¿No hay unos caprichos sobre el Himno para 14 pianos?, pregunta Ernesto Jodos tratando de retener la lista que le mandaron en archivo word, con ¡300 mil partituras! –en su mayorÃa inéditas– del acervo musical argentino. Es uno de los 9 pianistas elegidos para reavivar en vivo una Ãnfima parte de esas obras a través del ciclo Raras Partituras, Piano y Pianistas. “Alguien lo escribió, pero no sé quién ni cuándo.†Lito Vitale, otro de los convocados, le responde con sutileza de animal musical. “Cuando habÃa 14 pianos en Argentina, loco.†Ambos, más Diego Schissi, que también es parte del asunto, se rÃen. Estaban reunidos para palpitar la concreción del ambicioso proyecto de recuperación musical –que se materializa hoy a las 19 en el Auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca, con Gerardo Gandini y Jodos– y, de repente, todo derivó en un debate sobre un problema nacional para la gente del palo pianÃstico.
El proyecto motorizado por la SecretarÃa de Cultura de la Nación incluye, además, a Adrián Iaies, Gandini, Oscar Alem, Carlos Aguirre, Hilda Herrera y Nicolás Guerschberg. “Dejé tangos y milongas para gente más competente y se me ocurrió pedir las obras de Alberto Williams. Conozco su libro de teorÃa de la música. Su música tiene que ver con una época de Argentina en la que habÃa poco y nada de música escrita (fines del XIX). El tipo tenÃa un lenguaje moderno, cercano a formas folklóricas. Yo aprendà a leer antes de aprender a escuchar, soy un producto de la educación musicalâ€, dice Jodos sobre las tres composiciones que tomó para recrear hoy: Aires de la pampa, huellas, zambas y cielitos; Para la gente menuda y Cinco danzas argentinas para orquesta.
Las obras de Williams son un grano de arena entre las miles que la Biblioteca Nacional recuperó a través del Programa Inventario 2006. Hay música académica, piezas de tango, folklore y hasta ¡himnos jacobinos! Figuran, por caso, tangos olvidados como Pintor de brocha gorda sin ganas, de Majul y Piana, el inhallable Rowing Park, de Gaetano de Dominicis; un candombe negro que “enloquecerá†a Juan Carlos Cáceres y Ariel Prat –Felicita, de Hugo del Carril y Osvaldo Fresedo–; las obras completas de Amancio Alcorta y La canción del deporte, una pieza hÃper popular de Francisco Lomuto, compuesta en la Argentina peronista de principios de los ’50. Los impulsores proyectan digitalizar algunas obras y garantizar su conservación, con el plus de abrirlas no sólo a las demandas investigativas de músicos y musicólogos, sino también al público. “En EE.UU. existe la Biblioteca del Congreso a la que uno puede ir e inscribir sus obras ahÃ, en cualquier soporte –compara Jodos–. EstarÃa bueno que pasara acá. En el archivo debe figurar nuestra música escrita... el tiempo va a decir si lo que hacemos interesa a alguien dentro de cien años.†Sigue Lito: “Es interesante trabajar en el archivo, ordenarlo y tratar de que tenga el cauce natural de la música: ser escuchada y después grabadaâ€. Vitale, que toca el martes 18 junto a Hilda Herrera, tuvo problemas para elegir el material a recrear. “Pregunté: ‘¿dónde está lo de Cobián?’ y ya se habÃan llevado todo. Dormà y tuve que agarrar una milonga de Villoldo (Pineral), que para tocarla hay que ser, mÃnimo, Salgán. Y yo no soy nada. O la toco muy lenta o elijo otra.†Para el joven Schissi, que cierra el ciclo con Iaies y Guerschberg el lunes 24, la elección no fue tan difÃcil ¡porque ya tenÃa las partituras en la casa! ¿Cómo es esto?: “Ojo que no es material totalmente inédito. Una de las obras que tomé yo –El baquiano, de Bardi– fue grabada por el Sexteto de Julio De Caro. Incluso, yo tenÃa copias personales de esas partiturasâ€. “Bueno, en todo caso estaban y se perdieron... yo no las perdÃâ€, bromea Jodos, ante una noticia que lo sorprende, pero no mucho.
Lito reconoce que no domina el mundo de las partituras: “Para mÃ, la música siempre fue escuchar. Leo muy mal y las pocas veces que intenté estudiar no pude lograr ponerme en lÃnea. Es una falenciaâ€. Jodos está casi en los antÃpodas. Su rescate de Williams sale directo del papel. “Me resulta gracioso tocar lo que está escrito, porque muestra la sensibilidad de una época, una cosa medio naïf respecto de lo que eran los grandes compositores europeos del siglo XIX.†Para Schissi, lo fundamental es que tocará el piano por primera vez solo –y a su manera– ante el público. “Es aburrido que cada uno lea una partitura, la toque y se vaya; lo interesante en la música popular pasa por la libertad que genera para la recreaciónâ€, concluye Vitale.
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