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Sábado, 25 de abril de 2009
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Martín Buscaglia, acústico, “enchufado” y en banda

Dos citas con el hombre orquesta

El cantautor uruguayo ofrece hoy un par de presentaciones de estilos diferentes en las que exhibe las facetas de su carrera. “Aunque me proponga evitarlo, siempre tengo algo de candombero”, explica.

Por Carlos Bevilacqua
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Martín Buscaglia toca hoy en La Vaca Profana y la Floralis Genérica.

¿Será verdad que el cuerpo habla? Porque el de Martín Buscaglia, aun mientras canta, está casi siempre moviéndose de maneras heterodoxas, como si reflejara sus inquietudes musicales. Cantautor, multiinstrumentista y luthier, Buscaglia produce una música difícil de encasillar, con elementos de funk, pop, folklore uruguayo y una sutil electrónica. Como si esa variedad fuese poca, en las próximas horas Buenos Aires recibirá su crisol de sonidos en distintos formatos: con su banda enchufada (hoy a las 17.30 junto a la Floralis Genérica, Figueroa Alcorta y Austria) y con esa misma banda pero acústica (a las 21 y en La Vaca Profana). “Van a ser shows bien diferentes –adelanta–. Como hombre orquesta, tengo una libertad total, puedo variar el tema, apurarlo o cambiar la letra sin preocuparme por nadie. Con la banda todo suena más funky. Y el unplu-gged va a ser algo más onda fogón.”

El repertorio, según planea, va a tener sus particularidades en cada show, pero también varios temas en común. “Estoy acostumbrado a tocar una misma canción de muchas formas”, cuenta refiriéndose al material de los cuatro discos que lleva editados, siempre con letras entre bucólicas y filosóficas. Su banda, llamada Los Bochamakers, está compuesta por Mateo Moreno, en bajo, y los hermanos Nicolás y Martín Ibarburu (habituales acompañantes de Jaime Roos), en guitarra y batería, respectivamente.

Buscaglia tiene una amplia experiencia como bajista, con su banda toca la guitarra y además está estudiando piano y batería. “Me gusta descubrir cómo diferentes instrumentos me llevan a desarrollar nuevas capacidades”, justifica. Pero los timbres que lo distinguen provienen de instrumentos que él mismo inventa, en general a partir de objetos cotidianos. Un ejemplo puede ser el “tuppersound”, hecho con circuitos electrónicos encerrados en un tupper o el “banjong”, pequeño banjo de una sola cuerda tensada sobre una paleta de ping pong. Más que negocios de instrumentos, Martín recorre los barrios que ofrecen productos chinos. “Es como bucear y recoger ostras, no sabés cuál puede esconder una perla”, compara.

A pesar de cierta inclinación por las bases electrónicas, define su actitud ante la tecnología como “neófita y lúdica”. “No me interesa bajarme el último programa o los beats que usa Menganito, sino tener mis propios sonidos, que además me inspiran muchísimo. Como con los instrumentos inventados, disfruto de esa zona salvaje en la que no hay un camino previo y tenés que manejarte con la intuición”, explica. Así evalúa cuánto influye la música típica uruguaya en la suya: “Por más que me proponga evitarlo, siempre hay algo de candombero. Lo que más escuché desde chico fue candombe y, de hecho, he compuesto para comparsas de carnaval. En los últimos años también me interesé mucho por la milonga, del lado más campero de nuestro folklore. Tengo un grupo paralelo que se llama Payadores Anónimos, con el que nos juntamos todas las semanas a payar en décimas y sextillas sobre temáticas medio psicodélicas”.

Nacido en Montevideo hace 36 años, Martín se crió entre instrumentos y músicos históricos del Uruguay, como Eduardo Mateo, Rubén Rada o Hugo Fattoruso, quienes frecuentaban su casa para ensayar o intercambiar melodías hasta bien entrada la noche. “Mis viejos eran los líderes de Canciones para no Dormir la Siesta, un grupo emblemático durante la dictadura porque, si bien era para chicos, jugaba mucho con el doble sentido”, evoca. Martín tomó esa posta, primero dando talleres de música y de expresión corporal en jardines de infantes durante muchos años y, desde hace diez, como factótum de Cantacuentos, un grupo de música infantil que ya grabó cinco discos. Al pensar en los shows de hoy y mañana, se entusiasma: “¡El público argentino es tan efusivo y energético que te enciende! Ese mismo fanatismo porteño que puede llegar a ser agresivo cuando está a favor tuyo es buenísimo por el agite que genera”.

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