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Jueves, 23 de abril de 2009
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Los tangos de Marco Napoli y Francisco Casares

La cruzada contra el olvido

El dúo presenta esta noche en el Café Tortoni un trabajo centrado en la estética de los años ’20 que abarca valses, milongas y zambas con la intención de “recurrir a los clásicos, para recuperar lo que ya no se da más”, explican.

Por Cristian Vitale
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Napoli y Casares investigaron mediante biografías, bibliografía, catálogos y coleccionistas.

Fotos que cuentan una historia. Secuencias: dos sillas de madera vacías en el medio del campo; las mismas, pero con una mesa, una botella de vino encima, y dos tipos brindando hacia el sol que se pone; dos tipos –otra vez– alzando las sillas y yéndose; ellos, Marco Napoli y Francisco Casares, con una guitarra criolla, llegando a un bar urbano. Todo, claro, tiene un sentido: esto no es arte abstracto. “La idea es mostrar el contraste de la época, esa mezcla de ciudad y campo”, dice Napoli, guitarrista y cantor, mirando la portada del disco. Explica, así, la sustancia de Barrio Pampa, el trabajo que el austero dúo de tango canción acaba de editar y que presentará esta noche en el Café Tortoni. Un trabajo puntilloso y abarcativo que centra su estética en los años ’20 con una idea fija: tocar tangos, valses, milongas y zambas viejas, tal cual fueron concebidos. “Tratamos de no recurrir a los clásicos, porque ya hay versiones buenísimas. Lo nuestro es investigar y traer cosas que ya no se dan más. Rescatar del olvido tangos que no se tocan así hace 80, 90 años, como fueron tocados la primera vez”, sigue Napoli.

El trabajo fue de orfebre. Al no haber maestros que enseñen en ese estilo, Napoli y Casares –30 años cada uno– recurrieron a una concienzuda investigación: a través de biografías, bibliografías, catálogos y coleccionistas fueron llegando a la médula de cada canción. Y el método, a la hora de sacarlas, fue tocar sobre viejos discos de pasta, muchas veces inescuchables. A las fuentes directas. “Si bien se hicieron versiones de los temas que grabamos, no son con el estilo de la época. Por eso, no queda otra que aprenderlas a prueba y error. Ya no hay maestros que enseñen ese estilo, esas técnicas y esa manera de tocar la guitarra, o de cantar. La idea es recuperar el estilo de la época, sin hacer una caracterización. No nos disfrazamos de nada”, explica Napoli.

–¿Son muy quisquillosos?

–Muy, muy no. Respetamos más el estilo que el arreglo. Tratamos de hacer un arreglo personal dentro de lo que es el estilo, pero para eso hubo muchas pruebas en el medio. Conocer el estilo es difícil, porque además hoy no lo hace nadie. Hay poco material para consultar.

–¿Y las partituras?

–No, porque no reflejan el sonido original. Son para piano, reducciones, cosas medio tiradas de los pelos.

Napoli y Casares tienen una vida en común. Fueron juntos al Jardín de Infantes del colegio San Roque de Villa Ortúzar, se llevan dos meses, egresaron juntos del Conservatorio Manuel de Falla y en el medio formaron una banda de rock “de secundaria”. Se llamaba 4 y el arquero. “Tocamos durante siete años y pasó lo de siempre: uno se puso a estudiar derecho, el otro se fue a trabajar de cocinero al sur, y todo se desbandó. Quedamos nosotros dos y nos pintó la misma idea: ponernos a sacar tangos, algo que nunca habíamos hecho. Si bien de chicos escuchábamos a Gardel y los clásicos, empezamos a descubrir un mundo nuevo en Azucena Maizani, Rosita Quiroga, Corsini, Magaldi: nos entusiasmamos.” El primer paso fue un disco debut más o menos logrado, en 2005, y Barrio Pampa: 16 rescates sonoros registrados originalmente entre 1903 y 1939, desde “El porteñito”, de Villoldo, hasta “Más allá”, de Contursi y Mora.

–Epoca de transición que, prácticamente, condensa lo mejor del género.

–Es que los cantores de la época, cuando empezaron a cantar tangos, venían de la música criolla, y siguieron en ella. Sin ir más lejos, Gardel siguió cantando canciones criollas hasta que se murió. Incluso, la instrumentación de las guitarras nace más de la adaptación de los géneros criollos al tango que al revés. De lo criollo-hispánico que se adapta al tango cantado: no es algo tan de la inmigración de fines del siglo XIX, que es la del tango instrumental. Acá estamos parados no-sotros, en los orígenes del tango cantado.

Hay, para confirmarlo, covers –en tanto copia casi fiel– del primer tango canción de la historia (“Mi noche triste”, Contursi-Castriota, 1917), de “Griseta” (González Castillo-Castriota, 1917) y de “El porteñito”, en su primigenia versión instrumental. “No lo queríamos hacer con letra, porque ésta se la agregaron después”, sostiene Napoli, una máquina de tirar datos. De cada tema grabado en Barrio Pampa, conoce su historia. De “Que me habrán hecho tus ojos”, por caso: “Ojo que el que hacemos nosotros no es el vals que Canaro le dedicó a Ada Falcón, sino el que compuso y grabó José Betinotti en 1913, que Gardel y Rivero grabaron después con una música totalmente diferente, y bajo el nombre de ‘Tu diagnóstico’. En preciso aclarar el detalle”.

–Máxime la importancia que tuvo Betinotti para los orígenes del tango canción. Es un personaje clave del contraste que intentan marcar.

–Fue uno de los tipos que marcó tendencia en lo que después fueron las letras de tango: esa cosa sentimental y de pobreza. De las sorpresas que vivían los inmigrantes cuando llegaban acá y, al contrario de sus deseos, se morían de hambre.

–“Margot”, en cambio, es más recurrente. Se han hecho varias versiones.

–Bueno, se trata de una letra de 1914 que Celedonio Flores, que en ese momento no llegaría a los 20 años, escribió para un concurso en un diario. El tema es que cuando el dúo Gardel-Razzano descubrió esa poesía, automáticamente le agregó una música y la grabó en 1919; después la copiaron otros, pero nosotros nos remitimos a la original.

–Entre las famosas grabaron también “Confesión”, de Discépolo. ¿Escuchó la versión que hace La Chicana?

–No, pero intuyo que la hacen más contemporánea. Nosotros, de Discépolo, hacemos bastante. Recurrimos mucho a él, porque es uno de los grandes de la época, si no el más. Es cierto que “Confesión” es más común, pero “Sueños de juventud”, que también la grabamos, no se hizo tanto. Hay una de Gardel espectacular, pero bueno ¿cómo esquivar a Gardel?

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