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Jueves, 14 de octubre de 2010
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NOTABLE PROGRAMA CON DOS OPERAS BREVES EN EL TEATRO COLON

El juego de las similitudes y las diferencias

Por Diego Fischerman

8

UNA TRAGEDIA FLORENTINA VIOLANTA

Dirección musical: Stefan Lano.
Dirección de escena: Hans Hollmann.
Diseño de escenografía e iluminación: Enrique Bordolini.
Diseño de vestuario: Imme Möller.
Orquesta y Coro Estables del Teatro Colón.
Elenco: James Johnson, Deanne Meek, Evans Bowers, W. Schöne, entre otros.
Teatro Colón. Martes 12.
Nuevas funciones: mañana 20.30, domingo 17 a las 17 y martes 19 a las 20.30.

Una tragedia florentina, de Alexander Zemlinsky, y Violanta, de Erich Wolfgang Korngold, fueron estrenadas con un año de diferencia, en 1917 y 1916 respectivamente. Ambas obras ubican dramas pasionales –y relaciones triangulares– en el Renacimiento italiano y en ambos casos el romanticismo tardío de Richard Strauss es una referencia inevitable. Las dos óperas, por otra parte, trabajan con una gran orquesta, tienen sombras del expresionismo naciente y, también, ecos de la “moda del inconsciente” provocada por el nacimiento del psicoanálisis. Zemlinsky, además, fue profesor de Korngold. Y, sin embargo, no podrían ser más diferentes.

Implosiva una y explosiva la otra, dibujan, con exactitud, la zona de frontera estilística (y de pensamiento) en la que se situaba la zona de influencia vienesa en las primeras décadas del siglo pasado. Los destinos posteriores de ambos compositores, ambos judíos y exiliados en Estados Unidos a partir del ascenso del nazismo (uno, Zemlinsky, pobre y casi ignorado en Nueva York, y el otro, Korngold, una estrella de Hollywood), podrían pensarse inscriptos en las maneras casi opuestas en que cada uno, en estas dos óperas, leyó de las mismas fuentes. El libreto de Zemlinsky, basado en un texto de Oscar Wilde, plantea una vuelta de tuerca genial a la situación triangular: el marido, que maltrata a su mujer y a la vez es detestado por ella, mata al amante a quien sorprende en su casa. Todo sucede en un mismo lugar y en tiempo real y, luego de que el crimen es consumado, la mujer exclama: “No me habías dicho que eras tan fuerte”, a lo que él responde: “No me habías dicho que fueras tan bella”.

Que uno haya sido capaz de matar y que la otra haya podido ser deseada por un tercero hace que se vean por primera vez. El bajo James Johnson, el notable tenor Evans Bowers, y una exacta Deanne Meek compusieron un drama de tono justo, tenso al extremo, en el medio de un tejido orquestal altamente complejo que parece ser parte de la misma trama. En Violanta la orquesta, espectacular, subraya con el corno o el cello las envolventes melodías de los personajes y también se destacó el elenco, brillando Bowers, Wolfgang Schöne y Eiko Senda. Sin embargo, la marcación escénica, que en la primera de las obras había aparecido firme y contenida, en esta se mostró desbordada por la gestualidad de Senda, más cercana al melodrama italiano que al tortuoso personaje diseñado por el libreto de Hans Müller-Einigen. También aparecieron erráticos, en la función del estreno, algunos cambios de luces y, sobre todo, la única escenografía, más cerca de una cantina griega que del interior opresivo que une a ambas obras.

La orquesta, frente a las exigencias de ambas partituras –la de Korngold es más virtuosa y espectacular pero, al mismo tiempo, menos intrincada– respondió con corrección a la dirección del experto Stefan Lano. Muy bien en cuerdas y maderas y correcta, en general, en los bronces, en el ensamble colectivo, la fila de cornos tuvo verdaderas dificultades para ajustarse en tempo y afinación al complejo entramado de la obertura de Zemlinsky. Los expuestos solos de corno de la obra de Korngold, en cambio, fueron fraseados con exactitud y expresividad. Y, sobre todo, Lano logró mantener el sentido de unidad a lo largo de cada una de las obras.

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