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Sábado, 31 de julio de 2010
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Entrevista con el baterista estadounidense Peter Erskine

“La música no es un deporte”

Desde Weather Report hasta Joni Mitchell pasando por la banda de Stan Kenton y el grupo Steely Dan, Erskine ha demostrado detrás de los tambores una versatilidad que excede las fronteras del jazz. Y hoy se presenta en el N/D Ateneo con su nuevo trío.

Por Diego Fischerman
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“Aprendí cómo tocar en trío cuando vivía en Nueva York”, dice Erskine.

Si sólo se tratara de quien fue el mejor baterista que tuvo Weather Report, ya sería bastante. Pero Peter Erskine, tal vez el instrumentista con la técnica más depurada y perfecta entre los de su generación y, además, uno de los más versátiles que pueda imaginarse, tocó también con la banda de Stan Kenton, con el extraordinario grupo Bass Desires (junto a Bill Frisell, John Scofield y Marc Johnson), con Joni Mitchell, Steely Dan y con Steps Ahead. Además condujo uno de los tríos más notables de los ochenta, el que conformó con el pianista inglés John Taylor y el contrabajista sueco Palle Daniellson. Y mañana tocará en Buenos Aires al frente de su trío actual, con Damian Erskine en bajo y Vardan Ovsepian en piano.

“Oír es la clave –resume Erskine, en una conversación con Página/12–. Tengo contactos con músicos muy jóvenes, entre ellos los miembros de este trío y mis alumnos. Nos enfrentamos con el jazz, una música con una historia de 199 años y donde a veces parece que todo hubiera sido dicho. ¿Qué les digo yo, entonces, a ellos? Que es muy simple; que sólo se trata de tocar aquello que querríamos oír en el momento siguiente. Tuve maestros, reales o a la distancia, a través de los conciertos y los discos, y trato de transmitir tanto como lo que recibí. Algunos de los músicos con los que toqué fueron mejores maestros que otros, pero con todos aprendí. Joe Zawinul, obviamente, fue una figura importante en mi vida. Pero sobre todo fui afortunado por recibir enseñanzas, a lo largo de mi vida, de grandes maestros de la batería. Conocí a muchos y siempre sentí por ellos un gran respeto; ellos me recompensaron con su amistad y su guía, en la música y en la vida. Bateristas como Elvin Jones, Mel Lewis, Tony Williams y Jack De Johnette fueron siempre generosísimos conmigo.”

La actuación del trío de Erskine, que será hoy en el ND/Ateneo (Paraguay 918), forma parte de una gira por Argentina, Chile, Perú, Puerto Rico y México. “Aprendí cómo se tocaba en trío cuando vivía en Nueva York y trabajaba con el guitarrista John Abercrombie. Por ‘aprender’ entiendo poder abandonar viejos y rígidos hábitos de tocar y de frasear y poder ver con la música una imagen mayor. Un trío es fantástico, porque cada integrante está absolutamente expuesto y esa especie de construcción de tres vías significa que uno puede cambiar muy rápidamente de dirección. Hay una gran riqueza en la transparencia y la claridad de todas las notas.”

–Usted tocó con Weather Report y, también, con grupos muy “clásicos”, como la orquesta de Kenton o su propio trío. ¿Se trataba de caminos separados o de caras complementarias de una misma moneda?

–Cuando entré en Weather Report, en 1978, un periodista de Tokio me preguntó de qué manera mi experiencia en big bands me calificaba para tocar con una banda como ésa (eso fue justo antes de mi primer concierto con Weather Report) y yo comencé a contestarle: “Ehh... buena música es buena música...” y entonces Joe Zawinul interrumpió para decir “Weather Report es una big band; y también un pequeño grupo. Próxima pregunta”. En consecuencia, y recordando ese momento, puedo decir que Weather Report trataba a toda la música de la misma manera. Era, por otra parte, una banda muy ruidosa en el momento en que yo toqué en ella. Y hasta que no dejé la banda y empecé a trabajar en Nueva York no descubrí el poder de la suavidad y la sutileza, cómo decir más con menos. El ECM Trio (lo denomina así porque en ese sello es donde se registró la discografía del grupo), con John Taylor, fue un buen paso en esa dirección. Luego exploré esa línea con mis tríos californianos y el Nuevo Trío, con Vardan y Damian es la última variación. Este nuevo grupo puede deleitarse en la sensación de espacialidad y en la quietud de mis aventuras más recientes pero, también es el vehículo para que aparezca en mis interpretaciones algo del antiguo fuego de mi manera de tocar.

–Los comienzos de su carrera coincidieron con el final de un período muy intenso y creativo de la historia del jazz. ¿Cuáles son sus recuerdos de esa época y cuál es su impresión, en comparación, acerca del momento actual del jazz?

–No hay duda de que el final de los ’60 y el comienzo de la década siguiente fueron períodos muy fértiles para el desarrollo musical. El mundo entero parecía estar cambiando y había una sensación colectiva de optimismo. Tuve la fortuna de comenzar a trabajar profesionalmente en 1972 y, eventualmente, entrar a Weather Report a fines de esa década. En los ’80 parecía preguntarse menos cosas y comenzaba a actuar como si ya tuviera todas las respuestas. Para mí resultaba natural seguir preguntándome determinadas cosas. Por ejemplo, no estaba satisfecho con el modelo habitual de melodía-solo-aplausos-otro solo-más aplausos-clímax y entonces... aplauso. Y después el tema siguiente. Y repetir este molde una y otra vez en cada concierto. Los años en ECM me enseñaron a tratar de manera diferente a los músicos y a la música. Estoy trabajando en la concepción de los solos como “no eventos” y en pensar más en la historia de la canción que en tocar lo que los dedos conocen. Sería interesante que el músico que hace un solo sea percibido por el público como un contador de historias y no como un exhibicionista. Esto es lo que la música me pide a mí. No puedo hablar por otros, pero sé que los oyentes responden de manera entusiasta cuando se apela a su imaginación y su inteligencia es tenida en cuenta; cuando son invitados a participar con una escucha activa. La música no es un deporte y no debería ser un accidente de tránsito. Y además esto es jazz, así que debería tener swing, debería mover nuestros cuerpos, debería ser inteligente y debería ser honesta. Eso es lo que el jazz es hoy para mí.

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