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Domingo, 18 de abril de 2010
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ALAN HAKSTEN, AL FRENTE DE UN CONTUNDENTE OCTETO DE TANGO

“Lo importante es hacer música nueva”

El grupo fue una de las revelaciones del Festival de Tango Independiente. Con una propuesta musical rica en matices, el Alan Haksten Grupp va en busca de un lenguaje propio.

Por Carlos Bevilacqua
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Haksten mostrará el original sonido de su banda en El Fino.

“Se puede vivir una larga vida sin aprender nada. Se puede durar sobre la Tierra sin agregar ni cambiar una pincelada del paisaje. Se puede simplemente no estar muerto sin estar tampoco vivo. Basta con no amar nunca a nada, a nadie, es la única receta infalible para no sufrir. Yo aposté mi vida a todo lo contrario.” Pronunciada por la voz de Héctor Alterio en la película Caballos salvajes, la declaración de principios suena como mensaje de bienvenida en el contestador automático de Alan Haksten. “Voy cambiando, pero siempre dentro de audios del cine nacional. En este caso, la frase me pegó porque tiene que ver con mi necesidad de dejar algo”, justifica candoroso el músico. Sus ansias se corresponden con una realidad: con apenas 25 años es el mentor, guitarrista y compositor de todas las piezas del Alan Haksten Grupp, un octeto de jóvenes músicos que sedujo durante el reciente Festival de Tango Independiente gracias a un sonido muy original, donde caben las asperezas de los climas densos pero también el lirismo de melodías amables. Una fórmula que vuelve a ser noticia porque hoy, desde las 22, volverá a exponerse en público en El Fino, flamante “espacio escénico” ubicado en Paraná 673.

“Para mí lo más importante es hacer música nueva. Creo en la competencia en el buen sentido del término. Escuchar buenos temas compuestos por colegas muchas veces me incita a componer”, cuenta Alan, que para bautizar a su formación combinó su nombre, su apellido materno (de origen sueco) y la palabra que en ese idioma escandinavo significa “grupo”. Aún con su idealismo a cuestas, Alan sabe que el camino es sinuoso: “Hoy en día tocar tangos nuevos requiere creer mucho en lo que uno hace, porque muchas veces no te pagan o te pagan poco y, si te pagan un poco mejor, como somos muchos igual es poco lo que queda para cada uno”. Por eso también da clases de guitarra y encontró por el lado de la producción artística una grata veta laboral. Tras programar el año pasado un ciclo tanguero en un boliche de Belgrano, este año será el encargado de elegir los grupos que actuarán los miércoles en El Fino y los primeros y terceros martes de cada mes en la peña La Paila. “En enero, preocupado, me suelo plantear: ‘Tengo que conseguirme un laburo fijo’, pero después encuentro la manera de seguir dedicándome sólo a la música”, suspira. Una realidad similar, matizada por otros emprendimientos musicales, es la que viven sus compañeros de ruta: Aldana Bozzo y Andrés Kozak (bandoneones), Hernán Díaz Kárich y Florencia Prieto (violines), Juan Borjas (piano), Alejandro Abbonizio (contrabajo) y Agustín Uriburu (cello).

Así como en la marcación rítmica del octeto se percibe por momentos la “yumba” típica de Pugliese, hay quienes le encuentran elementos de la música de Eduardo Rovira, según dice Haksten. Las influencias, conscientes o inconscientes, también pueden provenir de otros nombres que él mismo cita: “A mí me gustan varias orquestas típicas tradicionales, como la de Troilo, por ejemplo, pero quienes más me motivan son los músicos que están creando ahora, como Tomás Gubitsch, Fernando Otero y Gustavo Fedel”.

Se dice que el tango nos espera a todos, pero a Haksten lo cooptó temprano. “El primer tango que me enseñaron siendo adolescente fue ‘La última curda’, en un arreglo para guitarra solista. Fue lo que más me emocionó de todo lo que había aprendido. Es que dentro del tango hay mucha tela para cortar. Si primero te interesás por los cantores y te aburrís, te podés meter con las orquestas. ¿Te volvés a aburrir? Podés ir a bucear entre los tríos...”, celebra. Sólo le faltó exclamar, como el personaje de Alterio, “¡La puta que vale la pena estar vivo!”.

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