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Jueves, 27 de octubre de 2011
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Buena Vista Social Club en el Luna Park

Y entonces, la magia

Lo que venía transitando el carril de la orquesta for export recobró el pulso vibrante de la “vieja” Buena Vista cuando ganó la escena Omara Portuondo, y la noche se transformó.

Por Karina Micheletto
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Omara y Mollo, en una emotiva “El día que me quieras”.

La pregunta quedó flotando en el aire, una vez que se encendieron las luces del estadio, con el ritmo todavía instalado en los ánimos. ¿Cómo una mujer, una sola voz, una sola presencia, puede trastrocar un escenario, una situación, y hasta al resto de los músicos que la acompañan en la puesta, en forma casi inmediata? La llegada de Omara Portuondo al escenario del Luna Park, en la noche del martes, fue de ese orden transformador. Y así, lo que hasta entonces era una correcta y estridente orquesta, de esas que pueden escucharse en los locales turísticos más paquetes de La Habana, se volvió un concierto notable, con momentos sorpresivos: el de Portuondo presentando a Ricardo Mollo, como invitado a cantar a dúo “El día que me quieras”, fue uno de ellos. Los hijos de Ibrahim Ferrer sumados en un set final de homenaje a aquella figura del Buena Vista y un bis fuera de todo programa con la orquesta y Omara haciendo la guajira al Che Guevara “Hasta siempre” completaron una noche que dejó de ser for export.

Todo transcurría por carriles más o menos trajinados de un proyecto pensado para mostrar por el mundo, que se fue rehaciendo tras las muertes de los integrantes de aquel éxito a escala planetaria que fue el Buena Vista de Ry Cooder en los ’90 (de los miembros originales, sólo quedan en esta formación el Guajiro Mirabal en trompeta, y en la dirección, trombón y voz, Jesús “Aguaje” Ramos). Tras las actuaciones del grupo de tango-rock Antiescéptico y de Lisandro Aristimuño –acreedor de entusiastas aplausos aun en el difícil rol de telonero–, llegó la actual Orquesta Buena Vista Social Club, con sus doce integrantes, las voces de Carlos Calunga y la sensual Idania Valdés al frente.

Y al frente, en general, todo, con un nivel de sonido dispuesto para imponerse a como diera lugar. Y, en general, con una pirotécnica necesidad de entretener que atentó contra el lucimiento del particular color de voz de Valdés, del talentoso pianista Rolando Luna (un joven con pinta de haber salido de una película o de una foto vieja), o de los veteranos Papi Oviedo en tres, Guajira en trompeta, o del hijo de este último (El Guajirito, claro). Así pasaron en una suerte de mosaico del folklore cubano la guajira, el son montuno, el danzón (presentado como “baile nacional”), el cha cha cha, el mentado “swing” cubano. Y temas como “De camino a la vereda”, uno de los éxitos reconocibles del Buena Vista –y de Ibrahim Ferrer– con el que el Luna Park empezó a bailar (aquel que aconseja en su estribillo: “¡Oígame, Compay! No deje el camino por coger la vereda”).

Ocurrió cuando habían transcurrido ya unos diez temas. Bastó para que Omara Portuondo entrara, comenzara a entonar el bolerazo “Tres palabras”, con la complicidad del público en el estribillo, para que todo se transformara, como mágicamente. También los músicos –ésta es una apreciación objetiva–, que ya venían con ritmo de sesionistas y que de repente comenzaron a energizarse, a mostrar el sentido que tuvo aquella orquesta de “viejitos con swing”, algo más que exotismo caribeño en escena. Y en medio del encanto de la voz y del fraseo de “la Diva del Buena Vista”, entre la hondura del bolero “Veinte años” (aquel que Portuondo grabó secundada por Compay Segundo) y la fiesta de “Quizás, quizás, quizás”, llegó una sorpresa fuera de programa: Mollo, invitado por Portuondo a cantar “El día que me quieras”, en un dúo sólo acompañado por piano. Una postal extraña, de contagiosa emoción.

Llegó luego el homenaje a Ibrahim Ferrer, ya con todo el Luna Park bailando “Chan chan”, “El platanal de Bartolo”, “El cuarto de Tula”. Y, con los tres hijos del cantante radicados en la Argentina como invitados (el varón, Ibrahim Ferrer Jr., sigue una carrera solista), “Dos gardenias”, “Candela”. No hizo falta insistir tanto para el bis que llegó con otra sorpresa: Portuondo y la orquesta cantando “Hasta siempre”. La última vez que Portuondo cantó en Buenos Aires fue en este mismo escenario, junto a Maria Bethania, y entonces ocurrió el mismo tipo de encanto. Algo hay en esta mujer de 81 años, algo que es más que lo pintoresco de la edad, la voz íntegra, el fraseo que hace más profundas las historias que canta, su modo de estar en el escenario, su complicidad con el público. Algo definitivamente inasible. Y, claro, imposible de contar con palabras.

8-ORQUESTA BUENA VISTA SOCIAL CLUB JUNTO A OMARA PORTUONDO

Artistas: Omara Portuondo (cantante principal), Jesús Aguaje Ramos (trombón, voz y dirección musical), Guajiro Mirabal, Luis Alemany y Guajirito Mirabal (trompeta), Pedro Pablo (contrabajo), Rolando Luna (piano), Papi Oviedo (tres), Idania Valdés y Carlos Calunga (voces), La Noche (bongós), Filiberto Sánchez (timbales), Angel Terry (congas).

Invitados: Ricardo Mollo, Ibrahim Ferrer Jr., Marlene Ferrer, Iris Ferrer.

Grupos invitados: Lisandro Aristimuño y Antiescéptico.

Duración: 2 horas.

Público: 6000 personas.

Martes 25 de octubre, Estadio Luna Park.

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