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Jueves, 14 de octubre de 2010
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IRA KAPLAN, EL PASADO Y LA ACTUALIDAD DE YO LA TENGO, QUE ACTUA HOY EN LA TRASTIENDA

“La diversidad del grupo es natural”

Hoy y mañana, la inclasificable banda estadounidense pondrá el cuerpo a su segunda visita, en el segmento “indoor” del festival que anoche abrieron Rage Against The Machine y Queens of The Stone Age. “No hay música que sea incompatible entre sí”, dice Kaplan.

Por Santiago Rial
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Yo La Tengo hace una música que se empeña en esquivar etiquetas.

Hace alrededor de un año, los Yo La Tengo volvieron a demostrar, sin querer queriendo, que viven en su propio mundo. O mejor dicho: que viven en su pequeño (y fascinante) rincón del mundo. Acababan de editar Fukbook con los Combo Fuck, el proyecto alternativo en el que el grupo liderado por Ira Kaplan le da rienda suelta a una de sus pasiones musicales: tocar temas ajenos. Todos pensaron que el título se trataba de una burla a la red social Facebook. Pero, por suerte, las cosas nunca son tan obvias en el mundo de Yo La Tengo: “La verdad es que estoy tan metido en nuestro propio mundo –recuerda Kaplan en diálogo telefónico desde Hoboken, Nueva Jersey–, que en ningún momento pensé en Facebook. En 1990, nosotros hicimos un disco que se llamaba Fakebook (que significa algo así como “libro de cuentos” y que incluía deliciosas apropiaciones de canciones de artistas como John Cale, Daniel Johnston, Cat Stevens, Flamin’ Groovies, etcétera). Es una cita a ese disco. Ni por un segundo pensé en Facebook, porque nunca lo usé”.

Yo La Tengo (nombre que siempre funcionó más bien como una onomatopeya, ya que ninguno de ellos es de habla hispana) arrancó a medidos de los ’80 como una banda de rock con un toque country, influidos por The Velvet Underground y The Feelies (sus vecinos de Hoboken): una banda tan sutil que prácticamente pasó inadvertida, salvo para algunos melómanos que se daban cuenta de que ahí pasaba algo más que un nombre simpático. Ya en los ’90, con discos como This is Yo La Tengo (de 1991, ya más rockero y electrizante), Painfull (de 1993, más pop y soñador) o el clásico I Can Hear the

Heart Beating as One (1997), la banda se fue ganando su lugar en el mundo. Un lugar que revalidarán hoy y mañana en La Trastienda Club (Balcarce 460), en su segunda visita a la Argentina y como parte del festival Pepsi Music.

Y quizá sea por eso que una canción como “My Little Corner of the World” (también un cover de Bob Hilliard y Lee Pockriss, una pequeña joya que cierra el disco I Can Hear...) parece de algún modo sintetizar la filosofía del grupo, su humilde sabiduría pop: además de su exquisito gusto para hacer versiones, los Yo La Tengo la tienen atada a la hora de hacer buenas canciones. “Siempre hacemos muchas canciones para cada disco y siempre quedan afuera temas. Y cuando grabamos esa canción no sabíamos si iba a quedar. De hecho, quedó última. Pero con el tiempo fue cobrando cada vez más sentido”, dice Kaplan.

Los últimos serán los primeros: desde su pequeño rincón del mundo, Yo La Tengo se las ingenió para volverse una banda indispensable. Lo suyo no son los escándalos, ni las tragedias tóxicas, ni los romances mediáticos. De hecho, Kaplan está casado con Georgia Hubley (la baterista que le da un toque tribal inconfundible) desde los inicios de la banda. Después de 25 años de trayectoria, el grupo se caracteriza por los discos atemporales, con cadencias que quizás en una primera escucha pasan inadvertidas pero que, como si se tratara de un efecto hipnótico retardado, hacen que uno tenga que volver a escucharlos. Pero también por sus recitales, siempre únicos y a la vez generosos en covers y largas zapadas.

“Por supuesto que nos damos cuenta de cómo la audiencia estaría feliz: sé que si tocáramos ‘Sugarcube’, ‘Autumn Sweater’ y ‘Stockholn Syndrome’ (tres temas de I Can Hear...), mucha gente estaría más contenta. Y a veces lo hacemos, pero la verdad es que no podemos hacer siempre eso. Y lo hacemos cuando tenemos ganas, porque ésos no son los únicos temas que tenemos, y la verdad es que nunca está tan armado. Además creo que me sentiría avergonzado si hiciéramos siempre lo mismo. Seríamos como esclavos.”

Esas pequeñas libertades son las que definen al grupo liderado por Kaplan. Una banda cuya actitud es lo opuesto a ese “Dedicado seguidor de la moda” que describía el tema de The Kinks: los Yo La Tengo se dedican, natural y conscientemente, a ignorar cualquier moda, cliché o convención. Y la paradoja es que su mezcla de estilos (folk, krautrock, noise, easy listening, country, punk rock, todo pasado por su propio filtro que hace que su estilo sea inconfundible) termina resultando, cada tanto, vanguardista. “Creo que la diversidad de la banda es algo natural. The Beatles en el Album Blanco tenían un tema experimental como ‘Revolution 9’, pero era un disco de canciones. No hay música que sea incompatible entre sí. Pero también creo que cada uno hace lo que le sale. A nadie se le ocurriría pedirles a los Ramones que cambien o varíen su estilo, ¿no?”

La tentación de ponerle un rótulo a la música de Yo La Tengo lleva a pensar en el término free pop: una mezcla entre la libertad para improvisar del free jazz y el cuidado artesanal para redondear lindas canciones pop, muy accesibles más allá de su escasa difusión.

“Yo creo que la primera vez que supe algo acerca de John Coltrane fue en una nota a The Byrds. Quizás el lado más ‘ruidoso’ del grupo siempre se conectó con The Velvet Underground y con la influencia que tenían del free jazz. De hecho, hace poco estuvimos tocando con algunos integrantes de la Sun Ra Arkestra y fue increíble porque nos llevaron a tocar cosas que normalmente no podemos o no sabemos tocar. Nosotros siempre escuchamos muchísima música. Pero si tuviera que nombrar a un grupo, creo que tendría que nombrar a The Kinks. Siempre los amé. Me fascina cómo podían estar en el medio del Swinging London y, sin embargo, mantenerse a la vez separados de eso.” Un poco como Yo la Tengo: una banda de rock estadounidense, pero que les viene escapando, desde hace 25 años, a la estupidez, a la vulgaridad y a la redundancia a las que le rinde culto tanto reality rockero. Un pequeño milagro.

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