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Viernes, 16 de marzo de 2012
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MARIA CREUZA ACTUARA ESTA NOCHE EN EL TEATRO ND ATENEO

“Mis shows son un viaje sentimental”

La cantante bahiana reconoce que en el imaginario están aquellos recitales que dio junto a Vinicius de Moraes y Toquinho en La Fusa, más de cuarenta años atrás. “Jamás imaginamos que esos conciertos iban a tener la importancia que tuvieron”, señala.

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Creuza, una voz que remite a una época de la música popular brasileña.

Maria Creuza dice que tiene una relación muy, muy especial con estas tierras y su historia tanto profesional como personal le dan la razón. Están, para empezar, aquellos conciertos que dio junto a Vinicius de Moraes y Toquinho en La Fusa (en Punta del Este, pero también en Mar del Plata y en Buenos Aires), de los que resultó el disco que pasó a la historia como uno de los mejores en vivo de la música brasileña. Y está también su relación con quien es el director musical de su banda, pero también su marido, el pianista Víctor Díaz Vélez, oriundo de Villa María, Córdoba. Así que tiene más de un motivo para venir seguido. Esta vez, su show en Buenos Aires será hoy a las 21 en el teatro ND Ateneo (Paraguay 918).

Vinicius, dice Creuza, sigue siendo su eje, “aunque es esencial ir cambiando un poco los temas, claro”, sonríe la bahiana radicada en Río. “Mis actuaciones siempre seguirán siendo de algún modo un homenaje a quien fue mi gran maestro, es inevitable para mí –explica–. Es inevitable también hacer un racconto, un viaje sentimental con los temas que marcaron aquella primera llegada a la Argentina, la gente quiere escuchar cosas mías de toda la vida, de tantos trabajos discográficos. Pero también estarán algunos temas que no acostumbro a cantar seguido, como ‘Don de eludir’, de Caetano Veloso.” Entre los inevitables, sigue Creuza, estarán por supuesto himnos de Vinicius como “Samba em preludio”, “Berimbau”, “Eu seu que vou te amar”... “¡Y no puede faltar “Voce abusou”, porque si no me matan!”, se ríe la cantante, y resume la intención del concierto: “Será un viaje sentimental en un país con el que tengo tanta historia linda, después de tantos años. Cantaré para los que me siguen desde aquel entonces, y también para los jóvenes, que siempre están allí, como queriendo saber quién es esa mujer que cantaba con el poeta”.

–¿Qué significaron exactamente para usted aquellos conciertos en La Fusa?

–Todo: el comienzo de mi carrera, la confirmación de que era el camino correcto... todo, de verdad. Yo tenía 21 años, acababa de mudarme de Bahía a Río, estaba viendo si iba a poder iniciar un camino profesional. Era la época de los festivales, que significaban la oportunidad de mostrarnos para los que empezábamos. Mi oportunidad fue en el festival de música popular brasileña, allí Vinicius me vio y me invitó a trabajar con él. Yo cantaba bossa nova y mezclaba cierta influencia africana, eso era algo novedoso para la época y a Vinicius le gustó “Catende”, la sumó al repertorio. Fue todo inmediato: enseguida empezamos a ensayar, también con Toquinho, a decidir el repertorio, y ya estaban las fechas en Uruguay y Argentina. Claro que jamás nos imaginamos que esos conciertos iban a tener la importancia que tuvieron. Más allá del éxito, a mí me definieron como cantante; a partir de allí dije: éste es mi camino, y por aquí voy a seguir. Además de todo esto, fue un lugar donde hicimos grandes amigos.

–¿Quiénes, por ejemplo?

–Hemos ido a la casa de Piazzolla, con Amelita Baltar. Conocimos a Horacio Molina y Chunchuna Villafañe, a Nacha Guevara y Alberto Favero, a Marikena Monti, Mercedes Sosa –encantadora mujer–, Susana Rinaldi... Aquello era un hervidero, La Fusa formaba parte de todo un circuito cultural muy rico, que convocaba a un público muy especial. A Vinicius le encantaba frecuentar amigos, junto con su segunda, tercera, cuarta, quinta mujer... ¡porque tuvo nueve! (risas) Entre ellas una argentina, Martita. Fue una época intensa e inolvidable. La Fusa era un lugar muy chiquito, un café concert. La gran atracción, desde luego, era Vinicius; Toquinho y yo éramos sus voces, desconocidas por entonces. Era muy especial porque teníamos el público al lado, respirando casi en la cara... una sensación linda y rara a la vez. Cuento todo esto para tratar de explicar que aquella historia inevitablemente está presente, y que es una responsabilidad, una especie de legado, llevar una historia tan fuerte y recordarla en el presente.

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