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Sábado, 15 de octubre de 2011
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Andanzasenabarcas, hoy a las 18, en el microcine Che Guevara del ECuNHi

Caminando por los barros de Sudamérica

Basado en textos propios y de Haroldo Conti, Violeta Parra, Atahualpa Yupanqui y Eduardo Galeano, el espectáculo de Tomás Astelarra combina música, teatro y “cuentería”.

Por Cristian Vitale
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“El arte es alegría, pero también tristeza”, dice Astelarra.

Tomás Astelarra se presenta como escritor, periodista, músico, artesano, economista y chamuyero profesional. A los fines de esta nota, es funcional conocer su archivo personal, porque él es, además, y por todo eso, el creador de Andanzasenabarcas, el espectáculo combinado de música, teatro y “cuentería” que, basado en textos suyos y de Haroldo Conti, Violeta Parra, Atahualpa Yupanqui y Eduardo Galeano, se presentará hoy a las 18 en el microcine Che Guevara del ECuNHi (Avenida del Libertador 8465). Su archivo, entonces: Astelarra nació en 1974. Se licenció en Economía en la Universidad Torcuato Di Tella y obtuvo el Master en periodismo de la Universidad del País Vasco. Puso su pluma a disposición de varios medios escritos (La Mano, Rolling Stone y Sudestada, entre ellos). Y fue parte activa de Hecho en Buenos Aires. Pero lo más jugoso comenzó en 2001. Un día decidió lanzarse a caminar por los barros de Sudamérica y, antes de una agitada actividad fanzinera y de lanzarse a trabajar en barrios marginales, veredas campesinas y comunidades originarias de todo el continente, se plegó al combo de artistas callejeros que formaban el Domingo Quispe Ensamble, una agrupación de arte itinerante que pisaba fuerte en bares, centros culturales y festivales del Altiplano. “La banda rinde homenaje a Domingo Quispe, un ignoto funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia que en sus viajes protocolares recolectaba canciones de artistas callejeros”, comenta él, sobre la agrupación que, además, desarrolla un grueso trabajo antropológico. “Llevamos 253 manuscritos recopilados en los viajes que hicimos por el continente”, informa.

El Domingo Quispe Ensamble es –viene bien al caso– el brazo musical de Andanzasenabarcas. La banda, que ha participado en el 35º aniversario de la muerte del Che en La Habana, del 30º aniversario de la de Allende en Chile, entre otros festivales, y ha grabado el disco Homenaje a los Héroes Anónimos, junto a diversas agrupaciones del continente, es el plafón en el que el colectivo se apoya para ponerle sonidos a lo que Astelarra define como “un ensayo político sobre esa tribu de locos caminantes que patean el continente sin importar la dirección”, o sea, Andanzasenabarcas. “La idea surgió en el 2007 en Ibagué, Colombia”, sigue Astelarra.

“La Domingo Quispe había cumplido cinco años y habíamos decidido comenzar un proyecto comunitario en la vereda campesina de Pastales, y el Museo de Arte Moderno de Ibagué nos ofreció celebrarlo. Convocamos músicos, escritores, malabaristas, cineastas, artistas plásticos, artesanos y fuimos construyendo un espectáculo que recorrió el continente desde la mirada de nuestras andanzas.” Andanzas que son en abarcas porque así se llaman las sandalias bolivianas hechas del caucho reciclado de las llantas, a las que Astelarra nutre de una visión simbólica: “Las abarcas son una muestra inefable de simplicidad, rudeza, cercanía con la tierra y un particular estilo para transformar este bendito y gringo descalabro mundial en lento pero firme caminar”.

–Viendo que Andanzasenabarcas funciona como una expresión de arte múltiple, ¿qué es lo que la unifica en tal diversidad?

–La verdad es que yo no había caído en la cuenta de que las Andanzasenabarcas eran una historia de desaparecidos hasta que me ofrecieron contarla en el ECuNHi. Porque, como bien refleja Conti en su novela, el arte es alegría, pero también tristeza y, si se camina, inefablemente se vuelve política. Quizá por eso ese inútil esfuerzo de los dueños de este sangrante presente globalizado por ignorarnos, desplazarnos de nuestros espacios, quitarnos el aplauso, y a veces también, la vida.

–Cualquier semejanza con Mascaró, el cazador americano, de Haroldo Conti, es pura coincidencia...

–(Risas.) Fue la última novela que escribió antes de que alguien decidiera que su arte, su caminar, no valía la pena. Fue inevitable hacer referencia a la novela y a su desaparición, y también a la de Víctor Jara en Chile, y la de todos los hermanos colombianos de ésta, hoy, traicionera guerra que han creado los pocos que quieren mucho.

Las Andanzasenabarcas que Astelarra cuenta se originaron por un pedido que le hizo la revista Hecho en Buenos Aires para que el periodista-escritor narre crónicas sobre su itinerario por el continente. Tales crónicas fluyeron de cuentos cortos que se fueron editando en pequeñas publicaciones autogestivas, entre el 2007 y el 2010. “La verdad –confiesa Astelarra– es que no sé cómo empezaron a brotar miles de andanzasenabarcas, reflejo de mi camino y el de esa loca tribu de caminantes sudamericanos herederos de Atahualpa, la Violeta o el Che.”

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