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Miércoles, 15 de octubre de 2008
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Adrián Iaies, director artístico del Festival Internacional de Jazz, que empieza hoy

“Acá tengo la responsabilidad de ser plural”

El músico habla del encuentro que se desarrollará hasta el domingo, en diversas sedes porteñas. “La escena del jazz en Buenos Aires no es sólo muy activa, sino que esa actividad tiene que ver con estilos originales”, sostiene Iaies, responsable de la programación.

Por Diego Fischerman
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“Lo importante es que quede algo, obras, partituras que puedan consultarse por la red, nuevos repertorios”, dice Iaies.

Adrián Iaies es un músico de esos que valoran la exactitud. No desperdicia notas, como no las desperdiciaba su admirado John Lewis. Y, cuando define la nueva edición del Festival Internacional de Jazz que comenzará hoy, cuya dirección le encomendó el Ministerio de Cultura de la ciudad, es igualmente preciso: “Tenía que haber variedad y, al mismo tiempo, una línea; algo que pudiera ser descripto con unas pocas frases”. Además de esas frases, que remiten a ejes conceptuales –cruces entre músicos argentinos y extranjeros, encargos de obras– bastan una rápida mirada a la programación para reconocer el sello de Iaies, es decir el de un profundo conocedor del jazz.

En primer lugar, desde ya, el músico convocado para la apertura. Randy Weston, que llegará con un sexteto excepcional, es, a la vez, uno de los grandes creadores del género (ver recuadro), uno de los más desconocidos y, tal vez, una de las mayores deudas pendientes de una ciudad que se jacta de su cosmopolitismo como Buenos Aires. En segundo lugar, además del cuidado puesto en que lo que se escuchará en el festival sea representativo de la escena local pero no la reproduzca de manera mimética, aparecen algunas joyas que sólo una mirada experta podría haber descubierto. Por ejemplo, la proyección del film Space Is The Place, dirigido por John Coney en 1974. En este disparate convertido por la historia en objeto de culto –como muchos otros disparates– una nave tripulada por músicos de jazz, ni más ni menos que la Intergalactic Solar Arkestra y su director, el increíble Sun Ra, atraviesa el espacio sideral tratando de salvar a la raza negra, llevándola a un planeta seguro. Iaies caracteriza su impronta de una manera más prosaica: “Quiero ser recordado como el tipo que pone incómodos a los músicos, que los obliga a no hacer exactamente lo que hacen todos los días. Eso, además de hacer que el público escuche en el festival cosas que son propias del festival y que no se repiten en otras partes, estimula a los músicos y los hace dar lo mejor de sí”.

Iaies tiene una importante experiencia en la programación y, también, en el trato con pares ocupando un lugar distinto al del par gracias a su actividad como director artístico del sello S’Jazz, en el que han grabado varios de los mejores músicos de jazz argentinos. “El sello y el festival, sin embargo, son algo distinto”, dice. “En un sello discográfico yo puedo manejarme con mi gusto. Aquí hay una responsabilidad de ser plural. Es un festival que es público y pagado con dineros públicos. Hay cosas que a mí pueden no gustarme mucho, que pueden no corresponderse con mis estéticas preferidas, pero si están bien hechas tienen que estar en un festival como éste.” Y, como no puede ser de otro modo, el músico piensa la programación como una forma de la composición. “Hay una forma y una duración determinada y uno debe llenarla de contenido. Se trata de cinco días, no más; se trata de incluir artistas extranjeros, ya que el festival cada dos años será internacional, y se trata de conseguir que la cuestión no quede en buenos shows uno después de otro, sino que quede algo, que queden obras, partituras que puedan consultarse por la red, nuevos repertorios y nuevas oportunidades para músicos locales que hayan tocado con los visitantes. Esos son los materiales. Y con ellos hay que ponerse a componer.”

Buenos Aires es una ciudad en la que el jazz forma parte del paisaje desde hace mucho tiempo. Y donde, últimamente, abundan las propuestas interesantes. Las ventas de discos del género son mayores que la de cualquier ciudad de España, por ejemplo, y las bateas dedicadas a “jazz argentino” de las disquerías especializadas son mucho más voluminosas que las que la Fnac de París dedica al jazz francés. Además, músicos como Ernesto Jodos, cuyo último disco, en el que relee a Lennie Tristano, ha sido publicado por su sello, Sony-BMG, en Europa, el propio Iaies, Mariano Otero, Paula Schocrón, Pepi Taveira o el grupo Escalandrum, tienen lenguajes propios que, a los oídos extranjeros, tienen mucho por ofrecer. Pero en la Argentina, también, el jazz siempre fue un poco culposo. Como se desprendía de aquella carta del Gato Barbieri al cineasta brasileño Glauber Rocha, donde hablaba de la contradicción entre hacer jazz y ser latinoamericano, la posición del músico de jazz argentino nunca fue cómoda ni automática. En todo caso, implica muchas más preguntas, cuestionamientos y, tal vez, una mayor convicción que si se tratara de músicos neoyorquinos. “En cierta forma nunca me había imaginado que dirigiría un festival de jazz en Buenos Aires por la sencilla razón de que el propio festival es algo en lo que uno no piensa habitualmente. Y, sin embargo, la escena del jazz en Buenos Aires no es sólo muy activa, sino que esa actividad tiene que ver con estilos originales.” Los clubes de esta ciudad están entre los pocos, en todo el mundo, donde no se escuchan imitaciones –en general desmejoradas, obviamente– de lo que se oye en Nueva York.

“No me resulta raro ni antinatural, ni me siento extraño en el papel de director”, dice Iaies. “Salvo por tener que venir todos los días a trabajar al centro. De todas maneras, me obligué, no bien se acercó el comienzo del festival, a dedicar una cantidad de tiempo diaria a estudiar y a componer, porque si no el músico queda sepultado.” El festival se desarrollará desde hoy hasta el domingo, en distintas sedes: el Teatro Coliseo, la terraza del Centro Cultural Recoleta, su microcine, el Teatro IFT, los clubes de jazz Notorious y Thelonious, Kebaytina Resto Jazz, el Teatro General San Martín y la Biblioteca Nacional. Los artistas extranjeros convocados serán, además de Randy Weston, la cantante Rosa Passos, el notable acordeonista Guy Klucevsek que tocará en dúo con Alan Bern, el saxofonista Billy Harper, que no sólo tocará con Weston sino con Jodos, Jerónimo Carmona en contrabajo y Pepi Taveira en batería, la Tolvan Big Band de Suecia, el saxofonista Donny McCaslin y Javier Collina, con Perico Sambeat y Marc Miralta.

Los encargos de obras, o “comisiones”, tendrán como protagonistas a Mariano Otero, en un homenaje a su maestro y mentor, el guitarrista Walter Malosetti, Guillermo Klein, un argentino que está entre los músicos más destacados de Nueva York, quien rendirá tributo al Cuchi Leguizamón, y Pepi Taveira y Enrique Norris, que presentarán una obra de ballet junto a la coreógrafa Andrea Servera. Habrá, por otra parte, un encuentro entre el crítico de jazz más importante de la Argentina, Jorge Andrés, y el escritor y periodista brasileño Zuza Homem de Mello, que fue el curador del Festival de Jazz de San Pablo casi desde sus orígenes. Guillermo Saavedra coordinará una mesa redonda sobre jazz y literatura y Pablo Gianera otra en que participarán, además de Sergio Pujol y Ricardo Carpena, el eminente crítico estadounidense Bob Blumenthal y el crítico de jazz de El País de España, Chema García Martínez. El ciclo Jazzología, decano de la difusión del género en la Argentina, se incorporará al festival durante su desarrollo, con cuatro días seguidos de conciertos y dos artistas diferentes por noche. “A mí me interesaba que quede algo. Que queden los discos con las comisiones y me interesa que suceda algo que fue corriente en la Europa de posguerra y que tuvo mucho que ver con el desarrollo del jazz en Francia, Italia, y en los países escandinavos, y es que músicos acostumbrados a tocar todos los días y en los contextos más variados puedan compartir ese espacio con los creadores de aquí. Buenos Aires acarrea una contradicción importante: por un lado, el jazz es sumamente activo y sumamente interesante pero, por otro, está terriblemente aislado de lo que sucede en el mundo. Por distancias, por tamaño del mercado, por dificultades para “entrar” en otros países, los músicos argentinos, habitualmente, siempre tocan con músicos argentinos. Creo que es muy importante que empiece a pasar lo contrario.”

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