Imprimir|Regresar a la nota
Martes, 10 de enero de 2012
logo espectaculos
Quique Sinesi y el material de Avant Garde Buenos Aires

De cómo viajar en la guitarra

Habituado al periplo casi permanente, el notable instrumentista recaló en la capital argentina para un mes sabático que sirve de preparación a lo que vendrá: “Hay una energía en el ambiente que tiene que ver con lo que somos y no sabemos bien qué es”.

Por Cristian Vitale
/fotos/espectaculos/20120110/notas_e/na30fo01.jpg
“Me encanta juntarme con músicos de otros lugares y crear un nuevo lenguaje entre dos culturas.”

Difícil encontrarlo en Buenos Aires. No es que Quique Sinesi no pegue con su terruño, buena parte de su exquisita e inquieta música lo delata, pero su carácter trashumante puede más. El 2011 lo encontró de rutina: dando recitales en varias ciudades de Estados Unidos, trocando intenciones –había muerto Charlie Mariano, su cumpa gringo– con una saxofonista polaca en Alemania y volando algunos aviones más. Haciendo patria, a su manera. “Mata que en Argentina veamos todo lo que hace Messi en una cancha europea, pero también estaría bueno que la tele pase, no sé, a Dino Saluzzi tocando en el Festival de Montreaux... él también nos representa bárbaro”, lanza el guitarrista, piloteando el tiro balanceado al máximo que propone el verano porteño. Dicho está: antes de reiniciar su gira permanente, Sinesi encaró enero como un mes sabático y despliega con claridad lo que vendrá. En principio, un disco ya cocinado junto a viejos amigos (Walter Castro, el Mono Hurtado y Facundo Barreira) que dio en llamar Avant Garde Buenos Aires y que, precisamente, delata su amor por estas geografías. “Es un disco de improvisaciones que interpreta la cuántica de esta ciudad”, principia.

–¿Cómo es la cuántica de esta ciudad, entonces, y de qué manera se la transforma en música?

–Conocer el mundo viene bien para responderlo. Yo siempre digo que hay una energía en el ambiente que tiene que ver con lo que somos, pero que no sabemos bien qué es. A mí me pasa... estoy acá y soy de una manera, y cuando voy a Alemania soy el mismo, pero hay una cuántica que tiene que ver con el entorno y me modifica... no sé, vas a Nueva York y la energía te tira para arriba, y así. En Buenos Aires por supuesto sale tango, pero también jazz y fluye la química de quienes lo captan, ¿no? Siento que este disco es como el comienzo de algo.

A todo lo que Sinesi encara lo llama comienzo. Avant Garde Buenos Aires es uno. También al disco solista con composiciones propias que saldrá en breve (abril) o, visto en perspectiva, a los comienzos con el notable Alfombra Mágica, disco en trío que grabó con Javier Girotto y Martín Bruhn –bien representativo de los usos pero no abusos que hace Sinesi del folklore argentino–, al magistral Cuchichiando –el Cuchi Leguizamón pasado por su tamiz–, o a las performances trotamundos con el saxofonista Charly Mariano y, luego, algo similar pero con cara de mujer. “La conocí a Angélica Niesser en Colonia gracias a Mariano, que me hizo de puente. Ahí nomás nos juntamos a ensayar y la música fluyó, hubo código. Ella está en el ámbito del jazz contemporáneo, y es muy abierta... sus improvisaciones con el saxo se adecuaron muy bien a los elementos de tango y folklore que tiene mi música. Me encanta eso de juntarme con músicos de otros lugares y crear un nuevo lenguaje entre dos culturas.”

–Fue lo que hizo durante mucho tiempo con Mariano. ¿Cuánto lo afectó su muerte?

–Demasiado. Tanto que paré de viajar casi un año. Pese a que no se lo conocía tanto a nivel internacional, para mí era como un mito viviente del jazz, había tocado con los jazzeros más importantes del globo, y yo tuve la oportunidad de estar mucho tiempo a su lado. Me agarró un bajón cuando su muerte y eso me hizo parar de viajar un tiempo... fue como un duelo musical que hubo que pasar.

–Hay vida después de Mariano y también del Cuchi, entonces. La referencia es por Cuchichiando, la primera reversión a obra completa del salteño que concretó hace dos años...

–(Risas.) Bueno, esa fue una experiencia que me quedó adentro y ahora siempre toco su música. Ya está conmigo, incorporado... es como un standard, ¿no?, me encanta cuando alguien se apropia de una música y la hace trascender.

–Y la puede “universalizar”, al tocarla en todas partes. Máxime en el caso del Cuchi, que con todo lo grande que fue no pudo atravesar fronteras como Yupanqui o Piazzolla. ¿Se siente una especie de embajador del salteño ante el universo?

–Puede ser, porque lamentablemente a veces voy a tocar a Alemania o Estados Unidos y la gente no sabe quién es el Cuchi... para mí es un honor presentárselos. Algo que me encantó fue que una vez escuché a Esperanza Spalding tocando “Cantora de Yala” en el contrabajo, y cantándola. Creo que en la medida en que se lo conozca, se lo va a tocar en todo el mundo, por más que sean zambas... Keith Jarrett o Chick Corea podrían hacerlo. Soy un convencido de que la música del Cuchi está en el nivel de la de Yupanqui o Piazzolla, con la diferencia de que, como sabemos todos, él no viajó. Pongo el caso de Dino Saluzzi, también... él tiene un lugar en Europa, es muy respetado, incluso hay mucha gente que quiere tocar con él... Pat Metheny, por ejemplo, lo busca todo el tiempo. Es lindo que la gente sepa de esto.

–Como sabe de Messi o Maradona...

–Claro. Insisto, yo siempre me pregunté por qué no aparece en televisión cuando toca Saluzzi en el festival de Montreaux, así como pasan partidos de fútbol. Estaría bueno darle importancia a lo que pasa en otras áreas, porque si no todo llega mucho más tarde, como los videos post mortem de Piazzolla, en fin... me maravilla ver a Messi y lo que pasa con él, pero estaría bueno también contemplar estos aspectos de nuestro arte, de nuestra cultura. Yo, por lo pronto, aporto mi granito de arena.

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.