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Sábado, 14 de noviembre de 2009
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El Quinteto Tiempo se presentará esta noche en el Teatro IFT

Voces de la conciencia y la coherencia

La agrupación vocal, que lleva 37 años de trabajo con la misma formación, explica por qué no es profeta en su tierra.

Por Carlos Bevilacqua
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Nacido como grupo vocal, el Quinteto Tiempo incorporó instrumentos autóctonos a su música.

¿Cuántos efectos puede tener el tiempo sobre una persona? Al menos en los rostros de estos cinco hombres maduros que ensayan sus entonaciones en una espaciosa cocina, la implacable aguja del reloj dibujó gestos serenos, cálidos, definitivamente dignos. Por eso, el nombre de Quinteto Tiempo para la agrupación vocal que integran desde 1972 resulta oportuno. Pero no sólo recorrieron los últimos 37 años con la misma formación, sino que además mantuvieron una coherencia estilística y un fuerte compromiso político en los mensajes de las letras que cantan. “Sentimos que reflejamos el sentir popular. Eso es lo que nos sustentó durante tantos años”, define Santiago Suárez, primer tenor del quinteto. De la charla post ensayo participan también Rodolfo Larumbe (segundo tenor), Ariel Gravano (barítono alto), Eduardo Molina, (barítono), Alejandro Jáuregui (bajo) y Carlos Groisman (arreglador y director). La excusa es el recital Todas las voces que junto al cantautor Julio Lacarra ofrecerán esta noche a las 21.30 en el Teatro IFT, Boulogne Sur Mer 549.

El Quinteto Tiempo empezó siendo una agrupación meramente vocal, a la manera de otras de aquellos tiempos como Opus 4, Los Huanca Huá y Las Voces Blancas. Con el tiempo, sumaron el sonido de instrumentos autóctonos tocados por ellos mismos, como guitarras, charango, caja y sikus, siempre dentro de un contexto de hermosas armonías que priorizan el rol de las voces. Respecto del repertorio, se muestran abiertos a todas las temáticas de lo que denominan “el cancionero popular latinoamericano”. Así, en los discos propios y ajenos que grabaron en 25 países, se los puede escuchar interpretando versos de Víctor Jara, Jaime Dávalos, Ramón Ayala, Armando Tejada Gómez y Jaime Roos. “En una época todas las disquerías nos catalogaban como ‘canción de protesta’. Eso es muy discutible. Como me dijo una vez Hamlet Lima Quintana, hasta el ‘Arroz con leche’ es de protesta si consideramos lo que cuestan esos productos”, opina Larumbe.

Conmueve pensar que estos mismos señores que ahora se van pasando el mate por encima de las partituras recibieron, estando en Chile en 1973, la primicia de la composición de “Adagio en mi país” de boca del propio Alfredo Zitarrosa apenas se enteró del golpe de Estado en Uruguay. O que junto a César Isella fueron los intérpretes de la primera versión de “Canción con todos”, ese emblema de la conciencia latinoamericana en la Argentina de los primeros ’80. Así como puede ser un hallazgo saber que la melodía y la letra de la consigna “El pueblo / unido / jamás será vencido”, que tanto se cantó en manifestaciones políticas, proviene de un tema musical popularizado por ellos.

Hay además varios números conmovedores: “Nos consta que, sumando las ediciones argentinas y las extranjeras, hemos vendido medio millón de discos”, asegura Jáuregui. ¿Cómo puede explicarse, entonces, que no sean más conocidos en Buenos Aires? “Antes del golpe del ’76 habíamos sacado tres discos por Odeón y cada semana actuábamos dos veces por televisión y una por radio –narra Groisman–. La cosa pintaba bárbaro. Pero durante la dictadura pasamos a estar prohibidos, no sólo acá sino en otros países de la región. Ahí fue cuando se nos abrió un camino afuera, donde todavía actuamos mucho.”

A su vez, Gravano hace lugar a la autocrítica cuando dice: “Tampoco habíamos llegado tan alto como para que se notara mucho nuestra ausencia. De hecho, pudimos quedarnos en el país y encontrar algunos resquicios para actuar. Lo que se dio en llamar el exilio interno. Cuando se levantó la censura, el oído masivo ya no era proclive al sonido polifónico. Todo esto, claro, más allá de nuestra falta de plan para reinsertarnos en el mercado musical”. Esa pérdida de figuración mediática no les ha impedido conseguir algunos reconocimientos muy emotivos. “En algunos países de América Central estamos vigentes en una franja que no sé si existe en el marketing, pero que definiría como de la memoria musical. Cuando vamos de gira, los hijos de nuestros oyentes de los ’70 nos vienen a pedir que les firmemos los mismos LP donde están nuestros autógrafos de hace 30 años”, cuenta Gravano.

Esa vigencia será la que buscarán revalidar sobre el escenario a través de varios temas paradigmáticos del grupo y de las novedades que trae el último CD del quinteto, grabado en vivo en Canadá a beneficio de los pobladores del Bajo Lempa, “una zona de El Salvador muy pobre, anegadiza y golpeada por la guerra que en los últimos años se está recuperando gracias a cooperativas y estudios de siembra”, según cuenta Groisman. Asimismo, los tiempistas piensan estrenar versiones de “Merceditas”, “Recuerdos del portezuelo” y “Tonada del viejo amor”, entre otros clásicos que planean grabar por primera vez en 2010. Para el cierre tienen previsto sumar a Lacarra, amigo de los cinco y autor de “El río está llamando”, una de las tantas canciones que el quinteto supo difundir por toda la Patria grande.

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