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Viernes, 30 de julio de 2010
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EL ESTADIO DE RIVER PODRIA SER INHABILITADO PARA LA REALIZACION DE RECITALES

Una polémica que sube los decibeles

Vecinos de Núñez difundieron un informe de impacto ambiental lapidario. El gobierno porteño mostró otro estudio, menos tajante.

Por Karina Micheletto
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El problema no son los decibeles de los shows, ni siquiera del coro del público, sino el pogo.

¿No más shows en River? La noticia corrió ayer en el ambiente del rock, reactualizando los debates alrededor del uso para recitales del estadio más grande del país, después de que a principios de año la Justicia porteña dictara un fallo prohibitivo que levantó los decibeles de la disputa. Los vecinos de Núñez dieron a conocer un informe de impacto ambiental, realizado por el ingeniero Jorge Linlaud, que indica que las vibraciones se ubican “17 veces por encima de los valores máximos permitidos”, en una medición que tiene en cuenta la forma en que son afectadas las personas (no los edificios). Según Linlaud, los vecinos de Núñez sufrirían “mareos, vómitos y malestares, y también ataques de pánico” con este nivel vibratorio. Por otra parte, en declaraciones a Página/12, el presidente de la Agencia de Protección Ambiental porteña, Javier Corcuera, aclaró que éste no es el informe oficial que encargó el organismo: “Nosotros ordenamos una evaluación a cargo de la Universidad de Buenos Aires, que no fue tan conclusiva. Pero sí determinó que hay un problema serio con la amplitud de las vibraciones, que afecta específicamente a los edificios de entre diez y doce pisos de altura, de los cuales hay muchos por la zona de River”.

El problema no son los decibeles de los shows, ni siquiera del coro del público, sino el pogo: la vibración del salto de la masa. “La pregunta es: ¿se pueden reducir esas vibraciones de algún modo? Si se logran reducir, aplicando las técnicas adecuadas, aun con los chicos haciendo pogo, River quedaría habilitado para shows, tal como indica el fallo”, dijo Corcuera a Página/12.

El funcionario contó que su área está en conversaciones con los productores del show de Jonas Brothers anunciado para el 4 de noviembre, con las entradas ya a la venta– para realizar “pruebas experimentales”. “Antes de que se realice el recital, queremos controlar la prueba técnica con la que los organizadores van a tratar de demostrarnos que logran reducir la vibración producida por los saltos de la masa, que es de dos hertz, poniendo sobre el campo diferentes materiales, para ver si alguno impide que se transmita esta onda”, explicó el funcionario. “Por lo que sabemos, están diseñando diferentes técnicas para lograrlo, unas se basan en el concepto de colchón, otras funcionan con placa rígida con amortiguadores. Tendrán que ponerlo a prueba antes del recital, haciendo saltar a centenares de personas en forma de experimento. Ese día estaremos controlando con nuestros propios técnicos e instrumentos y también invitaremos a los vecinos a que hagan sus mediciones. Si demuestran que redujeron la vibración, el recital se hará. Si no, podrán seguir intentando otras técnicas, siempre que tengan tiempo para hacerlo.”

Para los vecinos, sin embargo, y de acuerdo con el fallo que impide usar el estadio para recitales “hasta tanto los organizadores y River Plate cumplan con las evaluaciones de impacto ambiental”, el uso de la cancha quedaría prohibido con la difusión del informe que encargaron en forma privada, cumpliendo una exigencia del artículo 123 de la Constitución porteña. El estudio, hecho en diciembre pasado durante un recital de AC/DC, fue presentado ayer por el ingeniero Linlaud en declaraciones radiales como informe concluyente de prohibición.

En referencia al reclamo de los vecinos, el especialista evaluó que “no eran tres o cuatro mujeres molestando, es un problema muy serio”.

Desde que surgió el problema de River, el tema rebota como una papa caliente para el gobierno porteño, obligado a mediar entre los vecinos de Núñez y otros miles de vecinos afectados, que al fin y al cabo también votan. Un par de ejemplos grafican el intríngulis: hace unos días, el propio Mauricio Macri salió a repetir por Twitter –uno de los medios de comunicación preferidos de su gestión– que el gobierno porteño no había cancelado el recital de Jonas Brothers, anunciado para noviembre en River. “Se están realizando estudios de impacto ambiental”, calmaba el jefe del PRO, y copiaba lo que los mismos Jonas Brothers habían posteado en su cuenta de esa red, en un inglés mal traducido: “Sólo queremos que todos sepan (que) el rumor de que cancelamos nuestro show en la Argentina NO es cierto. ¡Todavía estamos llegando a la Argentina y no podemos esperar!” La aclaración fue hecha después de que Javier Corcuera soltara públicamente que el recital de la banda estadounidense “aún no estaba autorizado”, porque todavía no estaba listo el estudio de impacto ambiental.

Otra situación confusa, e irresuelta aun cuando ya están a la venta las entradas, es la que se abre con la organización del Pepsi Music en el Parque de los Niños, luego de que una prohibición como la que ahora afecta a River cancelara los shows en el club Obras Sanitarias. El gobierno porteño autorizó la venta de entradas para el show de Green Day en este espacio público, ubicado sobre la costa del Río de la Plata, en el barrio de Núñez. Pero ante las críticas formuladas desde la Legislatura por el uso de un espacio público para un evento privado, salió luego a decir que no había concedido ningún permiso para el uso de ese parque. Así las cosas, los recitales multitudinarios en la Ciudad de Buenos Aires tienen un condimento extra de aventura: adivinar dónde se van a hacer finalmente.

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