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Domingo, 13 de febrero de 2011
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LA PRIMERA LUNA DE COSQUIN ROCK DEJO SATISFECHAS A VEINTE MIL PERSONAS

Marketing del palo, ideología del palo

Entre posiciones críticas y pelotas gigantes con marcas auspiciantes, la primera fecha en el predio del Aeródromo de Santa María de Punilla dejó momentos intensos, la asistencia perfecta de Las Pelotas, el debut coscoíno de Calle 13 y un espíritu de disfrute.

Por Luis Paz
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Al mando de Calle 13, Residente mezcló hip-hop con política.

Primero le tocó a Calle 13, la banda de música urbana nacida en un barrio obrero de Puerto Rico que el viernes debutó en Cosquín Rock. Luego a Babasónicos, la banda de música urbana nacida en un barrio obrero del sur del conurbano, que volvió a tocar en el festival cordobés. Calle 13 interpretaba “Vamo’ a portarnos mal”, en el que invitan a ser “indisciplinados por un día”, cuando dos grandes pelotas inflables con el logo de una empresa de telecomunicaciones aparecieron para distraer al público. Dos horas después, Babasónicos tocaba “Soy rock”, aquel de los versos “soy muy puta y no trabajo para vos, mantenida gracias a la propaganda, no voy a ser prisionera de tu organismo feudal”. Y en ese preciso instante, la mano invisible del Dios del Mercado bajó otra vez sobre el predio dos pelotones, esta vez sellados por una marca de bebidas. La primera de las tres jornadas de Cosquín Rock 2011 tuvo un tono coincidentalmente político, escindido entre los servicios ideológicos de la música, la publicidad de otros productos y lo que los músicos repartieron en escena y en conferencia de prensa. El rock tuvo que recuperar la atención que las publicidades estampadas en promotoras se robaban fácilmente. El marketing del palo contra la ideología del palo: si hasta Pino Solanas pasó a hacer campaña.

En la tarde, mientras algunos paraban en el Museo del Hincha, hallaban a un conocido en algún camping saturado o paraban para comer, la mayoría de los jóvenes tuvo que adivinar un predio nuevo: el festival se mudó de la comuna de San Roque al aeródromo de Santa María de Punilla. Laberinto le queda corto a la travesía de los 20 mil que participaron de la primera fecha, que llegaron con tracción a fernet, murga y zapatillas de lona. Los Estelares alegraron (¿o pusieron melancólicos?) con su manejo de la canción pop y abrieron la oratoria: “Después de Menem y de los militares, ¿quién no aprendió a perder?”, preguntó Manuel Moretti. Massacre alertó en presente: “Hay que apoyar a Cristina, porque si ganan los fachos esto (por festivales al estilo del Cosquín) se va a cortar. Este show es para Néstor”, lanzó Walas, el histriónico líder. La recepción estuvo medida con el comentario, pero al palo con su show. Con el pelo igual de largo que el cantante, pero canoso, Solanas apareció en el predio con jóvenes, se sacó fotos y sentó las bases para una cumbre con Germán Daffunchio, de Las Pelotas, expreso fanático del cine del diputado, que se sacó una foto saludándolo durante el show de Calle 13.

Si bien a veces peca de mesiánico, Residente mejoró su flow político y vino a borrar los nombres para intentar ideas, políticas de vida en la modernidad latinoamericana. Todo eso, sin el tono sombrío de una clase universitaria ni la rosca de una charla de café, sino con una combinación de músicas latinas con beat de hip-hop y un sonido (¿sub?)urbano. En ocho temas demostraron que habrían podido tocar más (largo y tarde). Entre “La bala” y “Pal norte”, celebraron al inmigrantado y condenaron la violencia, con gran papel performático y vocal de Ileana Cabra. La participación internacional estuvo en continuado: los uruguayos de La Vela Puerca agitaron con un set que no deja de alegrar e incentivar al piberío. Y en el cierre de la noche, CJ Ramone haría de alternativa para Las Pelotas con un show que recreó (con suciedad y resultado) a Ramones.

Hubo, pese a tanta efusividad en la misma línea (si hasta Dárgelos se refirió al avance de la música independiente en su conferencia de prensa), una mitosis colectiva: Babasónicos (en el primario) y Attaque 77 (en el temático) pusieron a los 20 mil asistentes en una calesita constante o los hicieron fracturarse. Babasónicos presentó un set de gran calidad, pero el cantante Adrián Dárgelos no tuvo una buena velada. Es cierto que juega con el riesgo de olvidar un verso, de errar un estribillo, pero fue demasiado y desdibujó el muy buen armado de setlist y la potencia de la banda: “Sátiro”, “Sin mi diablo”, “Pendejo” y “Pijamas”, en un arranque demoledor que dio lugar a un set relajado (“El loco”, “Y qué?”, “Capricho”), otro bailable (el medley “Carismático”/ “Yegua”, “Así se habla”, y “Muñeco”) y un final de estreno con “Fiesta popular”, de su novedad, A propósito.

A Attaque 77 le tocó la bajada de línea más directa, con un tono que termina refrescándose en las nuevas generaciones que participan, especialmente, del Cosquín Rock. En esos espacios es que el llamado a la dignidad y el hacerse respetar de la banda punk se vuelve menos permeable que en otros escenarios, algo parecido a lo que le sucede a Carajo, aunque por potencia sean impactantes. En el cierre, Las Pelotas, locales cordobeses y únicos con asistencia perfecta, dieron su primer show sin Tavo Kupinsky con un set regular pero mucha emoción, y Pablo Guerra en guitarras (a quien Kupinsky había reemplazado en Los Piojos). Entre “Basta”, “Levanta polleras”, “Shine” y “Que estés sonriendo” y con pocas de las canciones de Sokol, la banda comandada por Daffunchio cerró la primera luna rockera con un llamado al amor fraterno, una idea que se desarrollaba anoche con Spinetta, León Gieco y D-Mente, Skay Beilinson y Charly García.

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