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Jueves, 2 de diciembre de 2010
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El martes se canceló la función de abono de Falstaff

Otro conflicto en el Colón

El mismo día en que las autoridades del teatro y los delegados que responden a ATE habían firmado un acta para mantener el diálogo, los trabajadores ocuparon el escenario. Reclaman un 40 por ciento de aumento, pero no obtienen respuestas.

Por Diego Fischerman
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García Caffi habló de boicot y de sanciones ejemplificadoras.

Falstaff se quedó sin cantar su famosa frase final: “Tutto nel mondo è burla”. Pero el sentido de la sentencia estuvo presente: en el mismo día en que, a las 10.45, los delegados gremiales de los trabajadores del Teatro Colón que responden a ATE firmaron, en el Ministerio de Trabajo, un acta en la que tanto ellos como el gobierno se comprometían a “mantener el diálogo y abstenerse de toda medida que pudiera obstaculizar el mismo”, a las 20.30 se canceló la que debió haber sido la segunda función de la última ópera de Giuseppe Verdi. El público, furioso, increpó a los trabajadores, y el director del teatro, Pedro Pablo García Caffi, debió salir al escenario para pedirles a los asistentes que se fueran a su casa.

Los trabajadores, que piden un aumento salarial del 40 por ciento, se manifiestan “hartos de la falta de respuesta del gobierno porteño” y, según explicó el delegado general, Máximo Parpagnoli, “en algún momento Macri tiene que decir qué quiere hacer con el Teatro Colón”. Según su relato, “la respuesta fue ‘no hay nada, pero hay que sentarse a conversar’. Fue lo peor que podían decir”. Los salarios de los trabajadores del teatro están efectivamente muy por debajo de los que se perciben por funciones similares en otras áreas gubernamentales. Un músico de la Sinfónica Nacional, dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación, gana aproximadamente el doble que uno de la Filarmónica de Buenos Aires, asalariado de la Ciudad. Las autoridades reconocen el problema, pero se niegan a dar el aumento pedido, sobre todo por su efecto multiplicador. Por un lado, hay equiparaciones automáticas, como la de los integrantes de la Banda Municipal, cuyos sueldos están homologados con los de la Filarmónica. Pero, por otro, el otorgamiento de un aumento de la naturaleza del demandado para un sector de empleados municipales acarrearía el reclamo inmediato de los otros, que lo tomarían como “caso testigo”.

El pedido de los trabajadores del Colón llegó casi inmediatamente a un punto alto de conflicto; la primera asamblea en la que se tocó el tema derivó en la suspensión de una función de la ópera Katya Kabanová, de Janacek. En esa ocasión, el tema que había llevado a la discusión gremial había sido el rechazo a la investigación de una supuesta falta disciplinaria de un empleado (que había tapado con su mano una cámara de seguridad) decidida por la dirección del teatro. Pero velozmente la cuestión derivó al salario y, de paso, a la protesta de los bailarines por la inadecuación de los nuevos pisos del escenario y salas de ensayo. Y un mes después se decretó un paro por tiempo indeterminado el día en que la notable cellista cordobesa Sol Gabetta tocaría con la Filarmónica de Buenos Aires, más allá de que las partes se hallaban en conciliación obligatoria.

La noche del martes, el problema ocupó el escenario nuevamente. Durante la mañana de ayer, los delegados y García Caffi estuvieron de ronda en varias radios. Unos insistían en que estos métodos son los únicos posibles dada la falta de respuesta gubernamental, mientras el director del Colón repetía que los delegados no representan a la totalidad de los empleados, que se trata de un chantaje en el que se toma al público como rehén y que la única salida, frente a estos “piqueteros del escenario”, serían las sanciones ejemplificadoras. La explicación de Parpagnoli fue: “La gente del Teatro Colón tiene un atraso en los conflictos. Escuchar otra vez que el gobierno porteño designó a una persona que no tiene idea de lo que pasa en el Teatro Colón predispuso mal a la gente. A la noche se realizó una asamblea en el escenario. Nuevamente se presentó el paritario que dijo lo mismo que a la mañana y además hizo responsables a los representantes de lo que estaba sucediendo. Es una nueva maniobra del gobierno haciendo responsables a los trabajadores. Por parte de la dirección del teatro tenemos la suspensión de la temporada de ballet y nadie dice nada. Los trabajadores hacemos un paro y es un escándalo nacional”.

El comunicado del teatro, por su parte, caracterizó la situación de la siguiente manera: “Un sector gremial, en su actitud de permanente boicot hacia la actividad artística y escenotécnica de nuestro teatro, ocupó nuevamente el escenario y no permitió que se realice la función de gran abono de la ópera Falstaff programada para el día de la fecha”. El comunicado hace mención al convenio firmado esa misma mañana: “Quienes realizaron este paro firmaron un compromiso en la Subsecretaría de Trabajo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para continuar con el diálogo ya iniciado, tanto en la conciliación obligatoria como luego de la apertura de la negociación colectiva. En ese marco, la representación gremial se comprometió a abstenerse de realizar cualquier medida que obstaculice las negociaciones”. Allí se afirma, también, que “hay más de 900 trabajadores en el Teatro Colón, pero sólo alrededor de 50 son los que se congregan autodenominándose ‘asamblea’ y arrogándose la representatividad de todos”.

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