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Sábado, 6 de junio de 2009
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Ethan Iverson, pianista de Bad Plus, que actúa hoy en La Trastienda

“Queremos mostrar otra perspectiva”

El grupo acaba de editar For all I care, otro disco en el que van mucho más allá del concepto de “cover” y hasta de versión. Su show de esta noche, además, permitirá asomarse al nuevo mundo que proponen, ahora con Wendy Lewis como cantante.

Por Daniel Jimenez
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“Conseguimos una cantante que pudiera actuar de la forma que nosotros lo hacemos y que entrara en la química.”

Ninguno de los integrantes de Bad Plus tiene cara de rockero. O, al menos, ninguno de los tres encaja con el concepto estético de una estrella de rock. El pianista Ethan Iverson, el contrabajista Reid Anderson y el baterista David King más bien parecen expertos en sistemas o diseñadores vanguardistas del Greenwich Village. Ni siquiera su nueva adquisición, la cantante Wendy Lewis, puede subir el handicap: es una veterana poetisa de la escena indie de Minneapolis de look decididamente arty. Quizá por eso la música de Bad Plus, esta exquisita deformidad orgánica que se dedica a intervenir quirúrgicamente clásicos de rock en formato de jazz retorcido, no sea un producto para salones de belleza ni para chicas cool de auto perfumado.

“Lo que intentamos hacer es aceptar la cultura pop desde la improvisación, teniendo en cuenta que somos músicos a los que les gusta tocar. Por ejemplo, cuando grabamos ‘Lithium’ de Nirvana, no tratamos de reflejar sólo un pedazo de música. Queríamos mostrar y traer una nueva perspectiva nacida desde la improvisación y la espontaneidad, y me parece que lo logramos”, dice Ethan Iverson antes de su tercera visita a Buenos Aires, que se hará efectiva esta noche en La Trastienda.

Para los desprevenidos, “Lithium” forma parte de For all I care, flamante disco de versiones del grupo y carta de presentación de Wendy Lewis, la primera voz en toda la historia de Bad Plus. Hasta este álbum todos los lanzamientos del trío habían sido instrumentales. Es por eso que la decisión de sumar un nuevo miembro no fue nada fácil, aunque Ethan asegura que la misma necesidad de búsqueda constante de los músicos propició su llegada. “Todos amamos la melodía en la canción, y después de tantos discos de estudio pensamos que era tiempo de hacer una colaboración para tratar de ampliar ese amor por la canción, y Wendy nos dio esa oportunidad. Sentimos que éste era el momento de hacer un cambio, algo diferente, y estábamos convencidos que no necesitábamos a una cantante de jazz, sino todo lo contrario. A Wendy la metimos en la banda, no la colocamos al frente, porque en Bad Plus no hay un líder absoluto; todos nos movemos hacia el mismo lugar, todos componemos y todos arreglamos. Lo importante fue que pudimos conseguir una cantante que pudiera actuar de la forma que nosotros lo hacemos y que entrara en la química.” Para Wendy nada fue extraño. Ella ya había trabajado una década atrás en un viejo proyecto con David King y fue el mismo baterista quien la recomendó para esta etapa del ahora cuarteto. El resultado fue el esperado: la atmósfera generada por los contrapuntos vocales de Lewis y la caliente instrumentación de la tríada recuerdan por momentos a las célebres grabaciones de John Coltrane junto al vocalista Johnny Hartman. Colaboraciones que el pianista define como “un colectivo musical y no la simple suma de un cantante más una banda”.

Además de sus composiciones originales, la música de Bad Plus se mueve con libertad en el gran cancionero del rock de los últimos cuarenta años. A veces se contrae y se vuelve retorcida y difícil, por eso su volumen artístico y creativo está en las antípodas de cualquier Bossa ‘N Sarasa; aquí queda claro que el nervio central es el jazz del alto nivel. Pop, garage, psicodelia, reggae, metal y hasta piezas clásicas de Stravinsky, Ligeti y Milton Babbit se funden con maestría casi académica en el jazz acústico y descarnado del Iverson y compañía. Así se trate de “How deep is your love” de Bee Gees, “Comfortably numb” de Pink Floyd, “Radio cure” de Wilco o “Long distance round around” de Yes.

“No es lo mismo enfrentarte a un tema de Yes que a uno de Heart”, comenta Ethan. “Si te pones a escuchar ‘Lock, stock and teardrops’ de Roger Miller vas a notar que tiene un tratamiento muy distinto al de ‘Long distance...’ Allí la batería es diferente porque Dave está improvisando, y al no haber nada preestablecido en el tema, la versión original comienza a borrarse. Luego, en la mezcla final, las canciones suenan todas a Bad Plus, y eso es lo importante, pero no existe ninguna conexión especial para que sean elegidas. Para For all I care teníamos una lista de más de treinta canciones para elegir, pero sabíamos que muchas de ellas eran buenas ideas que nunca funcionarían. ¿Si alguien nos hizo una devolución? Sabemos que a Wilco le gustó la versión y recibimos un mail muy positivo de ellos, pero aún no hablé con Jeff Tweedy”, se sincera Iverson.

Con un link inevitable al genial Brad Mehldau, Ethan es una de las presencias notables del trío. Su irreverente virtuosismo en combustión con la solvencia instrumental y la creatividad sin límite de sus compañeros generan los paisajes musicales más sofisticados del jazz contemporáneo. Sin olvidar a sus parientes lejanos –y más virulentos– de Medeski, Martin & Wood, emblema del género y hoy un número de lujo para cualquier promotor internacional. Pero, ¿hasta dónde éste es un negocio reedituable?

“Cuando empezamos, hace ya casi diez años, nunca tuvimos en cuenta el hecho de vender discos. Siempre hicimos lo que teníamos ganas y lo seguimos haciendo, y no trabajamos con nada establecido”, se anima. “Hemos grabado canciones de Abba, Aphex Twin, Neil Young, Flaming Lips, Nirvana y hasta Black Sabbath, siempre con nuestra propia relectura musical. Recuerdo que un día vino a vernos a un show Geezer Butler, bajista de Sabbath, porque nosotros tocábamos ‘Iron man’, y a los pocos días escribió en Internet que nuestra versión era la mejor que había escuchado en su vida; con eso estoy hecho.”

Con base en Minneapolis, Bad Plus editó cinco discos desde 2003 a esta parte, incluyendo un registro en vivo en Japón, donde la banda tiene una importante legión de seguidores. Un jardín que Iverson, King y Anderson se encargaron de regar con cada tour alrededor del mundo. “Para nosotros grabar es como estar en de gira: una sensación de libertad inigualable. No sólo por los distintos públicos que uno va conociendo en el camino, sino porque tocar en vivo nos nutre de una gran energía. Más en tiempos donde el CD es casi exclusivamente un instrumento promocional”, reconoce el pianista. “Para un grupo como el nuestro lo importante es tocar. Nunca pensamos en ganar dinero con esto, ya que ni siquiera podemos encontrar muchas emisoras de radio que pasen nuestra música”, rezonga quien en el pasado tuvo su affaire argento con Avantango, proyecto dirigido por el bajista argentino Pablo Aslan, radicado hace más de veinticinco años en Estados Unidos. Junto a él y al malogrado saxofonista Thomas Chapin grabaron durante los noventa Y en el 2000 también, una fusión de tango y jazz futurista de reminiscencias piazzolianas. Aunque su pulso y sus vivencias se manifiestan lejos de la Argentina, Ethan asegura que el marplatense es un referente obligado para cualquier músico: “Me gusta mucho el tango y me gusta mucho Astor Piazzolla, por supuesto. Supongo que es imposible no conocer ni mencionar a Piazzolla y la influencia que él ha tenido con su obra. Su música era de otro planeta. Creo que ha sido uno de los músicos más grandes de su generación que le ha entregado al tango sus mejores piezas, por eso siempre es un placer escucharlo”.

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