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Viernes, 23 de abril de 2010
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AGARRATE CATALINA PRESENTA SU ESPECTACULO CIVILIZACION

Una despiadada caricatura de lo uruguayo

Por Carlos Bevilacqua

Las voces de los 19 murguistas no necesitan mucha amplificación para copar el aire de la sala. Una vez captada la atención de los espectadores, la mantienen durante 90 minutos con las mejores artes: un canto colectivo afinado, preciso y coordinado en ese tono pregonero típico del carnaval uruguayo, unas letras tan poéticas como accesibles sobre músicas en general conocidas, y un concepto general de show que se va desarrollando por etapas. Las formas tampoco se quedan atrás: un vestuario deslumbrante alude a la temática de cada cuadro, la iluminación subraya diferentes climas y las transiciones son prolijas. Esos son los principales rasgos de Civilización, el nuevo espectáculo de la murga oriental Agarrate Catalina que, tras su estreno porteño del viernes último, volverá a ofrecerse en La Trastienda (Balcarce 460) los viernes 23 y 30 a las 23.30, y el domingo 2 de mayo a las 20. Las funciones son parte de una extensa gira por la Argentina que se completará con presentaciones en Córdoba (el 24 de abril), Paraná (el 25), Río Cuarto (el 29) y Olavarría (el 1º de mayo).

En el camarín de La Trastienda, antes de la función, el clima que reina es bien relajado. Los murguistas van y vienen como fieras enjauladas, pero de buen humor, a sabiendas de que falta cada vez menos para que puedan soltar las verdades que llevan en sus gargantas. En ese contexto de efervescencia Yamandú Cardozo, director general de la murga, asegura que Agarrate Catalina es “una compañía itinerante que trasciende el carnaval”. “A veces, en ese ritmo de viaje de noche, descanso en un hotel, prueba de sonido y actuación, hay dos funciones, como nos pasó en Neuquén. Además, en carnaval hemos llegado a dar 143 funciones en 40 días y hasta ocho en un mismo día. En estas giras nos hemos cruzado con gente que se dedica al cuidado de la garganta, la proyección de la voz y la expresión corporal. Todos llegan a la conclusión de que las murgas son insalubres. Y la verdad es que es un entrenamiento a lo bruto, pero que en muchos casos logra amasar un espectáculo de rigor artístico profesional en condiciones altamente amateurs. Nosotros defendemos y queremos mucho al carnaval, es nuestro gran motivador. Lo primero que pensamos al armar un espectáculo no es una gira, sino presentarlo en los tablados montevideanos ante nuestra gente.”

–¿Cómo consiguen tanta camaradería entre ustedes?

–En parte influye que hay muchos vínculos familiares, sentimentales y de amistad. Tengo tres hermanos acá: Tabaré y Martín. Están Victoria, que es mi compañera; Carolina, que es su hermana; a su vez, mi cuñada sale con Martín... Debo admitir que somos una murga un poco endogámica (sonríe). El 80 por ciento de nosotros está desde el comienzo, o sea que crecimos junto con la murga. Eramos todos más flaquitos, más jóvenes y solteros cuando arrancamos, en 2001. Tengo 32 años, somos una murga joven en comparación con las demás.

–¿En qué consiste este último espectáculo?

–Es una caricatura, por momentos despiadada, de nosotros mismos. Nos referimos a la “civilización oriental” para poder hablar de los uruguayos, de cómo somos, de cómo nos ven, de cómo creemos que nos ven. Además hablamos sobre la guerra y sobre la ciudad, entre otros tópicos que tienen que ver con lo que se da en llamar “civilización”. Tenemos un cuadro en el que nos proponemos “civilizar al Pepe”, respondiendo al gran debate que se armó en Uruguay una vez que Mujica había ganado las elecciones presidenciales. Hasta sus propios partidarios empezaron a tener miedo de que no pudiera cumplir su función por lo informal que es, porque los uruguayos somos muy progresistas pero también muy pacatos. Entonces se empezó a decir: “Está muy viejo, ¿vos viste cómo tiene el pelo? No conjuga bien ni un solo verbo, vive en una chacra”. El Pepe fue guerrillero, tuvo nueve balas en el cuerpo y estuvo encerrado en un pozo durante años en condiciones inhumanas: tiene otra dimensión de las cosas. Es verdad que conjuga mal los verbos, pero su discurso es embriagador de tan lúcido.

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