabandistas, ladrones y/o asesinos pertenecen a distintos niveles. La que está mejor catalogada es esta chica, simpática, fatal y con un aura trágica por detrás. “Estás derrotado y capturado”, es una de sus frases de cabecera. La secundan John Jaqobis (Aaron Ashmore) y su hermano D’avin (Luke Macfarlane). John es un genio tecnológico, algo retraído producto de su dislexia, y que pone en riesgo su reputación cuando decide proteger a John cuya cabeza tiene precio. Este último es el macho alfa, sarcástico, y experto en lucha cuerpo a cuerpo por su experiencia como soldado. “Se fascina con este estilo de vida y querrá postularse para ser un killjoy, mientras que John es quien se ocupará de mantener unido al grupo”, señaló Macfarlane.

La estética y entorno futurista son acordes a lo que se puede esperar de este tipo de entregas que orillan orgullosamente la clase B. Formato de estructura episódica que se sirve de armas láser, misiones en planetas hostiles, ropa de cuero ajustada y una nave con personalidad y voz propia (Lucy). Mientras, se desarrolla el otro arco argumental con particular interés en la estratificación social de Quant, un todo vale parecido a los pagos de Jabba the Hut, pero con una clase dirigente dispuesta a hacer valer el status quo. Un aspecto a destacar es que los killjoys han sido creados para mantener el orden y por ello juran mantener imparcialidad política y personal ante cada misión. “Diría que lo político da pie a que aparezcan los personajes. Queremos que la audiencia viaje a su propio ritmo, enseñarle cuáles los obstáculos que el trío va a tener que sortear y los sujetos de los que se tienen que cuidar, aunque hay varios que tienen sus dos caras”, explicó su creadora, Michelle Lovretta (Lost Girl). Killjoys ya tiene confirmada una segunda temporada dada su buena repercusión que, en gran medida, responde a su narrativa simple y despliegue comparable con otros productos. Es muy posible que haya un cruce con Dark Matter ya que ambos envíos comparten productora. “Aquí no hay extraterrestres extraños, te involucrás con esta gente y con su mundo rodeado por una política como la que vivimos hoy en día”, planteó la actriz protagónica. En esa misma línea, su creadora dijo que la inspiración más importante fue Atmósfera Cero (Peter Hyams, 1981), en donde Sean Connery interpretaba a una suerte de policía espacial. “La mayoría de los programas y películas de este tipo hacen foco en lo exótico del mundo especial, todo lo inhumano que lo envuelve, el hombre versus su hábitat, y todo eso. En esa película tenías algo sobre alguien que tenía un trabajo simple. Era la vuelta a algo más básico, el hombre contra el hombre. Me gusta esa idea de trabajadores rasos en un entorno que se les va descubriendo de a poco”, explicó Lovretta.

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