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Domingo, 6 de diciembre de 2009
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SPINETTA Y LAS BANDAS ETERNAS, UNA NOCHE QUE QUEDARA POR SIEMPRE EN LA MEMORIA COLECTIVA

Ese problema de intentar definir a la belleza

37 mil personas dieron testimonio: la extensa velada fue un encuentro con la obra de uno de los creadores m谩s grandes del rock, que dio una lecci贸n inolvidable que conjug贸 pasado y presente.

Por Eduardo Fabregat
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Uno de los muchos momentos cumbre en el estadio de V茅lez: el reencuentro de Almendra.

驴No ves que la luna nos mira?

Por Eduardo Fabregat

Inenarrable.

Estimado lector, no espere encontrar aqu铆 eso que llamamos 鈥渃r贸nica de concierto鈥. Algo de eso hay, pero si a Spinetta le llev贸 50 canciones y cinco horas y cuarto conseguir un recorte de sus 40 a帽os de carrera (y en ese recorte dej贸 lugar a las lamentaciones por alguna inevitable ausencia), pretender que eso pueda ser aun resumido en estas l铆neas es una quimera. Una quimera como la que so帽aba la Logia del Flaco hasta no hace tanto, la de qu茅 lindo ser铆a que...

El 鈥渟er铆a鈥 abandon贸 el modo condicional. Fue. La Historia grande del rock argentino dir谩 que Luis Alberto Spinetta conjur贸 a las Bandas Eternas en V茅lez el 4 de diciembre de 2009, y que 37 mil personas abarrotaron el lugar (驴qui茅n tuvo el atrevimiento de decir que una cancha de f煤tbol le quedaba grande?), y que la organizaci贸n tuvo sus flojeras y las pantallas le serv铆an de poco al de la popu, pero el sonido fue perfecto. Y a partir de ah铆, el imposible: el adjetivo que se repite, la emoci贸n intraducible en letras, la l谩grima viva, el alma feliz al desnudo. Los ejemplos de m煤sica, de arte, de poes铆a, de sensibilidad, de belleza: 驴qu茅 esp铆ritu tan generoso habita a este tipo para que nos d茅 tanto, pero tanto?

La noche de V茅lez fue un vaiv茅n que deja tela para cortar por mucho tiempo. Hubo una primera parte en la que Luis fue del presente al primer Jade, y de all铆 a fines de los 鈥80, y de all铆 a los or铆genes del rock argentino (Abuelo, Nebbia, Pappo), y al Jade de Bajo Belgrano, y un desfile de duetos con nenes como Fito P谩ez, Charly Garc铆a y Gustavo Cerati (鈥淏aaaajan鈥, se un铆an las dos voces hermanas, y el estadio se ven铆a abajo: 鈥淪i hay un sue帽o cumplido, es 茅ste鈥, cerr贸 el ex Soda), canciones y m谩s canciones de estatura inmensurable. Hubo una segunda parte que fue la conquista del coraz贸n y del nervio, con Los Socios del Desierto preparando el terreno para la descomunal resurrecci贸n de Invisible y Pescado Rabioso, para volver a ver a Almendra, para cerrar cantando a los gritos que no hay raz贸n para seguir viviendo sin tu amor, que yo quiero ver un tren, que no te alejes tanto de m铆.

Pero como la descripci贸n no alcanza hay que recurrir a los ejemplos, a algo que sirva para la vana intenci贸n de definir tanta magia. Detenerse un momento en el Spinetta m谩s 铆ntimo, el que de sobrepique nom谩s, apenas despu茅s del incendio rockero de 鈥淭u vuelo al fin鈥, llam贸 a Diego Rapoport. Y el d煤o de Kamikaze solt贸 鈥淓lla tambi茅n鈥 y 鈥淯mbral鈥 y provoc贸 el silencio m谩s profundo, m谩s estremecedor, para escuchar caer las l谩grimas, para que la luna quisiera asomarse al Amalfitani y mojarse los pies. O al Spinetta que convoc贸 a otro socio de las teclas, el Mono Fontana, para reeditar la experiencia con 鈥淎l ver ver谩s鈥 y 鈥溌縉o ves que ya no somos chiquitos?鈥; o a Leo Sujatovich, para detener el tiempo otra vez con 鈥淓ra de uranio鈥, 鈥淰ida siempre鈥 y 鈥淢aribel se durmi贸鈥. O conceder un segundo al recuerdo de 鈥淎lma de diamante鈥 con Juan Del Barrio y 鈥淐ementerio Club鈥 con Gustavo Spinetta a la bater铆a, y seguir llenando casilleros de deseos 铆ntimos cumplidos.

La belleza en estado puro: Luis Alberto Spinetta, casi 60 a帽os, entero, la voz con el terciopelo de siempre y la rugosidad que supo conseguir. Alto, flaco y con una guitarra roja, cada vez m谩s enorme en un escenario que se iba empeque帽eciendo a medida que dejaba caer canciones.

驴Y no deber铆an muchos integrantes de la patria rockera tomar debida nota de lo que sonaron Invisible y Pescado? Apenas repuesto de los cachetazos sonoros de Spinetta / Marcelo Torres / Javier Malosetti 鈥搎ue cerraron con un 鈥淣asty people鈥 hendrixianamente contundente鈥, el p煤blico vio subir a Machi Rufino y a Pomo Lorenzo y no terminaba de asimilar la idea cuando ya sonaba 鈥淒urazno sangrando鈥, y el bajista sumaba una voz en perfecta sinton铆a con la de Luis. Si 茅se era un n煤mero puesto, lo que vino tuvo el sabor de las elecciones acertadas: 鈥淛ugo de l煤cuma鈥, 鈥淟o que nos ocupa es esa abuela, la conciencia que regula el mundo鈥 y 鈥淣i帽o condenado鈥. Ya era demasiado. No s贸lo por los temas elegidos, sino por la contundencia y elegancia con la que el tr铆o salt贸 33 a帽os de silencio, gan贸 el escenario y mostr贸 una presencia en toda la regla que aun ahora, horas despu茅s, crispa la piel.

Y crispaci贸n el茅ctrica era lo que Pescado ten铆a para ofrecer, el set m谩s largo, con siete t铆tulos que visitaron la so帽adora psicodelia de 鈥淗ola dulce viento鈥 y 鈥淪erpiente (viaja por la sal)鈥, la urgencia dram谩tica de 鈥淧ose铆do del alba鈥, la sutileza de 鈥淐redulidad鈥 y un bloque demoledor, con 鈥淒espi茅rtate, nena鈥 y David Lebon descosiendo la viola y Cutaia sac谩ndole humo al Hammond, y 鈥淢e gusta ese tajo鈥 y 鈥淧ost crucifixi贸n鈥 convertidos en Posgrado de Rock. La banda del alba de los 鈥70 lleg贸 al siglo XXI como un tanque de distorsi贸n, furia y adrenalina.

鈥淗ay m谩s, ustedes tienen un aguante...鈥, dijo el Flaco, con el humor que correspond铆a a semejante noche, que le hizo admitir la repetici贸n de 鈥済enio鈥 y 鈥渃apo鈥 al presentar a los invitados y re铆rse de ello. 鈥淣o te mueras nunca鈥, grit贸 uno. 鈥淰os tampoco 鈥搑espondi贸 Luis, que ya no se enoja por esas frases鈥. Si no, nunca te vas enterar de que no me mor铆.鈥 Y Edelmiro, Rodolfo y Emilio ya estaban subiendo al escenario, como a fines de los 鈥60, como a fines de los 鈥70, a fines de los 2000. Para volar con 鈥淐olor humano鈥 y 鈥淎 estos hombres tristes鈥, para que Del Guercio se luciera con 鈥淔erm铆n鈥, para honrar a 鈥淗ermano perro鈥 como 煤nica ajena al debut de 1969 y cerrar con un c铆rculo 铆ntimo para 鈥淢uchacha (ojos de papel)鈥 a cuatro voces.

Para qu茅 seguir. Usted, lector, que estuvo all铆, sabe que es dif铆cil encontrar las palabras para describir lo vivido. Usted, lector, que no estuvo all铆, tambi茅n lo sabe. Saben que semejante combinaci贸n de belleza, vuelo, emoci贸n, excelencia musical, compromiso con el arte entendido como pura pasi贸n, terminan fluyendo a la misma palabra que cierra todo.

Inenarrable.

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