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Miércoles, 26 de octubre de 2011
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Gonzalo Aloras y las canciones de 12, su nuevo disco

De canciones e intercambios

En su nuevo álbum, cuyo título dispara varias posibles interpretaciones, aparecen invitados ilustres como Spinetta, Páez, Nebbia y Juanse, pero el rosarino supo eludir el riesgo de diluir sus canciones. Esta noche lo muestra en vivo en Boris.

Por Cristian Vitale
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“Si decís ‘12’ aparecen mil significados que forman un concepto. Un número mágico que recorre la humanidad.”

Gonzalo Aloras encuadra su disco en un imperativo categórico que no es suyo, es de otro. Es de Rimbaud y dice: “Yo es otro”. Un lema viable para el intento: desentrañar los pequeños secretos de 12, tercer disco de una cosecha que empezó en 2004 con Algo vuela y siguió cuatro años después (Superhéroes), y que seguirá mostrando hoy en Boris (Gorriti 5568). “Yo es otro” podría entenderse así: Aloras no sería él en sentido yoico puro, sino él pasado por el tamiz de los demás. De Juanse, Spinetta, Fito, Nebbia, Javier Malosetti o Fernando Samalea, algunos de los músicos que invitó al disco. Y serían todos ellos, a su vez, pasados por el tamiz de Aloras. Pero el pianista, compositor y cantante opone un razonamiento mayor. “El ‘Yo es otro’ es radical. No da opciones, porque si no sería ‘Yo soy otro’ y no es lo que Rimbaud dijo. Ese cambio sintáctico es lo que torna su frase en revolucionaria. El yo es, es lo de afuera”, sentencia.

–Filosofía existencial aplicada al rock...

(Risas) –Así lo siento. El ser siempre es otro, no existe ese yo que nosotros concebimos, el que estamos acostumbrados a través de la cultura... me refiero al yo cerrado en sí mismo. Uno está atravesado constantemente de cosas sociales, familiares, amorosas, de la infancia. Es casi una cuestión filosófica que siento desde muy chico. Uno es lo que va construyendo de sí mismo. Los invitados están puestos a propósito. Vos escuchás a alguien que canta de una manera y de repente le cambia la voz.

Lo que Aloras trata de desentrañar es el reacomodamiento de “yoes” que nutrió a su disco de un rasgo especial. Que Páez (en “Irán”) no extreme picos al cantar, que Juanse (voz y guitarra en “Tranquilizado”) cante “como nunca lo haría en su puta vida” (Aloras dixit) o que Spinetta (voz en “Vas a cumplir feliz”) trate de adaptarse a la canción y no al revés. “A diferencia de otros discos en que entra un invitado y ‘caga todo’, acá se meten en un plan –se ríe Aloras–. Luis estuvo mucho tiempo para meter su frase porque no podía hacer la rítmica. Me decía ‘es un quilombo hacer la rítmica como vos, yo no canto así’, pero se tomó el laburo y fue algo natural. yo decía: ‘que meta lo que quiera’, pero su actitud fue la de un grande.”

–¿Y Páez?

–Logré que no llegue a esos picos. Está como contenido, porque así canto yo. Esos límites que se cruzan conforman ese “yo es otro”. A mí no me gusta ese lugar de rock star egoísta: mi mujer, mi barco, mi foto... me interesa ese lugar que se arma, que no es personal sino que da un universo en el que se mezcla todo. Juanse es un tipo que está atravesado por los Sex Pistols, Stones, Spinetta, Bach o sus hijos que lo retroalimentan.

Es difícil repreguntarle. Aloras dispara mil palabras por minuto y engancha sentidos. Es rosarino, heredero del colchón de esponjas sonoras que albergan las orillas del Paraná. Hace más de una década que vive en Buenos Aires y ya de entrada tenía a Charly García, Claudio Cardone, Guillermo Vadalá, como invitados. Es de esa troupe. Formó parte, como intérprete y arreglador, de la banda de Páez entre 1999 y 2006. Fue coprotagonista y productor musical de ¿De quién es el portaligas?, dirigida por Fito; le regaló un buen homenaje a la tríada matriz del rock argentino (Nebbia, García, Spinetta) a través del disco Superhéroes, fue el que cantó “Yo no quiero volverme tan loco”, solo con su guitarra, ante la multitud en las fiestas de Bicentenario y hace poquito le tocó en suerte producir la nueva versión de “La Balsa”, que concretaron Ricardo Mollo, Ciro Fogliatta y Brian Ray, guitarrista de Paul McCartney. “Cuando uno hace una letra, un arreglo o una canción, le cae todo lo que hizo y eso va gestando un color propio, tu propio cóctel. Tu estilo, que no es un género ¿no...? porque hoy cuando se dice estilo se dice género y no es así: en el reggae, el rock, el folklore o el blues, lo que interesa es el estilo, no el género. Lo novedoso es el estilo”, testimonia.

El “Yo es otro” se une, a su vez y en cierto punto, al número que Aloras eligió para titular el disco. Están casi todos sus significados personales y universales. Doce son los años que lleva viviendo en Buenos Aires. También las notas musicales de la escala cromática, el nombre del poema que musicalizó de Oliverio Girondo y la cantidad de temas del disco. “El número como título te permite ensamblar muchas cosas distintas a la vez. Si decís ‘Mi último tren a Londres’ estás contando tu viaje a Londres, en cambio, si decís ‘12’ aparecen mil significados que forman un concepto. Un número mágico que recorre la historia de la humanidad y, por tanto, también te atraviesa a vos.”

–Hay una elipsis algo paradójica entre el tema que hace con Spinetta y el de Páez. Parece tender un puente entre el optimismo de vivir feliz y su contracara. Una tensión, dos caras de una misma moneda.

–Se unen, sí, porque “Vas a cumplir feliz” es como la afirmación total. Es cumplir feliz un sueño, el futuro que me veo desde chico. E “Irán” es el final de una relación y de una era también. Caen bombas por todos lados, es el final del amor de la humanidad que los medios pasan en directo. Y acá aparece la paradoja: si podés cantar los finales es que todavía estás sano y salvo. El dolor, la tristeza y el sufrimiento en la música no es lo mismo que sin la música, porque la música lo redime.

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