Si el Quilmes Rock es fiel testimonio de la esponsorizaci贸n del g茅nero, qui茅n m谩s id贸neo que KISS para dar el broche de oro a la edici贸n 2009. El cuarteto neoyorquino entendi贸 y aplic贸 todas las herramientas de la mercadotecnia en favor de una m煤sica que para ellos es, ni m谩s ni menos, un negocio. 鈥淟o primero que necesit谩s es dinero: eso es lo m谩s importante. Incluso en la iglesia Dios te pide la limosna antes de que el padre empiece a hablar de Jes煤s鈥, le hab铆a aclarado a P谩gina/12 Gene Simmons, bajista y gerente del grupo que fund贸 en 1973 junto al guitarrista y cantante Paul Stanley.
Bajo esas consignas, no fue sorpresivo entonces que la 煤ltima de las cuatro noches haya sido la menos festivalera: las bandas antecesoras se quejaron por la inferioridad de condiciones en las que debieron desplegar sus sets y el p煤blico, que ped铆a KISS y quer铆a KISS, respondi贸 con rechiflas e insultos. Las Pelotas, que supo ser el plato fuerte de cualquier evento similar y ahora atraviesa un per铆odo de transici贸n, se quej贸 una y otra vez por no disponer de las pantallas gigantes. Su cantante, Germ谩n Daffunchio, puso las notas sociales dedicando sus canciones a 鈥渓os veinticinco chicos que mueren de hambre por d铆a en todo el pa铆s鈥 o a 鈥淛ulio L贸pez, que sigue desaparecido鈥. Con menos palabras pero id茅ntica fortuna sigui贸 Ratones Paranoicos, que tampoco despert贸 gran fervor pese a proponer sus rocanroles m谩s encendidos. Juanse, adem谩s, vivi贸 su duelo personal devolviendo con furia un botellazo de agua al campo y sufriendo la hostilidad de quienes le gritaban 鈥溌omelo!鈥.
El primer gran clamor popular se produjo cerca de las 22, cuando la jornada ya llevaba largas horas de traj铆n pero nadie parec铆a advertirlo: el c茅lebre lema de 鈥淨uieren lo mejor, tienen lo mejor: con ustedes, 隆la banda m谩s caliente del mundo!鈥, se escuch贸 antes de que un gran tel贸n negro se desplazara al ritmo de los primeros acordes de 鈥淒euce鈥. All铆, un River de moderada convocatoria 鈥揳lgo m谩s de 40 mil personas鈥 se vino abajo mientras KISS consumaba su regreso a Argentina tras aquel ex贸tico show en 3D que ofreci贸 en 1999 como presentaci贸n oficial del disco Psycho Circus. Sin nada nuevo bajo el sol desde aquel entonces, Buenos Aires fue ahora la escala de la gira por su 35潞 aniversario de vida (36, en rigor) en donde, m谩s que repasar la veintena de discos editados, Simmons y Stanley se dedican a evocar los a帽os iniciales que compartieron con los hist贸ricos Peter Criss y Ace Frehley en bater铆a y guitarra: 14 de las 20 canciones que tocaron corresponden a sus tres primeros discos (KISS y Hotter than hell, de 1974, y Dressed to kill, de 1975).
El grupo conoce el gran acervo popular que tiene en estas tierras (en cantidad, las bandas tributo a KISS pueden pelearle palmo a palmo a las de Beatles) y Stanley, frontman como pocos, lo us贸 en su beneficio con una eficacia demoledora, aunque dejando a veces un intenso tufillo a demagogia y lugar com煤n: 鈥淯stedes son el p煤blico n煤mero uno鈥, 鈥渕i coraz贸n les pertenece鈥 y el consabido duelo de ovaciones entre plateas y campo. Con la gente en su bolsillo de brillantina y tela elastizada, Stanley pudo darse el lujo de plebiscitar exitosamente el cl谩sico 鈥淏lack diamond鈥 tras ofrecer 茅l mismo, como opci贸n, la introducci贸n de 鈥淪tairway to heaven鈥 de Led Zeppelin.
La propuesta musical de KISS no admite bemoles: es v茅rtigo continuo sin treguas ni renuncios (隆vaya descubrimiento!). Los matices hay que buscarlos fuera de ella, en sus legendarios vestuarios y maquillajes, pero tambi茅n en llamaradas, explosiones, plataformas, sangre artificial y pirotecnia de todo tipo que el grupo pone a disposici贸n de sus shows desde los tiempos en los que se decidieron a redefinir la forma de entender y encarar un espect谩culo de rock.
Nadie recordaba que brotaban fuegos de artificio por el mismo escenario desde el cual, una noche atr谩s, Ricardo Mollo hab铆a fustigado duramente a un espectador por encender una bengala. Ahora, todo estaba al servicio de un lema que el grupo hizo estribillo: 鈥淩ock and roll toda la noche, y fiesta todos los d铆as鈥, con chispas fulgurantes, luces multicolores y papel picado diluviando sobre un campo que, durante 鈥淩ock and roll all nite鈥, se transform贸 en arena de un ritual pagano del m谩s tradicional hard rock. Y si KISS, en vivo, responde tanto a patrones de la m煤sica como del teatro, no es de sorprender que as铆 como el grupo interact煤a en conjunto como un engranaje m谩s de una poderosa maquinaria audiovisual 鈥揳unque debe decirse que durante largos lapsos el sonido general, empastado y sin mayores matices m谩s all谩 del volumen, dej贸 mucho que desear鈥, cada uno de sus m煤sicos tambi茅n tengan sus momentos personales. Gene Simmons escupi贸 fuego en 鈥淗otter than hell鈥 e intent贸 coronar infructuosamente su usual representaci贸n demon铆aca de 鈥淚 love it loud鈥, donde comenz贸 chirriando su bajo y vomitando sangre, pero no pudo volar como un aut茅ntico vampiro por una falla en el arn茅s que lo sosten铆a. A quien s铆 le funcion贸 ese dispositivo fue a Stanley, quien sobrevol贸 el campo hasta posarse en la torre de sonido desde donde cant贸 鈥淟ove gun鈥. Tommy Thayer, que desde 1994 colaboraba con KISS detr谩s de escena como productor y en 2002 tuvo que calzarse el pesado disfraz de 鈥淗ombre del espacio鈥 de Ace Frehley, se estren贸 en Buenos Aires disparando petardos 鈥搚a que no virtuosismo鈥 desde su guitarra en el solo de 鈥淪he鈥, y Eric Singer aporre贸 los parches largamente en 鈥100.000 years鈥, mientras la plataforma que sosten铆a a 茅l y su bater铆a sub铆a y bajaba rodeada de humo y fuego.
A la hora de los bises, fue el turno de los cl谩sicos con los que KISS trascendi贸 las fronteras del rock duro: con 鈥淟ick it up鈥, 鈥淚 was made for lovin鈥 you鈥 y 鈥淒etroit rock city鈥 se despidi贸 el grupo que aliment贸 su leyenda a trav茅s de mitos incomprobables (驴sacrificio en vivo de pollitos? 驴caballeros al servicio de satan谩s?). Durante dos horas, los misterios quedaron en segundo plano y KISS exhibi贸 medallas a las que, parece ser, les sigue sacando lustre.
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