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Sábado, 13 de agosto de 2005
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EL CHANGO FARIAS GOMEZ Y ARBOLITO, JUNTOS

“Quisieron vendernos que el folklore era como una postal”

El maestro y los pibes buscan demostrar que para el género no hay límite de edad.

Por K.M.
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Farías Gómez y Arbolito presentan La buena yunta esta noche, en el Ateneo.
Uno lleva años haciendo folklore con formas renovadas (aunque él prefiere hablar de “música argentina”), casi como un revolucionario en el género, con distintas agrupaciones y estéticas: Los Huanca Hua, MPA, La Manija... Los otros irrumpieron hace relativamente poco en la escena del rock folklórico (o del folklore rockero, según desde donde se mire) y se reconocen influidos por el primero. Así que a Chango Farías Gómez y a Arbolito les pareció que sería una buena idea juntarse y compartir canciones y públicos. Cumplieron: La buena yunta es el título que el cantautor y la banda folk rock eligieron para su espectáculo conjunto, hoy a las 21 en ND Ateneo (Paraguay 918). Tienen públicos distintos y los separa una generación, los une un concepto común de la música argentina.
Los chicos de Arbolito, que rondan los veinte años, dicen que Farías Gómez tiene mucho que ver en su decisión de hacer folklore y cuentan que lo conocieron como una revelación: “Cuando estaba empezando a estudiar música, en el ’94, me llevaron a escucharlo. Yo dije: Otro Chango: Chango Nieto, Chango Rodríguez, qué sé yo... Eran los comienzos de La Manija y me partió la cabeza. No sabía que el folklore podía sonar así”, cuenta Agustín Ronconi, una de las voces de Arbolito. A Pedro Borgobello (clarinete, quena y coros) le pasó algo similar: “Cuando me vine a vivir a Capital, los dos primeros recitales que vi fueron el de Spinetta y Los Socios del Desierto, y el de La Manija en el Alvear. También la flasheé, dije, ‘ah, si esto es folklore, entonces yo quiero hacerlo’. Me pareció loco escuchar al Chango juntando el folklore con otros géneros. Pero es lo más lógico que debería pasar con los artistas que hacen lo que les pasa por adentro, se empapan de todo y largan lo que les sale”, explica.
En el repertorio que prepararon especialmente para este show, que promete generar muchas ganas de bailar, hay “una chacarera reggae, entre santiagueña y jamaiquina”, según la definición de sus ejecutantes, una nueva versión de la versión de MPA de El humahuaqueño, otro reggae, Caminando, de Víctor Jara, una Polcatrónica “con un cajón peruano del Chango que la descose”, entre otros temas. Las invitadas serán Verónica Condomí (“una maestra en todo sentido, porque estudiamos canto con ella”, dicen los chicos de Arbolito), Laura Ross y Marián Farías Gómez, entre otros.
–Los chicos de Arbolito se reconocen herederos de su música. ¿Siente una responsabilidad?
Chango Farías Gómez: –Y, sí, claro, además es como un mimo que ellos lo digan. Me gusta, me siento feliz de poder compartir lo que hago con chicos jóvenes, algo que hasta hace no tanto tiempo causaba hasta enojo. Cuando no hacés lo que se hacía hace cientos de años te dicen que estás haciendo “proyección folklórica”, “fusión”. Una pavada. El que se disfraza de gaucho no es más argentino.
Agustín Ronconi: –Es que a nuestra generación la alejaron de lo nacional. Nosotros cuando tocamos sentimos que le estamos diciendo a nuestra generación, que es rockera: “Ey, escuchen folklore que también está bueno”. Y los pibes se enganchan. Nuestra intención arriba del escenario es de banda de rock, pero tocamos folklore, y hay bombo legüero, charango, quena, violín... Una vez que te adueñaste de tu música, es increíble, pero la sensación que experimentás es de amor por el lugar donde vivís, de identidad. El no tener identidad hace que hoy el país se esté vendiendo y no te importe. Es un sentimiento que yo tuve: A mí me importaba bastante poco todo, como casi todos los que cumplimos 18 en los ’90 el sentimiento era: “Ma’ sí, vendemos todo, cerramos y se va a la puta que lo parió”. Nos prepararon para eso. Y de repente se invierte la cosa y querés empezar a adueñarte de lo tuyo, ves que hay un proceso que termina con fábricas recuperadas. Es un proceso de mirar para adentro y crecer.
Pedro Borgobello: –En la dictadura se cortó con lo mejor del fol-
klore, quedó lo paisajista, lo romántico, lo que no tiene tiempo. Quisieronvendernos algo detenido en el tiempo, como una postal. Entonces surgió el rock, cuando el folklore había dejado de hablar de lo que le pasaba a la gente. Quisieron que todo quedara en la postal, pero no pudieron. Por eso no es loco que ahora estemos tocando rock y folklore y que tenga onda. Es nuestra cultura, ni más ni menos.
–¿Qué pasa cuando se juntan en los ensayos?
C. F. G.: –Yo me incorporo a ellos y ellos se incorporan a lo que hago yo.
–Suena muy ideal.
P. B.: –Pero es así. No hablamos, tocamos.
C. F. G.: –Lo que sí está es la responsabilidad de que tenemos una fecha, y no hay tiempo de empezar a ver por dónde vamos si nos largamos a delirar. Por ahora está esto, y lo estamos disfrutando.
–¿Qué esperan del show de esta noche?
A. R.: –Mostrar a los públicos de cada uno lo que está haciendo el otro. Lamentablemente, en nuestra generación no somos muchos los que llegamos al Chango. Cuando lo escuchen...
C. F. G.: –Y los de mi generación, cuando vean a tantos pendejos saltando y bailando folklore... ¡no lo van a creer!

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