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Jueves, 31 de mayo de 2012
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La Fura dels Baus lee a Edipo en el Teatro Colón

El ciego inconsolable

La ópera de Enescu, completada en 1921 y rara vez representada, es una obra mayor. Y la puesta, con un gran elenco y notable dirección musical, deja de lado lugares comunes y construye una visión del personaje minuciosa y oscura.

Por Diego Fischerman
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Los grandes movimientos de masas refuerzan la intimidad y desolación del protagonista.

Hay un único momento en que la música cesa. La palabra hablada toma el lugar antes de la revelación. Drama sobre el destino pero, sobre todo, acerca de lo que los hombres son capaces de hacer con él, este Edipo de George Enescu, con libreto de Edmond Fleg y basado, obviamente, en Sófocles, traza una línea que va desde el nacimiento hasta la muerte del personaje, pasando por su dolor, la culpa y la purificación. La mirada de Alex Ollé y Valentina Carrasco, prescindiendo incluso de los rasgos más evidentes entre los que le han dado a La Fura dels Baus su fama, diseña un paisaje desolador y, en particular, un personaje tridimensional y complejo cuyo recorrido construyen con meticulosidad de orfebres.

El cuidado –y la jerarquización– de los pequeños gestos de un coro inmenso, trabajado al detalle, las gigantescas masas humanas que, lejos de romper la intimidad, la ponen en escena de una manera casi abismada; ese pegajoso barro que todo lo tiñe de rojizo y en todo se pega, dan al conjunto una coherencia y un crecimiento narrativo sumamente

inusuales en el mundo de la ópera. La mirada de La Fura dels Baus sobre este Edipo es formidable: no se opone jamás al texto, aprovecha sus grietas para rellenarlas con nuevas voces y nuevos contenidos, establece, en todo caso, un diálogo particular con el mito pero, también, con la manera en que fue leído por una Europa en que caían todas las certezas y donde nacían el psicoanálisis –y el inconsciente–, al tiempo que la primera guerra a la que se llamaría mundial devastaba el continente. No es un dato menor –y así lo entiende esta puesta– que en la versión de Enescu-Fleg la famosa pregunta de la esfinge troque por otra de carácter más existencial: qué es más fuerte que el destino.

La esfinge (esta vez sus temibles alas son las de un Junkers Ju 82 Stuka, el mismo avión alemán que, antes de la Segunda Guerra, se entrenó en Guernica) encarnada por una notable Guadalupe Barrientos, morirá sin saber si ha ganado o perdido. Y Edipo, en la piel de un formidable y conmovedor Andrew Schroeder, empleará su segunda vida, aquella posterior al conocimiento, en comprobar que su respuesta (“el hombre es más fuerte”) era, finalmente, la correcta. Una dirección musical precisa y un alto rendimiento de la orquesta y coros del teatro contribuyeron, en la función del estreno porteño, para que esa línea larga se mantuviera a lo largo de toda la representación. Un elenco excelente, donde se destacaron la Yocasta de Natasha Petrinsky, Victoria Gaeta en una Antígona recordable, Alejandra Malvina como Mérope y Esa Ruuttunen en un Tiresias descomunal, un vestuario absolutamente integrado a las necesidades escénicas y uno de los mejores trabajos de iluminación vistos en el Colón, a cargo del talentosísimo Peter Van Praet, fueron parte, eventualmente, de uno de esos milagros tan esperados por los amantes del teatro como infrecuentes: que algo se apodere del escenario y desde allí produzca el sortilegio. Y si La Fura puede, en ocasiones, ser efectista, en este caso, en un trabajo, tal vez, más hacia adentro que hacia afuera, fue, en cambio, efectiva hasta el punto de que la espectacularidad acababa siendo olvidada. En el centro de la escena, apenas, un hombre cegado y solo. Y la magia de una música que, lejos de la exhumación gratuita y un poco deportiva en la que suelen incurrir algunos teatros, demostró estar entre las mejores escritas para el teatro en los comienzos del siglo XX. Cercana a Maurice Ravel en su armonía, aunque con algunas incursiones microtonales, y con una orquestación exquisita –el uso del saxofón y de conjuntos heterogéneos, que suelen abarcar todo el espectro de alturas– lleva la herencia del Tristán wagneriano a un punto de originalidad rara vez alcanzado en su época.

10-OEDIPE

Opera de George Enescu

Libreto de Edmond Fleg, basado en Sófocles

Dirección musical: Ira Levin.

Concepto: Alex Ollé-La Fura dels Baus.

Dirección de escena: Alex Ollé, Valentina Carrasco.

Escenografía: Alfons Flores.

Vestuario: Lluc Castells.

Iluminación: Peter Van Praet. Coro de Niños del Teatro Colón, dirigido por César Bustamante. Coro Estable del Teatro Colón, dirigido por Peter Burian. Orquesta Estable del Teatro Colón.

Reparto: Andrew Schroeder, Esa Ruuttunen, Robert Bork, Gustavo López Manzitti, Fabián Veloz, Alejandro Meerapfel, Lucas Debevec, Gustavo Zahnstecher, Enrique Folger, Natasha Petrinsky, Guadalupe Barrientos, Victoria Gaeta, Alejandra Malvino y Cintia Velázquez.

Teatro Colón. Martes 29.

Nuevas funciones: mañana, a las 20.30, domingo 3 de junio, a las 17, y martes 5, a las 20.30.

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