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Jueves, 30 de junio de 2011
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Carajo celebra diez años con su debut en el Luna Park

Una década de crecimiento

La banda integrada por Marcelo “Corvata” Corvalán, Hernán “Tery” Langer y Andrés Vilanova se formó en plena crisis del país y debió sortear todas las que aquejaron al rock desde entonces, pero llega a su show más grande gracias a su música y a su prepotencia de trabajo.

Por Luis Paz
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“Llegamos a cumplir diez años sin darnos cuenta”, dice Corvata, líder de Carajo (centro).

Seguramente quienes estaban cerca del rock en esa época lo recuerdan, pero puede que los menos avisados conserven la imagen de, en algún momento de 2002, en plena crisis, haber escuchado en la radio o por casualidad el tema “Sacate la mierda”, de Carajo. El trío al que el cantante y bajista Marcelo “Corvata” Corvalán y el baterista Andrés Vilanova dieron forma luego del final de A.N.I.M.A.L, junto al guitarrista Hernán “Tery” Langer, concentraba en esa canción de su disco debut una sensación compartida, mezcla de hastío, bronca y desazón, pero cultivada en un marco de esperanza, o necesidad, por revertir el drama. Carajo nació con la crisis y pulió sus formas a la luz de la década menos luminosa para un rock argentino sumido en esa misma crisis, una acefalía, el cierre de fronteras para la exportación musical, Cromañón, la caída de los sellos transnacionales, los cambios en la industria y sus conflictos. Esta década, que va de 2001 a 2011, fue también la década de Carajo: diez años en los que nació, creció musicalmente, se reprodujo en decenas de iniciativas, viajes y producciones; y sigue muy lejos de morir, gozando de una salud envidiable. Siempre que algo estuvo pasando en el campo del rock y la sociedad (fuera Cromañón, el repliegue político cercando a la música joven o la corrupción en boliches y productores), Carajo y especialmente Corvata estuvieron allí para aportar algo, como extraños tigres en un zoológico del rock con demasiados avestruces que guardan su cabeza para no incomodar a nadie. De esa sinceridad y de ese formar parte surge buena cantidad del cariño del público por esta banda que mañana a las 21 celebrará sus primeros diez años con un recital en el Luna Park.

“Es curiosa la manera en la que pasó todo lo que pasó con Carajo, en paralelo a todo lo que pasó en el país. Llegamos a cumplir diez años sin darnos cuenta, concentrados siempre en lo inmediato. Sin dudas, ahora que podemos tener una visión más amplia, vemos que pasaron un montón de cosas en lo musical, personal, social y económico. Crecimos como personas y músicos con la misma base de ideas y de gente que labura con Carajo desde siempre. Entonces ahora se me mezclan la ansiedad por el festejo, el estrés por organizarlo y la alegría de todo esto que compartimos”, admite el cantante en esta primera entrevista para esta sección de Página/12. Pero no es su primera aparición en este diario: desde su formación, Carajo fue una y otra vez seleccionada como Revelación, como uno de los Mejores Discos (cada año que publicó uno nuevo) y como uno de los Mejores Shows en Vivo en las encuestas que cada diciembre publica el Suplemento NO. Y en esas páginas mismas, en multitud de producciones especiales, Corvata también formó su capacidad de ser cronista de su era: habló de Cromañón, de la conversión de Cemento en un estacionamiento, del matrimonio igualitario, de corrupción, de bengalas, de la Capital, del interior y del rock.

Quizá la sensación de que pertenecen a algo que hasta hace un tiempo era un ghetto, el heavy argentino (luego de que ese género hubiera pasado años de gloria desde mediados de los ’80 y durante, también, una década), no permita ver que Carajo es, a la fecha, una de las bandas con mayor contundencia del rock local, en todos sus sentidos: sus discos cuentan con un sonido y una producción envidiables, sus shows son de los más potentes y, además, Carajo siempre ha sido una de las bandas que más y mejor ha sabido cuidar a su público, basándose en el respeto y en la solidaridad. Con Massacre, en un rock de base punk, y Nonpalidece, en el reggae, Carajo es una de las bandas crossover de la actualidad, de esas que salieron del culto y de aquellos ghettos y se filtraron hacia afuera por capacidad, música y discurso. Una banda que hay que celebrar, seguro.

“Uno capaz es más de tirarse abajo, de no dar por hecho nada, porque intenta no caer en la desilusión. Como banda, siempre estuvimos listos para lo que viniera y nunca dimos nada por hecho”, confía Corvalán, y no menciona otro aspecto crucial de la banda: la prepotencia de trabajo. La sala propia, donde grabaron su último disco, El mar de las almas, las giras por las provincias y por los barrios del área metropolitana, sus presentaciones en el gran festival colombiano Rock al Parque y su viaje a Cuba no sucedieron porque sí. Fueron consecuciones de un plan de trabajo que constantemente fueron revisando al calor de las transformaciones de estos diez años: “Creo que las crisis tienen tanto de negatividad en sus consecuencias como de positividad en otras. La crisis nos activó y activó a mucha gente, la hizo despertar y reaccionar de un letargo sociopolítico en el que vivimos durmiendo la siesta, y en el que la televisión y los medios ayudan en una suerte de tríada satánica. En la música, los cambios de estos años nos dejaron a todos más o menos en las mismas condiciones”.

Siempre alegórica, la historia reciente de Carajo empata con la del país en un momento, si no de esplendor, al menos de cierta estabilidad, de cierta lejanía del conflicto dramático. Pero Carajo no duerme la siesta, hay mucho por hacer: “No hay que dormirse, porque hay mecanismos malos que siguen trabajando. La televisión, por ejemplo”, menciona ahora, en un rato que se hace mientras arma una caja y sigue con todas las manos, todas, puestas en la organización del show de mañana. “Hay cosas malas en nuestra cultura y educación, por una suma de factores”, recuerda. “Lo de Cromañón todavía no sé cómo calificarlo, si como algo ilógico o absurdo, pero no sólo hay que culpar al rock, a un pibe o a una banda. Lo que pasó en la cancha de River (el domingo) habla de lo que está mal en nuestra cultura. O que haya pasado lo que pasó en el show de La Renga (en La Plata, cuando otra bengala le quitó la vida a Miguel Ramírez). Es una aniquilación no del rock, sino de los jóvenes y de la sociedad”, alerta.

En esa línea, Corvata vuelve a evitar esconder la cabeza y, de cara a las próximas elecciones, propone: “La política no debe generar malestar en la gente. Los políticos no deben confundirse, no deben pensar en que son dueños de un país y perder de vista al pueblo. Me gustaría que la decisión que tomemos como sociedad ayude a generar un país cada vez más equitativo y libre, con movilidad, con posibilidad de hacer cosas. Y que se atienda a que la cultura emergente y los jóvenes son corrientes de transformación con el poder de mostrarle alternativas a la gente”, pide.

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