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Viernes, 3 de diciembre de 2010
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LES CLAYPOOL, BAJISTA Y CANTANTE DE PRIMUS, ANTES DE SU PRIMERA PRESENTACION EN LA ARGENTINA

“En la música puedo ser una prostituta”

El músico estadounidense se refiere a su amplio abanico de bandas paralelas, pero la que se presenta esta noche en el estadio Malvinas Argentinas es el trío que marcó una era en el indie estadounidense y que regresa tras una pausa de diez años.

Por Mario Yannoulas
“Me encanta la idea de que la música sea gratis, pero a mí no me regalan el café ni el colegio de mis hijos.”
Imagen: Bernardino Avila.

“No suelo saber qué está pasando. De hecho, no sé qué está pasando esta mañana”, cavila Les Claypool sobre sí mismo, como jugando al ingenuo y apostando al desconcierto que catapultó a Primus a la fama mundial. Si algo tuvieron los ’90 fue la convivencia de una amplia gama de estilos, donde las propuestas del mainstream etiquetadas como “alternativas” llegaron a sobrepasar a las demás. Así fue creciendo el nombre de este trío californiano de rock inclasificable, pero al que se puede llegar pensando en el funk en modo ro-ckero, las formas delirantes de Frank Zappa, el virtuosismo, las historias relatadas al estilo folk americano y demás elementos provenientes de mentes ardorosas.

En este marco, Primus se hizo dueño de su propia paradoja: hacer discos de culto que terminaban consumiéndose en masa. El trío no sólo era ya un experimento de Claypool & Cía, sino también de la industria discográfica, que descubrió un tanque de ventas detrás de un grupo poco comercial y artísticamente huidizo. “Nunca esperamos estar en MTV, ni siquiera en la radio. Es más, en los comienzos nos ofrecieron un contrato con la idea de vender al menos cien mil discos. Lo rechazamos porque en ese momento veíamos imposible que una banda underground llegara a esas cifras. Veíamos a gente como The Residents o Tom Waits (que hoy es enorme), con un nivel de publicación muy limitado. Pero terminamos vendiendo millones de discos. Nunca esperamos ser parte del mainstream, y así y todo tanto Primus como mis trabajos solistas siguen teniendo esa cosa de culto”, estudia el bajista y cantante, a punto de sorber una taza gigante de capuchino en la confitería del hotel que lo aloja en Buenos Aires.

Luego de diez años de inactividad como banda que dejarían como recuerdo siete discos, Primus –que se presenta hoy a las 21.40 en el estadio Malvinas Argentinas, Gutemberg 350, en el marco del festival Tribulaciones, que abrirá sus puertas a las 18.40– regresó en marzo de este año, y ahora llega por primera vez a la Argentina. Arribaron directo desde los Estados Unidos, por lo que Claypool, el baterista Jay Lane y el guitarrista Larry Lalonde tienen los horarios cambiados. “Hasta ahora sólo tuve tiempo de probar muchos Malbec”, se ríe el bajista, recién amanecido.

Claypool es un personaje excéntrico del mundo de la música, tanto por su imagen entre formal y burlona, como por su música indefinible. También por sus participaciones en cine y la autoría de una novela en 2006, como por la composición de la cortina de la serie animada South Park. Tras la dolorosa disolución de Primus, en 2001, este ex carpintero y compañero de colegio del guitarrista de Metallica Kirk Hammett se abocó completamente a sus proyectos paralelos, por donde desfilaron bandas circunstanciales repletas de músicos de alta talla como Tom Waits, Stewart Copeland, de The Police, y Adrian Belew. Porque además de delirante, Claypool es virtuoso, aunque poco le interese serlo y diga que toca como le sale.

Diez años después de la separación, y tras la grabación de otro de sus trabajos solistas (Of Fungi and Foe, de 2009), se reunió con su manager y ambos se preguntaron qué hacer... ¿Por qué no volver con Primus? Luego de que el baterista original y el guitarrista más representativo de la época dorada dieran el sí, no sólo resolvieron programar una gira, sino regrabar algunos temas (registrados en el EP titulado June 2010 Rehearsal y disponible gratis en la web) y encarar un nuevo disco, el primero después de Antipop (1999), que saldría el año que viene y está siendo grabado en el estudio de la casa del bajista y cantante, llamado “Rancho Relaxo”, en honor a un capítulo de Los Simpsons.

–¿Cómo hace convivir tantos proyectos musicales?

–Son identidades diferentes, es como hacer snowboard y después ir a pescar. Además, desde hace muchos años que soy un tipo casado, y a diferencia de la vida que tengo con mi mujer, la música es mi oportunidad de ser promiscuo, soy una prostituta musical: estuve tocando con Tom Waits, Bernie Worrell, Adrian Belew, Tray Anastasio, Stewart Copeland... conocí mucha gente en este tiempo, pero diferencio perfectamente Primus de Oysterhead, otra de mis bandas paralelas.

–¿Y qué se siente estar en Primus de nuevo, después de diez años?

–Se siente bien. Estuve haciendo muchísimas otras cosas en este tiempo: pude tocar con otros músicos, hacer películas, escribir libros, hice experiencia de vida por otro lado. Como cualquier ser humano, cuanto más uno crece, más está posibilitado de integrarse a actividades creativas. Había muchas ideas frescas dando vueltas, así que les pedí a mis compañeros que trajeran su propio material, algo que antes nunca había sido así. Que Jay Lane esté de nuevo en la banda es impresionante, es mi compañero espiritual y uno de mis bateristas favoritos en el mundo.

–¿Cuál es la principal diferencia entre este disco y Antipop?

–Este disco es divertido de hacer. Antipop fue un disco muy difícil, estábamos en el final de Primus y no nos gustábamos entre no-sotros. Ahí se detuvo el tiempo.

–¿Por qué subieron el EP June 2010 Rehearsal para descarga gratuita desde su web oficial?

–Fue algo espontáneo, casual. Empezamos con esas grabaciones antes de la gira y nos dimos cuenta de que sonaban espectaculares, así que por qué no compartir con el mundo la forma en que Primus está sonando ahora. La energía que tiene Jay para tocar es increíble, es un genio.

–¿Tiene alguna filosofía explícita respecto de Internet como fuente de descarga gratuita de música?

–No necesariamente. La del EP fue más una idea promocional como algo interesante para los fans. Pero si vamos un poco más allá, eso de hacer música gratis no va a pasar con nosotros. Ahora me acuerdo de Lars (Ulrich, de Metallica) demandando a Napster y toda esa historia. Me encanta la idea de que la música sea gratis, y sería más que feliz regalando mi música. Todo eso, si yo pudiera venir hasta acá, a la puerta del hotel, mostrar mi tarjeta de músico y decir: “Soy un músico y vengo a dar mi música gratis”. Si me dieran una habitación gratis, una taza de café, pudiera ir a Starbucks a buscar mi sandwich sin cargo y mis hijos pudieran ir al colegio sin pagar, todo con la misma tarjeta, yo estaría completamente de acuerdo. Pero hasta que eso pase, mi trabajo tiene que ser remunerado.

–¿Por qué cree que tantas bandas se están juntando de nuevo?

–No estoy muy al tanto. Tal vez se estén quedando sin plata.

–¿Y ustedes?

–En realidad, nunca tuve plata (risas). Estuve tocando mucho y me fue bien por ese lado. Hago esto porque quiero, no tengo que ser Primus para pagar mis cuentas.

–¿Se siente cómodo en el negocio del rock?

–A veces. Por eso en su momento le pusimos a un disco Sailing The Seas of Cheese (“Navegando los mares de queso”). En los Estados Unidos el queso refiere a algo genérico, estéril, y por eso pusimos ese título, porque estábamos en una situación ridícula: una banda extraña como la nuestra era promocionada al mismo tiempo que Bon Jovi, Guns N’ Roses, ese tipo de gente con la que no encajábamos.

–Muchas veces recurre al ridículo como estética, al estilo Za-ppa. ¿Qué papel juega el humor en su música?

–Muchos de los temas de las letras y sus personajes son muy trágicos. Eso probablemente tenga un origen en la rama materna de mi familia, donde hubo abusos de sustancias, de alcohol, excesos de velocidad, gente presa por años y cosas como esas. Es mucho dolor para una sola familia, y la única forma que teníamos para abordar esos temas era a través del humor. Por eso personajes como el de “Jerry Was a Race Car Driver” pertenecen a temáticas tan densas. Satirizar es parte de mi existencia, y esa es la forma en que entiendo la música. A veces veo a muchos músicos tomarse a sí mismos demasiado en serio, algo que, aunque seguramente sean grandes personas y artistas, para mí es ridículo. Por eso mi cuerpo está en South Park, porque ellos satirizan los temas más pesados.

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