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Miércoles, 6 de octubre de 2010
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Silvia Iriondo grabó una nueva versión de Mujeres Argentinas

Heroínas en tiempo presente

La cantante asumió el desafío de interpretar una obra inscripta en el imaginario con la voz de Mercedes Sosa. Iriondo, admiradora de La Negra, señala que buscó desmarcarse de la primera versión, atravesada por la épica y “hacer foco en lo emotivo, en lo sensual”.

Por Cristian Vitale
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Iriondo presentará su CD todos los viernes de octubre en la Casa Nacional del Bicentenario.

El concepto de música fugitiva se aplica a la ocasión. A Silvia Iriondo le tocó en suerte –o no– volver al presente una obra clave, casi intocable, después de la puesta de Mercedes Sosa: Mujeres Argentinas. “No sé, cantar a Alfonsina después de Mercedes es como cantar ‘El día que me quieras’ después de Gardel”, lanza, confiada de haber salido airosa del desafío. Está en relax, luego de la primera función de un ciclo que continuará todos los viernes de octubre a las 20 en la Casa Nacional del Bicentenario (Riobamba 985) y eso de música fugitiva –aquello que permanece en constante cambio y promueve otra posibilidad– parece funcionar. Su visión de la cantata pergeñada a fines de los sesenta por Félix Luna y Ariel Ramírez logró desmarcarse en detalles finos, sutiles, de la que Mercedes inmortalizó cuando se hizo carne en Rosarito Vera, Juana Azurduy, Alfonsina Storni o Manuela, la tucumana. “La idea fue hacer foco en lo emotivo... en lo sensual o lo frágil ¿no?, porque en aquella primera versión la obra era como muy épica. Parecían todas Juanas de Arco que, bueno, un poco lo eran: que en el 1800 hubiera una Azurduy dirigiendo escuadrones de mujeres y criollos en la lucha por la emancipación era verdaderamente revelador”, señala.

–La intención fue restarles solemnidad, entonces.

–Visibilizar la parte femenina de cada una. La mujer madre, la de todos los días, que también es heroica. La que sale a trabajar y tiene que parar la olla para sus hijos y, a la vez, encarar un proyecto nuevo con su profesión. O tiene que dejar su origen para venirse a vivir a las grandes ciudades, insertarse en una nueva cultura, sostener su familia, su profesión, en fin... Más allá de lo histórico que tiene la obra, son muchas aristas a la vez las que cubre la mujer, y eso me parece muy heroico, cotidiano, anónimo. Es lo que quiero transmitir: una Argentina verdadera que no se quiere mostrar.

El trabajo surgió a mediados del 2008 con la intención de grabar un disco y exponerlo en el Festival Internacional de Ushuaia al año siguiente. La Iriondo, responsable de la producción y la concepción musical, se rodeó de músicos consustanciados con su impronta –Federico Arreseygor, Horacio “Mono” Hurtado, Juampi Francisconi y Ana Archetti– y pudo resignificar una obra que parecía destinada a congelarse en el imaginario a través de Mercedes. “La verdad es que me crié con la obra. Lo que pasó ahora es que me volví a encontrar con ella, a escucharla y ver cómo podía encararla de otra manera... que no fuera un cover, digamos, no hacerla con los mismos arreglos que los de Mercedes. Fue poner el ojo en las mujeres de hoy que siguen haciendo patria y no quedarme solamente en aquellas que se destacaron en un momento muy puntual de la historia. A ver, ¿cuáles son las Juana Azurduy de hoy?, ¿cuáles las Rosarito Vera?”, define la cantante, que espera para esta noche la participación de la bailarina Beatriz Durante. “El otro viernes me va a acompañar Miriam García, y en los dos últimos Marián Farías Gómez y Lilian Saba, siempre con las fotos de Adriana Lestido como trasfondo de imágenes”, precisa.

–¿Cuál de las ocho mujeres que integran la obra original le costó más abordar?

–Alfonsina, sin dudas. Cantar a Alfonsina es cantar “El día que me quieras”, tremendo. Por suerte, pude meterme bastante después de encontrar un registro vocal de un programa de radio de 1950, donde ella presenta unos poemas, y hace una introducción. La verdad es que me sorprendió el tono de voz, su manera de hablar.... me imaginaba otro. La creía más melancólica, y sin embargo la escuché muy segura de sí, con mucho coraje y autoridad. Traté de hacer cosas así para encontrar un espacio nuevo y encarnarme en la obra, porque, insisto, me costaba mucho salir de la interpretación de Mercedes. Es que no hay cantante que no la admire. Todas estamos muy impregnadas por lo que nos dejó... fundó una manera de cantar y decir el folklore argentino. Cuando yo empecé, a los 18, 19 años, me decían “que voz parecida a la de la Negra” y nada que ver... la cosa era que una se quería parecer. Bueno, después con el transcurso del tiempo, una se va encontrando consigo y se da lo propio. Pero ella nos dejó un rasgo y es lindo reconocer esa influencia.

–¿Cómo trascendió el trabajo en lo musical, en el aspecto de los arreglos y el armado de las versiones para lograr el plus “personal” de una obra con esta historia?

–En principio, me encontré con Federico Arreseygor, el pianista, para ubicar en cada canción un espacio de melodía y armonía, una idea de ámbito para desarrollar algo desde ahí. Les doy mucha importancia al desarrollo armónico, y también a los tiempos, las respiraciones que tienen que ver con la rítmica de nuestro folklore, que nos diferencia de otras etnias, de la música universal en general. Me gusta poner el acento en lo rítmico, porque es nuestra gran diferencia, y el aporte que hacemos desde ahí a la música universal. Son rítmicas muy complejas ¿no?, la resbalosa, la zamba... bueno.

–¿Por eso la zamba sin bombo en “Alfonsina y el mar”?

–Sí. El bombo no está, pero queda sonando en quienes conocemos de qué se trata nuestro folklore. Sabemos que en ese silencio está la obra. Después, para la “Gringa Chaqueña” traté de ubicarme en el paisaje y la cultura del Chaco. Por eso, la introducción es como una especie de llamado de la tierra... la tierra habla y llama, convoca, y por eso se escucha el sonido del paisaje, y de algunos tobas que van transitando y le dan un contexto cultural. Traté de ambientar a cada una de las mujeres en su espacio.

–Espacios geográficos y en cierta manera humanos. Es hora, en Latinoamérica, de presidentas y mujeres ocupando roles clave en la sociedad, impensados cuando la obra vio la luz por primera vez.

–Sí. Estamos en un momento en que la sociedad nos lo permite o, mejor dicho, la mujer se lo permite y la sociedad lo acepta. Yo creo que Cristina Kirchner, por ejemplo, encarna todas las unidades de una mujer, porque está encarando un discurso, un rol político, una autoridad y a su vez es una mujer con sus hijos, muy femenina, donde su aspecto estético y su belleza tienen un lugar de sensualidad y atracción. Ella no dejó de ser mujer por desarrollar un discurso de pensamiento y como ella tantas otras que tienen un discurso propio político, artístico, sin abandonar lo específico del género. No hay por qué hacer un renunciamiento del adentro o el afuera en la mujer y creo que esto, más allá de lo específicamente musical o estético, opera fuerte en esta versión de Mujeres Argentinas.

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