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Viernes, 3 de septiembre de 2010
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LA VELA PUERCA, HOY Y MAÑANA EN EL MICROESTADIO DE ARGENTINOS JUNIORS

“Las ganas de tocar son las mismas”

La banda uruguaya prolonga su gran momento con dos conciertos agregados a la inicial presentación de su DVD y CD, Normalmente anormal. “Nunca nos imaginamos esto. Con tener una banda y sacar un disco con los amigos, para nosotros ya estaba”, aseguran.

Por Leonardo Ferri
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Butler, Cebreiro y Teysera, satisfechos con el camino recorrido.

Hubo un tiempo en que ir a un recital significaba volver a casa con los bolsillos llenos de volantes que promocionaban otros shows. En esa misma época, grabar un disco y editarlo en formato CD representaba cierta legitimación, la sensación de “haber hecho algo”, de tener el producto final, y que las cosas podían llegar a ir en serio. Un primer paso de un largo camino imaginario, pero paso al fin. La Vela Puerca es una de esas bandas que surgió en aquellos años analógicos, en los que Internet todavía no había explotado y era necesario cruzar desde su Uruguay natal para hacer el trabajo de hormiga: repartir volantes, promocionar, caminar, conseguir lugares para tocar, seguir caminando, y seguir repartiendo. Y terminar cada show sin perder plata no era lo más frecuente. Hoy, 14 años después, la situación es otra y las horas de espera previas a los conciertos que el combo montevideano dará hoy y mañana en el Microestadio de Argentinos Juniors, sirven para recordar esas viejas épocas, que se parecen bastante a la realidad que les toca vivir en cada gira que hoy hacen por Europa, donde todavía tienen algo de “novedad”. Alrededor de una mesa y mate en mano, Sebastián “Enano” Teysera (voz), Santiago Butler (guitarra) y Sebastián “Cebolla” Cebreiro (voz) se ponen nostálgicos, pero divertidos, conformes con el camino recorrido desde aquel primer paso llamado Deskarado. “En un show en Cemento nos fuimos con 40 pesos cada uno, y yo me compré los discos de los Redondos que me faltaban, porque no había mp3”, recuerda Cebreiro.

–Pero por más m

p3 que haya, con la edición de lujo que tiene Normalmente anormal (su último álbum) está claro que ustedes siguen apostando al disco, ¿no?

Sebastián Teysera: –Sí, totalmente, porque es algo tangible. Nuestra generación está como en el limbo con el mp3, porque todavía no logramos adoptarlo como formato. En lo personal, a mí el mp3 me saca de un apuro, para escuchar algo que no se consigue fácil ni en Uruguay ni en la Argentina ni en ningún lado, y después, si me gusta, lo busco y compro el vinilo. Me gusta el ritual de ver el arte del disco, de leer quién estuvo, dónde lo grabaron...

Sebastián Cebreiro: –Además, en un disco tenés un diseñador gráfico, un fotógrafo, un tipo que hace aquello... Es todo un paquete artístico, que con el mp3 deja de existir.

S.T.: –Con el mp3 es todo más fácil, no se aprende a tener paciencia.

–¿La paciencia es la clave para que las cosas funcionen?

S.C.: –En los últimos dos meses estuve sólo ocho días en mi casa. Para hacer un show de dos horas, en las giras hay que esperar para ir a probar sonido, esperar para ir a comer, esperar para ir a tocar, esperar para que te digan que salgas al escenario... Uno desarrolla una paciencia increíble, si no, no podría seguir.

Santiago Butler: –Con La Vela no hemos elegido el camino del éxito fácil. Hay maneras más simples de hacer las cosas, pero lo nuestro es más kamikaze. Preferimos eso de mandarnos a lugares donde no nos conocen y recorrer, que ir y tocar en la fiesta empresarial o el cumpleaños de 15, como nos han ofrecido y hemos dicho que no.

S.C.: –Nunca fuimos políticamente correctos a la hora de sacar un disco, por eso elegimos hacer el DVD ahora, con 14 años de historia en las espaldas, porque consideramos que tenemos algo para contar.

El DVD del que hablan es más que eso, ya que además tiene un CD en vivo, Directo (grabado en sus shows en Ferro en 2007 y en Montevideo), y otro CD, Extra, con cinco canciones grabadas en estudio, una de ellas inédita. El registro visual está formado por un documental que cuenta la historia de la banda y muestra su intimidad, y el concierto antes mencionado. Normalmente anormal es, también, la excusa con la que cuentan para estar de gira otra vez. “No tenemos sello y no quisimos hacer eso de romper el chanchito para tener que sacar nuestro disco sí o sí de manera independiente”, explica Cebreiro. “Pensamos: ‘Si lo hacemos, vamos a hacerlo bien, si no, que lo saque otro’”, agrega.

–¿No llevan la independencia al extremo de querer hacer todo por ustedes mismos?

S.C.: –Hay cosas que escapan a nuestras manos. Venimos de Uruguay, donde hace diez años decíamos que íbamos a sacar un disco de manera independiente y todo el mundo se nos cagaba de risa en la cara. La independencia no quiere decir “lo hago yo solo y me doy la cabeza contra todo”. Creo que la independencia pasa por tomar las decisiones artísticas, y no por quién lo distribuye y adónde se vende.

–¿Aplican esta misma lógica para tocar en los festivales, que están en su mayoría auspiciados?

S.C.: –Lo que nos seduce de los festivales es que podemos tocar frente a gente que nunca pagaría una entrada para ir a vernos. Por lo demás, la historia siempre es la misma: los horarios son una mierda, si te pasás te cortan el sonido, y así.

–¿Ustedes sufrieron la falta de lugares para tocar después de la tragedia de Cromañón?

S.B.: –No tanto, porque para esa época fue que hicimos los primeros Obras. Estuvimos al borde de tocar en lugares que mejor ni nombrar, pero que no habían gustado del todo.

–Al haber llegado a la masividad, ¿sienten la responsabilidad de acompañar o apadrinar a las nuevas bandas del rock uruguayo?

S.T.: –Cuando empezaron a sucedernos cosas totalmente atípicas para el rock uruguayo, como la primera gira por Europa, llevamos discos de las bandas amigas (La Tabaré, Bufón) y los repartimos. Eso de la solidaridad con los que recién empiezan y de dar un consejo está buenísimo, nos encanta, porque muchos están pasando por lo que pasamos nosotros.

–¿Y cómo se vive pasar de tocar para varios miles, como hacen acá o en Uruguay, a tener enfrente a unos pocos?

S.B.: –En las giras por España y Alemania tocamos en lugares chicos, para 600 personas, y se dan lindos conciertos, porque la gente está más cerca.

S.C.: –En Europa, un día tocamos para 12 mil personas y para el toque siguiente tuvimos 36 entradas vendidas. Una vez nos pasó de tocar para cero personas... ¡y tocamos igual! Fue como un ensayo. Y en Villa Gesell tocábamos con una banda que mejor no nombrar, y llegó la hora de tocar y ni siquiera habían hecho entrar a la gente. Tocamos para el único plomo que teníamos. Se trata de tener el mismo respeto por el público de Caleta Olivia que por el de Córdoba, por más que a un lugar vayan siete mil personas y al otro no. Las ganas de tocar tienen que ser las mismas.

–Desde un principio parecen haber tenido las cosas muy claras en cuanto a qué querían hacer y cómo llevarlo a cabo. ¿La realidad superó sus expectativas?

S.T.: –Nunca nos imaginamos esto. Con tener una banda y sacar un disco con mis amigos, para mí ya estaba. Todo lo demás es consecuencia de algo que sucedió, pero que por algo nos sucedió, ¿no?

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