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Domingo, 7 de febrero de 2010
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THE CRANBERRIES SE PRESENTO EN EL ESTADIO LUNA PARK

La memoria afectiva de los años ’90

En su primera visita al país, la banda de Dolores O’Riordan dio muestras de vitalidad frente a un público incondicional.

Por Leonardo Ferri
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The Cranberries tocó sus clásicos y un par de temas de la etapa solista de O’Riordan.

La gente quiere ver bandas. La gente va saldando sus cuentas pendientes. Dos conclusiones –sin mucho análisis, casi evidentes– que pueden sacarse luego del show que brindó The Cranberries en el Luna Park, en la noche del viernes. Y a juzgar por lo visto en el escenario, y teniendo en cuenta también las otras visitas que llegaron a nuestro país, más o menos contemporáneas a la banda irlandesa (Stone Temple Pilots, Faith No More, Primal Scream y PJ Harvey, por nombrar sólo unos pocos), los noventa gozan de buena salud. La banda liderada por Dolores O’Riordan dio muestras de vitalidad, fuerza y sana simpleza frente a un público que promediaba sus treinta, pero que cantó y saltó como si tuviera diez años menos.

A propósito del público –no del que fue a ver a Cranberries, sino de casi cualquier audiencia de un recital– cabe hacer una reflexión en plena era digital: ¿Qué valor tiene hoy la memoria? No la memoria en forma de chip, sino la memoria en forma de recuerdos, de emociones. Es notable cómo mucha gente elige ver los conciertos a través de la pantalla mínima de su celular o cámara de fotos, y filmar lo que está viendo en vivo, mientras cubre la visión de quienes eligen ver y disfrutar un show con sus ojos y oídos. Conociendo la calidad con que graban esos aparatos, ¿es necesario? Fin de la reflexión.

“Es fantástico estar acá”, dijo una simpática O’Riordan al terminar “How”, el primer tema de la noche, al que siguieron “Animal instinct” y “Linger”, uno de los varios hits coreados por el público. La banda, completada por los hermanos Noel y Mike Hogan en guitarra y bajo, el buen baterista Fergal Lawler y un tecladista invitado, sonó bien y ajustada, tanto en canciones power pop como “Wanted,” como en baladas aptas para todo público como “You & Me” y “When You’re Gone”.

O’Riordan, que como solista ya había visitado la Argentina en 2007, es físicamente pequeña, y dueña de una voz suave y dulce, pero fuerte a la vez, con la que juega de manera permanente mientras corre de una punta a otra del escenario, con sus movimientos y raros pasos de baile, ejerciendo un efecto de atracción magnética con el público, que no deja de seguirla con su mirada. La cantante se mostró cómoda y sociable, e intercambió saludos, apretones de manos y hasta autógrafos desde arriba del escenario.

Durante la hora y media que duró el recital alternaron buenas canciones como “Daffodil”, “Pretty” y “Can’t Be With You”, con hits como “Ode to My Family” y “Free to Decide”, entre otros. La lista estuvo armada con 22 temas de sus discos Everybody Else Is Doing It, So Why Can’t We?, No Need to Argue, To The Faithful Departed y Bury The Hatchet, obviando por completo su último álbum Wake Up And Smell The Coffee, pero sin dejar de incluir dos canciones de la etapa solista de O’Riordan: “Switch off The Moment” y “Lunatic”, ambos de su disco No Baggage. Los dos temas, no obstante, sonaron como si pertenecieran a Cranberries. Y si bien la banda respeta cada una de las canciones, se da lugar para hacer pequeñas variaciones, tanto en la fuerza con la que los interpretan, como con las melodías: en vivo suena todo más parejo que en los discos. Batería y bajo forman un bloque de sonido que es adornado por la voz de O’Riordan y la guitarra de Noel Hogan, que intenta, un poco, meter arreglos al estilo de su compatriota, The Edge, de U2.

Hacia el final llegó la sección alternativa, new wave, indie, power pop (o una mezcla de todo eso), porque Cranberries es una banda que tomó elementos típicos de la canción irlandesa y los utilizó a su manera. “Salvation”, “Ridiculous Thoughts” y la gran “Zombie” hicieron temblar el techo del estadio, que desde afuera soportaba una lluvia torrencial y desde adentro una temperatura insoportable. “Hace calor”, dijo la pequeña cantante, y vació su vaso de agua sobre las primeras filas.

La vuelta al escenario, con los bises, dejó más que satisfecha a la gente: “The Journey”, “Empty” y “Dreams” volvieron a recordar por qué una banda como Cranberries llegó a la Argentina a hacer ¡dos! recitales en el estadio Luna Park: si bien no fue de las más populares de su época, sí supo escribir un puñado de hits bastante representativos de los años noventa. Y eso, con unos años de espera en el medio, se convierte en una buena razón para ver a una banda. Ya se puede tachar a los Cranberries de la lista. Que pase la siguiente.

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