Quince minutos despu茅s de las 21 horas de un d铆a que para 60 mil fans (m谩s todos los que asegurar谩n haber estado all铆) ser谩 inolvidable, el cemento de River tembl贸. Ya hab铆a pasado la potente cruza entre D鈥橫ente y Le贸n Gieco para la apertura de la noche; ya hab铆an sonado los acordes introductorios de 鈥淭he ecstasy of gold鈥 cuando una tormenta sonora se desat贸 sobre el escenario para dar cuenta de la 煤nica verdad: Metallica hab铆a llegado a Buenos Aires para arrasar con lo que se le pusiera delante. La canci贸n elegida, 鈥淐reeping death鈥 (de Ride the lightning, disco con estatura de cl谩sico editado en 1984) era el estandarte ideal para expresar una emoci贸n un谩nime. Porque hab铆a miles de metaleros sobre el c茅sped, en la tribuna y en las plateas de un Monumental repleto como en toda noche hist贸rica, pero parec铆an moverse en un solo bloque, llevado y tra铆do por la inercia brutal del thrash.
El World Magnetic Tour est谩 saldando cuentas pendientes con Am茅rica latina. Esta noche en River y el domingo en el estadio Orfeo de C贸rdoba terminar谩 de cerrar las heridas que abri贸 hace casi siete a帽os, cuando suspendi贸 su segunda visita al pa铆s aduciendo 鈥渁gotamiento鈥. Mucho se habl贸 a partir de entonces: el episodio Napster (en 2000 la banda demand贸 por 10 millones de d贸lares al sitio que habilitaba el intercambio de archivos musicales, por 鈥渧iolaci贸n de los derechos de autor y crimen organizado鈥) no ayud贸 a subir las acciones de la banda entre el pueblo metalero, pero anoche qued贸 en claro que el 鈥渧ivo鈥 de Metallica alcanza para borrar 鈥搊 al menos dejar en suspenso鈥 todos los 鈥渄eslices鈥 achacables a su condici贸n de megal贸manos superstars.
Aquellos que paladearon el DVD Orgullo, pasi贸n y gloria quiz谩 esperaban el permanente despliegue de efectos especiales que all铆 se retrata, e incluso hubo quien fantase贸 con encontrarse el escenario en el centro del campo. Pero para sus citas argentinas Metallica eligi贸 en todo caso la magnificencia de un sonido avasallador, suficiente para contagiar a la masa y ponerla al rojo vivo: el mejor ejemplo inicial fue esa imponente postal de miles y miles de pu帽os alzados al grito de 鈥淒ie! Die! Die!鈥 en el tema de apertura. 鈥溌縀st谩n listos?鈥, areng贸 James Hetfield, multiplicado por cuatro pantallas. El rugido resultante dej贸 bien claro que el pueblo metalero 鈥搎ue ya hac铆a cola en las cercan铆as de River bien temprano en la ma帽ana鈥 estaba m谩s que preparado para el rito, deseoso del choque de energ铆as.
Acaso haya que admitir que Metallica ha montado, en los 煤ltimos a帽os, la m谩s demoledora puesta teatral de su propia leyenda. Con encomiable profesionalismo 鈥搈谩s la exhibici贸n de evidentes dotes actorales鈥, Hetfield, Lars Ulrich y Kirk Hammett (Robert Trujillo, m谩s all谩 de ser un animal tocando el bajo, no entra en este an谩lisis por no haberse integrado al grupo en la era mainstream) recuperan sobre el escenario la furia que hab铆a sido aplacada, naturalmente, por el 茅xito y el dinero tras las ventas multiplatino del disco negro. Hetfield cantando como un pose铆do, instrumentaciones largu铆simas 鈥揷omo suites infernales鈥, complejos cambios de ritmo, el machaque m谩s podrido que haya salido jam谩s de una guitarra, el doble bombo de Ulrich atronando, iban llevando la noche a un crescendo dif铆cil de describir. 鈥淪ad but true鈥, 鈥淢aster of puppets鈥, 鈥淲hiplash鈥, alternaban con un pu帽ado de 鈥減aliativos鈥, como 鈥淔ade to black鈥 y 鈥淣othing else matters鈥, que serv铆an como pasajera tregua (tregua en la que se derrib贸 cualquier prejuicio, al ver que tambi茅n el p煤blico heavy hace uso de los celulares en los shows) y a la vez preparaban el camino para nuevos embates, para erupciones como la de 鈥淥ne鈥, donde la parafernalia visual s铆 se hizo presente para completar un efecto demoledor.
La gente quer铆a m谩s, la gente iba a tener m谩s. 鈥淓nter sandman鈥, apertura de su disco m谩s vendedor, cerr贸 el cuerpo principal del show con el decibel铆metro al taco. Y si la banda hab铆a elegido abrir con un cl谩sico, el ep铆logo no pod铆a ser menos: 鈥淪eek and destroy鈥, inoxidable himno de Kill鈥檈m all, que termin贸 con Hetfield cantando desde el foso, mezclado con la gente, vino a poner el mo帽o de una noche acorde con la leyenda de una de las bandas m谩s salvajes del g茅nero. El茅ctrica, pesada, contundente. Metallica.
Informe: Fernando D鈥橝ddario.
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