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Viernes, 18 de marzo de 2011
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MICHAL ZNANIECKI, EL DIRECTOR DE ESCENA DE LA PUESTA DE EUGENE ONEGIN

“Creo en los sonidos, no en las palabras”

La obra de Piotr Ilich Tchaikovsky se estrenará hoy en el Teatro Argentino de La Plata, en una versión coproducida junto a las Operas de Poznam, Cracovia y Bilbao.

Por Diego Fischerman
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Znaniecki es una de las figuras del nuevo teatro polaco.

En el extraordinario libro El baile de Natacha, el historiador Orlando Figes muestra cómo la voluntad de crear una idea de rusidad fue anterior a la misma Rusia. Y cómo la literatura precedió a la lengua. Los rusos cultos hablaban y escribían en francés, y literatos como Alexander Pushkin debieron, en muchos casos, inventar palabras para nombrar en ruso a la Rusia de todos los zares. En Eugene Onegin, un relato escrito en verso, la travesía del personaje traduce esa misma búsqueda de identidad. Onegin observa casi sin participar, desprecia sin énfasis y llega a matar a su mejor amigo por una cuestión de honor que ni siquiera le preocupa demasiado. Luego, como hacían los terratenientes, viaja. Y el viaje lo transforma.

“Todos cambian”, dice Michal Znaniecki, el director de escena de la puesta de la ópera que Piotr Ilich Tchaikovsky compuso sobre ese texto y que se estrenará hoy en el Teatro Argentino de La Plata. Director de la Opera de Poznam –uno de los teatros, junto a las Operas de Cracovia y Bilbao, con que el Argentino coprodujo esta versión– y una de las figuras sobresalientes del nuevo teatro polaco, Znaniecki habla de los personajes de la ópera y dice: “La transformación de Tatiana es la más evidente, la de Onegin es más compleja. Y más aún en la ópera que en el texto de Pushkin, porque aquí el viaje falta. Esos siete años en los que Onegin se convirtió en otro deben ser imaginados. Nosotros utilizamos, en esta puesta, la polonesa que abre el tercer acto como algo más abstracto: en lugar de introducir la fiesta, nos sirve para contar ese viaje, que suponemos como los viajes que eran corrientes entre los terratenientes rusos de esa época. Viajes por Italia, el Carnaval romano, relaciones con mujeres y con hombres”.

En esta puesta de Eugene Onegin, que será dirigida musicalmente por Stefan Lano y, además de la del estreno, tendrá funciones los próximos domingo 20, martes 22, sábado 26 y domingo 27, la escenografía de Luigi Scoglio muestra, al comienzo, grandes bloques de hielo que van resquebrajándose en el segundo acto y acaban convertidos en agua en el tercero. “El agua es la emoción. Onegin es duro al comienzo, pero en el final es un poco más dulce. Está atormentado por la visión de la muerte de su amigo y cuando ve a Tatiana, que él había despreciado, convertida en una mujer, la ve por primera vez de una manera distinta.” Znaniecki cree que el personaje de Tatiana, en realidad, es el más importante y es aquel con el que se identifica Tchaikovsky. “Para mí es un personaje romántico, pero no sentimental. Ella comienza siendo una chica y se hace mujer. Una mujer, en realidad, más moderna que su entorno provinciano; sabe leer, tiene su mundo, no acepta ser dependiente. La carta que le escribe a Onegin es como una primera masturbación; con ella abandona la infancia. En el segundo acto ella casi desaparece de la ópera, pero nosotros la mantenemos y mostramos una escena un poco violenta, donde el hombre viejo y rico le pide la mano.” El director sostiene que el teatro “no debe ilustrar el texto, para eso ya está el texto”. Y afirma: “No creo en las palabras. Me interesa la música, la escena. Tchaikovsky presenta Eugene Onegin como una ‘ópera en seis escenas líricas’, lo que me permite pensarla de una manera poética, no realista. Lo que busco es encontrar una sensación que pueda ser compartida por el público. Estudié el texto de Pushkin en la escuela, lo sé de memoria, pero para hacer esta puesta debí olvidarlo”.

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