Imprimir|Regresar a la nota
Lunes, 6 de octubre de 2008
logo espectaculos
The Cult, Las Pelotas y Ratones Paranoicos en el Festival Pepsi Music

La herencia de una m铆stica rockera

La banda inglesa brind贸 un show contundente en el Club Ciudad de Buenos Aires. Antes se luci贸 Las Pelotas, con Pettinato como invitado.

Por Cristian Vitale
/fotos/espectaculos/20081006/notas_e/na27fo01.jpg
Ian Astbury, el hist贸rico frontman de The Cult, que moviliz贸 a casi 20 mil fans.

En un momento de trashumancia festivalera, 茅sos en que los asistentes dedican a recorrer stands comerciales, ir al ba帽o, comer o, simplemente, esperar, un alem谩n medio pirado (Arnim Teutoburg) avisa, en un ingl茅s medio enviciado, su intenci贸n de caer sobre el p煤blico. Una minilegi贸n de seguidores, conocedora de sus costumbres, se agrupa y levanta los brazos. Entonces Teutoburg revolea el micr贸fono, arroja la camisa, toma carrera y aplica un salto mortal tremendo. Cae, es manoseado y vuelve a subir, medio desarmado. La segunda lectura 鈥搈谩s all谩 del h谩bito鈥 es que Beatsteaks, la agrupaci贸n punk-rock germana que comanda el pibe, necesita un golpe de efecto as铆: a no ser por el montoncito de adelante, el ninguneo es norma y la atenci贸n excepci贸n. La grilla, esta vez perfectamente sincronizada, le deparaba a la sexta luna del festival de la gaseosa dos n煤meros fuertes y un buen vermouth: The Cult, Las Pelotas y Ratones Paranoicos, y ninguna de las tres 鈥揳 menos que a Juanse le explote una neurona鈥 necesita de la gran Teutoburg para impactar.

Le alcanz贸, a Las Pelotas, con haber (re)confirmado que la partida de Sokol no hizo mella en la calidad de la banda. S铆, tal vez, en cierto carisma rocker o la m铆stica que el primer baterista de Sumo aportara durante 17 a帽os y diez discos, pero el vuelo on铆rico prosigue tal cual. O tal vez mejor. En un set de pocos cl谩sicos y mucho riesgo, la banda asumi贸 y acept贸 los tiempos, mediante un salpique est茅tico que alcanz贸 varios picos emotivos. B谩sicamente tres: 1) la versi贸n imponente de 鈥淟a colina de la vida鈥, vieja canci贸n de Le贸n que Las Pelotas entreg贸, bellamente reformada, al flamante homenaje Gieco Querido. Escuchada as铆, en vivo, da la sensaci贸n de que el grupo aprovech贸 todos los huecos posibles que la original dejaba para transformarla: densidad, melod铆as viajantes (sobre todo en los teclados) y una buena interpretaci贸n vocal por parte de Daffunchio; 2) la intervenci贸n de Roberto Pettinato 鈥揺n saxo o en guitarra鈥 para reflotar el diablo-duende de Sumo a trav茅s de la vieja 鈥淧erdedores hermosos鈥, 鈥淢a帽ana en el Abasto鈥 (versi贸n heterodoxa) o 鈥淓l ojo blindado鈥, impresionante final, este bis, que condens贸 en no m谩s de ocho minutos el p茅ndulo de climas que puede activar Las Pelotas; y 3) los cl谩sicos, pocos pero efectivos. Intr铆nsecamente peloteros. 鈥淐apit谩n Am茅rica鈥, 鈥淪ue帽os de mendigos鈥 (sombr铆a, brillante), 鈥淓sperando el milagro鈥 (intensa, conmovedora) o 鈥淪i supiera鈥, impregnada por un dilema que, dado el presente, parece superado: 鈥淟legar hasta la inmensidad / para sentirse vivo鈥. Ratones Paranoicos, algo antes y de d铆a, se las arregl贸 igual para transformar eso de 鈥淟a noche se hace d铆a鈥 (鈥淓l vampiro鈥) en lo que en sustancia implica: colmillos afilados para un set que tampoco repar贸 en lados A: apenas 鈥淐owboy鈥, 鈥淏anda de rock and roll鈥, 鈥淪igue girando鈥, mechados con perlitas para los m谩s ratoneros: 鈥淪ucio gas鈥 o 鈥淓l hada violada鈥. Secuencia, la paranoica, que complet贸 la tr铆ada stone de la noche junto a Pier e Hijos del Oeste, la nueva banda de Toti, ex frontman de J贸venes Pordioseros.

The Cult. A ver: si alg煤n rocker desencantado por la 茅poca se fue a vivir a Neptuno a principios de 1984, poco antes de que la banda editara Dreamtime, y le diera por visitar la Tierra reci茅n el s谩bado pasado, lo que ver铆a ser铆a algo as铆 como un estricto compendio basado en tres influencias clave: el esoterismo de Led Zeppelin, la densidad adrenal铆nica propia de The Doors y la potencia de Judas Priest o AC/DC. A menos que se tratara de un fundamentalista que, a lo sumo, analizara al grupo como el eslab贸n perdido entre Zeppelin y el hard-rock chatarra de los ochenta, el veredicto es cantado: The Cult fue, es y seguir谩 siendo, mientras Ian Astbury y Billy Duffy no acaben a las trompadas o que al mismo Ian no le d茅 por reflotar Riders on the storm (devenir de The Doors con 茅l como Morrison), el grupo que mejor interpret贸 y supo renovar el legado ingl茅s de la d茅cada del setenta. Los a帽os no fueron suficientes para carcomer la intensidad y el compromiso con que The Cult arrastra la herencia.

La voz de Astbury, intacta; la guitarra de Duffy 鈥揳unque a veces se exceda en pasajes superfluos鈥 luce como la m谩s parecida del mundo a la de su deidad: Jimmy Page; el temple del ex White Zombie, John Tempesta, en la bater铆a conforma una base literalmente impresionante junto al bajo de Chris Wyse; y Mike Dimkitch, el otro guitarrista, es ya una pieza irreemplazable. Suma: tras un per铆odo aciago, que muchos entendieron como una separaci贸n definitiva, la banda que debe el nombre a una tribu ind铆gena del Mississippi atraviesa un momento pr贸spero. Tal vez, el m谩s parecido a las 茅pocas de Electric. Tome el tema que se tome 鈥撯淣irvana鈥, 鈥淗orse nation鈥, 鈥淟ove removal machine鈥, 鈥淲itch鈥, 鈥淟il鈥檇evil鈥, 鈥淔ire woman鈥 o 鈥淩ain鈥濃 el veredicto no cambia: The Cult marcha por la senda correcta y ah铆 estuvieron casi 20 mil rockeros a conciencia para comprobarlo. Mill贸n en aplausos y cero en fastidio.

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.