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Domingo, 29 de noviembre de 2009
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LA SEGUNDA VISITA DE THE KILLERS A LA ARGENTINA

El viejo encanto de apostar y ganar

La banda de Las Vegas afrontó su compromiso en un GEBA bien provisto de gente que supo disfrutar y festejar un cóctel que mezcló material de Day & Age con canciones que la hicieron célebre aquí.

Por Leonardo Ferri
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The Killers apoya casi todo su peso en el cantante Brandon Flowers.

Se suele decir que el todo es más que la suma de las partes, aunque esta premisa no siempre se cumpla en las bandas de rock. Están los grupos que se reparten el protagonismo entre sus integrantes, y los que apuestan sus fichas en una única persona. The Killers –de ellos se trata– es el nombre del grupo que a duras penas logra contener a la figura de Brandon Flowers, su cantante, genio y figura. Haciendo justicia a su fama de ser una buena banda de estadios, los Killers dijeron presente por segunda vez en la Argentina –la primera visita había sido en 2007, en el Festival Yeah, junto a Travis y Starsailor– con un show propio, y dejaron contentos a todos aquellos que –barro mediante– se acercaron hasta el Club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires.

Quizá sea posible descifrar a una banda mirando al público que la sigue. Con más camisas que remeras, más botas que zapatillas y más aroma a perfume importado que a sustancias ya no tan ilegales, el público intentó demostrar su pasión por la banda de Las Vegas, muy distinta de la que acostumbran sentir las bandas de rock que visitan la Argentina, pero pasión al fin. Con una puesta en escena correcta –pantalla de leds al fondo y unas palmeras de utilería que hacían ver al escenario como un programa de cable de bajo presupuesto– la banda mostró su puñado de hits y no tan hits bailables y festivos, mezcla de rock y dance.

“Human” y “This is your life”, ambos de su más reciente disco, Day & Age, abrieron el camino a “Somebody told me”, hit de su álbum debut, Hot Fuss, y que por fortuna no sufrió las restricciones sonoras que sí se padecieron en el reciente Pepsi Music. La banda –completada por Mark Stoermer en bajo, Dave Keuning en guitarra y Ronnie Vannucci en batería– sonó ajustada y bien, aunque siempre por detrás del carisma y la buena voz de Flowers. Así pasaron “For reasons unknown” y “Bones”, del disco Sam’s Town, escoltadas por un sintetizador y un saxo, que hicieron ver a The Killers como una banda todavía más pomposa.

“Joy Ride” y su funk bolichero convirtieron al estadio en una pista de baile, que luego bajó un cambio con “Human” –sí, de nuevo– en una versión con Flowers solo en el piano. “Shadowplay”, de Joy Division, y “Can’t help falling in love”, de Elvis Presley, fueron los dos covers de la noche, que le dieron un toque oscuro y melancólico al show. “Smile like you mean it”, en una versión low tempo con violín incluido, cedió nuevamente el protagonismo al cantante. Hacia el final “Spaceman”, “Mr. Brightside”, “Jenny was a friend of mine” y “When you where young” cerraron con una lluvia de papelitos, lenguas de fuego y con esos cantitos de cancha que tanto les gustan a los músicos, e hicieron recordar por qué The Killers vino a la Argentina, por qué es lo que es y por qué está donde está: varias buenas canciones, ritmos radiables y pegadizos y una figura central e hipnótica conforman un grupo que se la cree. No está mal ni es poco, sobre todo para una banda que viene de Las Vegas, un lugar donde apostar a todo no está mal visto. Y ganar, menos.

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