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Miércoles, 17 de noviembre de 2010
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Una multitudinaria agrupación capaz de revolucionar cualquier escenario

Si todo está mal, llamar a La Todo Mal

La salida de su disco debut Volumen 2, según confiesan, los tiene “medicados hasta la manija”. El show de hoy en The Roxy Live es una excelente oportunidad de sumergirse en el material que arrancó por los Balcanes, pero no reconoce límites.

Por Karina Micheletto
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“Quedamos impresionados con la energía y la fiesta que producían regiones destrozadas por la guerra.”

“Embobados por el éxito de su primer disco de estudio”, declaran sus propios integrantes, La Todo Mal Orquesta se dirige directo al fin de lo que ha denominado Gira Post Traumática 2010. Según siguen contando, el nombre deriva “del feliz desbalance emocional que generó la salida del disco”, situación que los tiene “medicados hasta la manija” (el disco se llama Volumen 2, pero no existe un Volumen 1). Lo que anuncian con el mismo tono de “feliz desbalance”, que puede rastrearse en la obra de esta multitudinaria banda, es el concierto que darán hoy a partir de las 21.30 en The Roxy Live (Niceto Vega 5542). Para aportar más felicidad al desbalance, la fiesta será con entrada libre.

Allí estarán los “casi diez músicos”, según anuncian, a quienes nada, ni la reciente cesárea de Belén Fernández (a la acordeonista, guitarrista y vocalista le sacaron los puntos el lunes pasado), impide desplegar el pulso festivo de sus canciones. Junto a la reciente madre estarán Pablo Estévez, Maike Holzing, Matías Nieva, Jose Totah, Laura Curbelo, Daniel Puebla, Facundo Pérez Torres, Sebastián Souza, Damián Herrera, sumando trompetas, saxos, acordeones, bombardinos. Juntos hacen sonar la fiesta de la música de los Balcanes, pero también todas las influencias de músicas de distintas partes del mundo y de distintos géneros, con letras propias protagonizadas por antihéroes, y alguna que otra versión de antihéores prestados, como “Te tiraré del altar”, de los Cadillacs.

La banda nació en medio de la crisis de 2001 y asumió su nombre como una amarga ironía en tiempo presente. Pero también puede pensarse el nombre desde las letras, marcadas por un tono oscuro que contrasta con la fiesta que desata la música: “Contamos historias de desencuentros, lados B, desamores, y sí, en las letras está todo mal”, asume Pablo Estévez, cantante y letrista –también acordeonista y guitarrista– de la banda. “Y mientras tanto, con la música, decimos: bueno, pero puede estar peor, ¡así que disfrutemos!”

“Empezamos como un grupo de amigos que decide juntarse, un poco por hartazgo de lo que escuchábamos a nivel de producción local. Empezamos a preguntarnos qué otra música escuchamos aparte de lo que baja de la Rock and Pop. Y fueron surgiendo cantidad de cosas balcánicas, irlandesas, músicas del mundo... quedamos impresionados con la energía y la fiesta que producían regiones destrozadas por la guerra.” El primer dato de que iban en la dirección correcta, cuenta Estévez, fue la aprobación de los sonidistas, “que son una raza muy especial”. “Un sonidista que está acostumbrado a lidiar con bandas emergentes tiene una primera reacción natural: la mala onda. Y así arrancaban, pero se terminaban enganchando. Empezamos a ver que en el disfrute de los técnicos, las bandas que nos rodeaban, la cosa funcionaba. Así fue que llegamos a Sebastián Schachtel como productor, un artista grosso que se enganchó con nuestra música”. No sólo él los acompañó: Sergio Dawi (Redonditos de Ricota), Diego Frenkel, Ricky Sáenz Paz (Los 7 Delfines) y la formación casi completa de Las Pelotas los acompañaron en el disco.

–¿Cuáles son los pros y los contra de una banda numerosa?

–Todos los que nos convocan arrancan enganchándose con la multitud, con la fiesta que generamos. “¡Qué despliegue, qué loco, qué bueno!”, te dicen. Los contras aparecen cuando empiezan a hacer números: ah, para grabar son tantos canales, para viajar tantos pasajes... Ahí se complica. Pero hasta entonces, ¡todo de diez! (risas). Lo nuestro son energías divirtiéndose en el escenario. No somos un showman y nueve acompañantes, somos diez energías divirtiéndonos, jugando y transmitiendo esa fiesta. Y sí, es difícil sostenerse en el tiempo si no hay grandes hitos, “excusas” para armar cosas. La cuestión es generarlas. Por suerte siempre nos están convocando de diferentes lugares. Y sabemos que, si nos dan la oportunidad de ir a tocar a un lugar, volvemos. El Roxy es uno de esos lugares donde nos convocaron una vez, y adonde siempre estamos volviendo.

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