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Martes, 17 de abril de 2012
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Juan Quintero arranca su ciclo con Luis Pescetti como invitado

“Este espectáculo es buscar un instante de plenitud”

Compositores comienza hoy en Espacio Tucumán con la dupla que formó el guitarrista con su “amigo nuevo”, el autor de los libros de Natacha. Sobre el escenario habrá certeros toques de humor, también anécdotas y reflexiones cruzadas. Y bellas canciones, claro.

Por Karina Micheletto
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La presentación del libro Cartas al Rey de la Cabina fue la excusa de Pescetti y Quintero para comenzar a trabajar juntos.

Lo primero fueron doce cartas, y doce canciones. Las doce cartas son las que Luis Pescetti –escritor y compositor, capaz de conmover con sus textos y canciones a chicos y grandes– imaginó poniéndose en la voz de una mujer, Paloma: una chica enamorada que le escribe a quien ya se fue, ya eligió otro lugar, al parecer para siempre. Las doce canciones son las que Juan Quintero –guitarrista y compositor, capaz de hacer música argentina que conmueve en tiempo presente– hace sonar entre carta y carta. Cartas y canciones se fueron encontrando en lo que primero fue simplemente una presentación poco convencional para el libro Cartas al Rey de la Cabina, de Pescetti, y luego tomó la forma de un espectáculo, y de un CD más DVD. Ahora, vuelven a proponer juntos un espacio para los textos leídos en voz alta y la canción; un espacio esta vez expandido, porque habrá nuevos poemas y nuevas canciones para contar y cantar. Será hoy a las 20 en la inauguración del ciclo Compositores del Espacio Tucumán (Suipacha 140, ver aparte), en el que Quintero se propone como un anfitrión que va invitando a artistas de diferentes procedencias. Ha elegido a Pescetti para dar inicio esta noche al ciclo.

Los textos y las canciones van dando forma a un espacio que Quintero y Pescetti vuelven propio y singular, habitado por un ritmo también propio. En ese espacio que se escucha atrapado en el disco y en el DVD (el de esta noche será diferente, aunque su esencia se propone como la misma) hay certeros toques de humor, también anécdotas y reflexiones cruzadas. Y bellas canciones, que suenan al modo Quintero en su guitarra y su interpretación: un mosaico tan diverso como para abarcar “Amapola”, de Juan Luis Guerra, y “Puerta de los dos”, de Fernando Cabrera, y “Piropo”, de Jaime Roos, y “Donde quiera que estés”, de Joan Manuel Serrat. También una hermosa canción que Edgardo Cardozo compuso para su hija, “Chiquita”, y otras de autoría de Quintero. Y dos que parecen tan, tan exactas para las cartas de Paloma: “Cartas de amor que se queman”, de Cuchi Leguizamón y Manuel Castilla, y “Peces de Luz”, del entrerriano Carlos Aguirre. Tan justas vienen, que Quintero advierte: “Cuando leía este fragmento y pensaba en la canción de Carlos, me daba la sensación de que uno de los dos lo estaba espiando al otro”. “Sí, le mandé a decir al Negro Aguirre que no me ande componiendo canciones adelante”, se ríe enseguida Pescetti.

“Me han propuesto este ciclo desde la Casa de Tucumán, y por supuesto que como tucumano ese dato no es menor”, marca Quintero. “Así que pensé en ir sumando gente con la idea principal de invitar a aquellos que me gustaría llevar a casa en Tucumán, como llevarle las más lindas novedades o lo que voy conociendo estando acá. Enseguida pensé que Luis tenía que ser el primero: es un nuevo amigo que me ha abierto horizontes. Y, sobre todo, nos divertimos mucho juntos.” “Había mucha sorpresa en el intercambio compartido, logramos como una conversación con público que para mí fue atrapante”, resume Pescetti el espíritu de las lecturas con canciones, y define al compañero elegido: “Con Juan es como vivir al lado de un río: no se sabe lo que hay, no se puede decir ‘esta agua ya la probé’. Es un gran intérprete, un gran compositor, un lujazo. Por supuesto que no bien lo conocí, le propuse hacer algo juntos”.

–¿Qué fue lo que le propuso?

Luis Pescetti: –La premisa fue: “Mirá, Juan, cuando yo escribí este libro me salí del personaje que es más conocido por el público, me ubiqué en otro lugar. Bueno, te invito a que hagas lo mismo”. No fue más que eso, después él se puso a buscar canciones, el resto corrió más bien por su cuenta.

Juan Quintero: –Yo tenía el libro ya desde antes y, como dice Luis, una de las consignas que me tiraba era salir de mí, de lo que me sale más naturalmente, que son las canciones de tinte folklórico. Con esa premia busqué darle a todo un tono más urbano, pero tampoco estuve solo en esa parte, ahí recibí la ayuda de Luis, que me ha mostrado cosas nuevas, como las de Javier Ruibal o la cubana Marta Valdés, y algunas otras cosas que compartimos y que no quedaron. El proceso fue más que sólo elegir canciones en base a la poesía. Y además en la dinámica que plantea Luis siempre te incluye, siempre te modifica. Si hay algo más o menos establecido de antemano –tal tema, después tal carta–, cada tanto él salta con algo que rompe el esquema y hace marchar las cosas para otro lado.

L. P.: –No crea mucho lo que le dice. Juan es así, peligroso, termina dándote todo el crédito a vos. Hay que vigilarlo... (risas).

–¿Y cómo se conocieron?

J. Q.: –No hace mucho, en una cena, creo, ¿no? Creo que fue en una cena en su casa, después lo invitamos nosotros... ¿Así fue?

L. P.: –Quintero tiene problemas y no recuerda las cosas, yo le voy a contar: nos conocimos en lo de Adolfo Barrera, que es un exquisito promotor cultural y librero. El organiza un encuentro de cantautores en Alta Gracia, con enorme esfuerzo personal, y también el auspicio de instituciones locales. En uno de esos encuentros fue convocado su trío, Aca Seca, y fui convocado yo. Así nos conocimos.

–¿Y qué fue lo que los encontró, ya sea en Alta Gracia o en las cenas?

J. Q.: –Luis tiene un lenguaje que siento muy afín con muchas cosas que yo conozco o que me gustan. Diría que son cosas que me resultan familiares, que hablan desde el mismo lenguaje. Debe ser ese lenguaje común que hace que las canciones encajen tan bien, como si fueran la misma cosa.

L. P.: –No sé si diría que tenemos un lenguaje en común, más bien somos gente de muy pocas palabras, nuestro español es muy reducido, ¡eso sí tenemos en común! (Risas.) A ver, voy a intentar decirlo como pensando en voz alta: creo que los dos tenemos una gran disposición o bienvenida hacia el otro. Cuando Juan va a mostrar algo, yo siempre estoy en una mezcla de beneplácito y sorpresa, y siento lo mismo de su parte cuando muestro algo yo. Lo cual no quita que con su eterna sonrisa te esté diciendo: “No, ésa no, mejor otra”. ¡Pero hasta para eso siento la bienvenida (risas)! Quiero decir, la bienvenida incluye ése “no, ésa no”. No es que nos aceptamos cualquier cosa, pero todo transcurre con una enorme facilidad. ¡Finalmente voy a terminar diciendo que tenemos un lenguaje común! (Risas.)

–¿Cómo invitarían a la gente a este espectáculo, qué tienen para prometerle?

J. Q.: –¡Le dejo el honor a mi compañero (risas)!

L. P.: –Bueno, cómo decirlo sin que suene a eslogan, y me temo que no haya manera... No sé qué va a ser para la gente, pero voy a decir lo que es para mí: sería como hacer una pausa, buscar un instante de plenitud. Tal cual esas pausas en las que a lo mejor dejás de hacer lo que estás haciendo, o de decir lo que estás diciendo, y finalmente te llena como si fuera lo que tenías que hacer. Es lo que quise decir en este poema que voy a leer esta noche, “Era una tarde como para un geniol”:

Era una tarde como para un geniol, un rivotril, un paracetamol, un valium, un tafirol, una aspirina, un té de naranja, una patada a una puerta y llenarse el bolsillo de piedras. Cuando estaba tan cerca de estallar, se me ocurre, me salvo y digo:

Mejor hágase un valle.

¿Y si mejor se hace un valle? (...)

TEXTUAL

“Querido Rey de la Cabina:

¿No sabías que te iba a buscar por todas partes, por donde fuera? ¿Por qué no lo hiciste más fácil? No hubiera ido contigo de todos modos, si no querías, pero, ¿acaso no lo querías? Júralo que no. Pero, entonces, ¿por qué irse de esa manera?

Ahora que sé que esta carta te va a llegar, aunque no te la den mis manos te va a llegar, me pregunto: ¿cómo será tu mundo ahí? Todo lo tuve que adivinar, tu silencio me llenó de palabras que iba encontrando, hebra con hebra.

¿Querías estar solo? ¿Era tanto ruido el amor?

Son demasiadas preguntas, incluso para quien no las puede oír. Ya imagino tu cara (no te preocupes, no tienes que poner otra. Puedo imaginar tu cara, sólo eso).

Mejor te hablo del tiempo, por ejemplo, que no es época de lluvias, y llueve.

Todo se moja sorprendido.

Cómo es la vida, ¿no? Será que uno se acostumbra a que, si todos los días sale el sol, el resto tendría que ser igual de previsible y quizás eso sea lo único que podamos esperar con confianza. Lo digo sin tristeza, y sin enojo, hay tanta libertad en esa idea de lo imprevisible (tú, que nunca podrías ir por un camino trazado, bien que me entiendes).

¿No son adorables los caminos mojados? Hoy podría haber regresado en el autobús, más rápido y más seca. Pero vino la lluvia y ¿qué hubiera hecho ahí encima, entre las caras cansadas de otros pasajeros? Me metí por el camino de tierra, de barro, es decir.

Encontré ese pedazo de cielo roto, ese vuelo quebrado, esa avecita muerta, y yo y la lluvia y ya sabes...”

* Fragmento de Cartas al Rey de la Cabina, de Luis María Pescetti, Fondo de Cultura Económica.

La ficha

Juan Manuel Quintero nació en la provincia de Tucumán, en 1977. Desde pequeño pudo conocer los ámbitos musicales académicos, porque sus padres formaban parte del coro de la provincia, pero también los más informales, como las guitarreadas caseras de las que dice haberse nutrido especialmente. Su juventud fue discurriendo entre reuniones de cantores tradicionales del repertorio folklórico argentino, sonidos que se mezclaban con algún tango o boleros circunstanciales, expresiones que se sumarían a otras que tienen que ver con la música que hace. Estudió la carrera de Dirección Coral en la Universidad Nacional de La Plata y allí pudo tomar contacto con diferentes músicas y músicos de las distintas regiones de la Argentina. Allí conoció por ejemplo a Andrés Beeuwsaert y Mariano Cantero, sus compañeros de Aca Seca, formación que dio el marco donde crecieron sus primeras composiciones. Además de los discos editados con este trío (Aca Seca Trío, Avenido, Ventanas), tiene grabado un disco como solista (Juan Quintero), y junto a la cantante Luna Monti, Juan Quintero-Luna Monti, El matecito de las siete y Lila, todos de producción independiente. Sus canciones forman parte destacada del escenario contemporáneo de la música argentina, y han sido interpretadas y grabadas por artistas como Pedro Aznar, Juan Falú, Silvia Iriondo y Lorena Astudillo, entre otros.

* Mañana, a las 21, Juan Quintero se presenta con Aca Seca Trío en Café Vinilo (Gorriti 3780).
* Este sábado a las 15.30, Pescetti presenta en la Feria del Libro Nuestro planeta, Natacha (Sala José Hernández). En mayo estrena su espectáculo El empezó primero en el Teatro Metropolitan.

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