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Martes, 23 de noviembre de 2010
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María José Demare presenta su nuevo disco, Ella

Música sin prejuicios

Compositora tanto de rock como de tangos, es la primera vez que Demare graba un disco de versiones. Están “Gricel”, “Fruta amarga” y “Malena”, de su tío Lucio, que canta esta noche en el Velma Café.

Por Cristian Vitale
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“La música y el baile nacieron conmigo”, afirma María José Demare.

“A los dos años, cuando había alguien que tocaba música, subía al escenario sin que nadie me dijera nada”, recuerda María José Demare y demarca su patria de infancia: la música. Jamás perdió la costumbre. Creció, bailó, cantó tango, rock, balada y, tal vez como un guiño a su padre Lucas –el director que supo hacer clásicos como Zafra y La guerra gaucha–, pasó por el cine, pero ganó la otra pasión. “La música y el baile nacieron conmigo”, determina, a punto de estrenar Ella, su cuarto trabajo musical, esta noche a las 21 en el Velma Café (Gorriti 5520). Un trabajo atravesado por una circunstancia clave: es la primera vez que Demare graba un disco de versiones. Están “Gricel”, “Fruta amarga”, la trascripción al francés de “El choclo”, “Tinta roja” y “Malena”, de su tío Lucio, y no hay temas compuestos por ella, el rasgo que la había identificado en todas sus producciones anteriores, desde El tren de las 8 (1969) hasta Alquimia (2002). “Aun cuando hacía rock, siempre grabé canciones mías y era muy raro para una mujer hacer temas sobre un travesti y toda la temática que tenía Alquimia (se ríe), pero como soy un poco rebelde y peleadora, lo hice. Listo. Ahora me dio por darme un gusto... Total, ya todo el mundo sabe que compongo tangos.”

–Y rock, como cuando concibió “Sexy Woman” y “Correr a tu casa”, en Viva María.

–Es que yo pertenezco a la generación en la que todo se mezcló. Mi madre –la actriz Norma Castillo– me llevó a ver todas las películas de Los Beatles cuando se estrenaron acá, y eso me partió la cabeza. Me llevó a ver a Pink Floyd y a Rod Stewart, que fueron como faros para mí, tanto como Susana Rinaldi, Eladia Blázquez, Rubén Juárez y el Polaco Goyeneche, toda una revolución en el género de la cual soy producto. Incluso cuando escucho los grupos de hoy que suenan a tango antiguo no los entiendo, no les veo identidad. Es como si la gente ahora saliera a hacer un cine como el que hacía mi papá, que era con dos mangos y como se podía.

–¿En qué sentido le determinó la vida un apellido tan fuerte?

–Yo nací en una época en la que no era fácil ser hija de alguien importante. No es como ahora que los padres van y, aunque el chico sea un idiota, lo llevan y lo muestran. Aquélla era una época en la que para que tu padre diga “es mi hija y hace esto”, tenías que hacer algo bien. Eran padres muy exigentes. Pero ellos siempre me dijeron: “Si querés hacer tal cosa, hacela en serio”. Entonces me pusieron todo lo que yo quería: profesores de canto, de baile, de actuación. Tuve la suerte de empezar de abajo y que me haya costado, porque lo peor que puede haber para un joven es triunfar precisamente siendo joven. Tenés que estar muy bien de la cabeza como para tener un éxito como el de Maradona y no irte al carajo.

–¿Qué hay de su rol como actriz? Usted tuvo una participación importante en películas como La guerra del cerdo, Los gauchos judíos o Rosarigasinos, y después desapareció de la escena.

–Simple: no me están llamando para hacer cosas que me interesen. Yo para hacer bolos no estoy, tengo mi carrera que es la música, y fue. Hoy hay toda una cosa con lo que tiene nombre, con lo mediático, que marca si existís o no, y la verdad es que no tengo ganas de entrar en una pelea de ésas. La gente existe por lo que es, y me da igual si va a la TV o no... De hecho, esa televisión no la miro, así que para mí no existe. Mirás dos minutos y es básicamente idiota, y lo idiota me aburre. Ahora, cuando hay un personaje que me gusta, como el que hice en La esperanza, con Ulises Dumont, bien, acepto. Me tiene que enamorar el personaje y fue lo que me pasó esa vez: me enamoré de una mujer que era exactamente lo contrario a mí.

–Que no cantaba, ni actuaba ni era hija de...

–Y que se fue al Sur, levantó un parador y se puso a cocinar. Yo no cociné nunca nada y jamás me iría al Sur a poner un bar (risas). Pero me divirtió la cosa de actuarla. Es lo mismo que me pasa con la música: a mí no me gusta decir que soy tanguera o rockera. No me gustan esos prejuicios. Hago lo que me dan ganas de hacer, porque creo que tengo edad suficiente y años de experiencia. Después, si gusta o no gusta, ya no pasa por mí.

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