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Sábado, 10 de septiembre de 2011
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Moreno Veloso tocará esta noche en Niceto como parte del Mes de Brasil en la Argentina

“Nunca me pesó ser el hijo de Caetano”

El cantautor brasileño, que en pocos años logró desarrollar una voz propia, vuelve para actuar ante lo que él considera “el público más educado del mundo”.

Por Carlos Bevilacqua
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Moreno Veloso, “músico por parte de padre y físico por parte de madre”.

Suele definirse como “físico por parte de madre y músico por parte de padre”. Por las múltiples influencias que se perciben en su único disco solista, Moreno Veloso es también hijo de esta época, la del eclecticismo menos temeroso. En Moreno + 2 laten fuerte algunas vertientes básicas de la música popular brasileña, pero sazonadas con recursos del rock, el funk y la electrónica. Todo muy al servicio del formato canción, según puede escucharse en ese trabajo, uno de los tres de Proyecto + 2, el emprendimiento de colaboración mutua con Domenico Lancellotti y Alexandre Kassin que, a principios de la década pasada, significó un CD para cada uno de los tres en compañía de los otros dos.

La referencia discográfica sirve para ubicarse ante las coordenadas que el cantautor y guitarrista bahiano da sobre el recital de hoy a las 21, en Niceto Club (Niceto Vega 5510). “Pensamos tocar varias canciones de mi inminente nuevo disco, que va a ser un poco más tranquilo que al anterior, con más sabor a samba. Pero como tiene sólo diez canciones, por supuesto que vamos a hacer también algunas del disco anterior, otras de mis amigos y lo que surja en el momento, siguiendo nuestras ganas”, anuncia en el tono relajado que se supone del estereotipo brasileño y en un castellano casi perfecto.

Al hablar en primera persona del plural, Moreno incluye a quienes lo acompañarán sobre el escenario: el guitarrista Pedro Sá, el bajista Bruno Di Lullo y el baterista Rafael Rocha. “La banda no es la misma de antes, pero somos todos amigos y de la misma generación –informa–. El bajista y el baterista tocan juntos hace muchos años en una banda buenísima llamada Tono. Sabemos muchas canciones, así que no creo que nos aburramos en ningún momento. La idea es mezclar la influencia musical de Tono con la mía y la de Pedro, que tocó muchas veces conmigo.” El show formará parte de la programación artística del Mes de Brasil en la Argentina, un ciclo auspiciado por la embajada del país hermano en torno de la fecha del 7 de septiembre, Día de la Independencia brasileña.

La mención de Nacho y Los Caracoles, el grupo que oficiará de telonero esta noche, catalizó en Veloso una andanada de elogios a mucho de lo que pasa en la Argentina a nivel musical. “Es buenísimo estar con ellos. Conocí a Nacho en Buenos Aires hace un año. Me encantan sus discos con Los Caracoles, y también los de Onda Vaga y los de Doris, toda gente que siento muy cerca de mí.”

–¿Cómo siente la relación con el público argentino?

–Para nosotros es el público más educado del mundo. No hay mejor, lo juro. Es gente muy cálida y al mismo tiempo educada, atenta, siempre predispuesta a escuchar y a hacer sentir una presencia fuerte. Lo digo con conocimiento de causa, porque desde 2001 ya toqué muchas veces en la Argentina, no sólo en Buenos Aires, sino también en Rosario y otros lugares del interior, ya sea con mi banda, con el Proyecto + 2, con Adriana Calcanhotto o haciendo percusión para mi padre.

–¿No sigue habiendo demasiada distancia entre Brasil y la Argentina en cuanto al consumo mutuo de música?

–Sí, es verdad. Sigue habiendo distancia. Y creo que es una relación desigual, porque en Brasil se conoce muy poco de la música argentina comparado con lo que los argentinos conocen de Brasil. Somos bastante ignorantes de la música argentina. Sólo se conoce a Fito Páez y algo más, y los oyentes más mayores, el tango. No hablo de mí, que conozco hasta lo que pasa con la cumbia, ni tampoco hablo de los músicos, sino de la población en general.

–¿Cuánto pesó y cuánto pesa ser el hijo de Caetano?

–Nunca fue un peso, para nada. Siempre fue un placer y una alegría. Lo único molesto es que los periodistas muchas veces quieren saber sobre la vida de mi padre. Más allá de eso, está todo bien. Obviamente, se hacen comparaciones, a partir de lo cual surgen parecidos y diferencias, pero pienso que es natural que pase. A mí me gusta mucho el trabajo de mi padre y, tal vez por eso, no me molesta que me comparen.

–¿Cómo llegó a estudiar física?

–Mi mamá era bailarina y actriz, pero le gustaba mucho la matemática, además de otras ciencias exactas como la física y la química. Yo heredé ese gusto, así que cuando era niño mi madre estaba feliz, pero mi padre, que odiaba la matemática, no podía entenderlo. Cuando estuve en edad de entrar a la universidad, decidí estudiar física y me fue muy bien: estudié muchos años y trabajé con éxito en laboratorios. Pero mis amigos, más que mi padre, me arrancaron de la física y me llevaron a la música. Ellos también participaron de mi formación musical. Estudié chelo en un conservatorio con maestros que me enseñaron armonía y teoría musical. Tuve grandes profesores, pero creo que aprendí mucho más con mis amigos, mi padre, los amigos de mi padre, mis tíos y mi madrina, Gal Costa. La cosa práctica fue muy fuerte. Jacques Morelenbaum, por ejemplo, nunca fue mi profesor de manera formal, pero verlo tocar y poder tocar con él fue quizás mucho más fuerte que las escuelas.

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