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Miércoles, 22 de agosto de 2012
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Dream Theater, dos potentes presentaciones en el Luna Park

Cuando el rock se vuelve objeto de estudio

Por Diego Fischerman

Está la retórica del género, por supuesto. Las caras de enojo que el guitarrista se ve obligado a poner –sobre todo cuando se da cuenta de que es tomado por alguna de las cámaras que filman el material para el nuevo DVD del grupo– y una relación de fidelidad mutua con los fans que, por su parte, entonan a la perfección cada una de las canciones a lo largo de casi tres horas de concierto. Dream Theater es, desde hace 27 años, una de las bandas más importantes en el universo del heavy metal. Mal podría criticársela por ser exactamente eso que quiere ser y, además, serlo de manera perfecta. La pregunta es si queda algo cuando se atraviesa la frontera hacia el otro universo, el que queda afuera de esos rituales. Y la respuesta es que, aun cuando pueda achacársele una artificialidad muchas veces demasiado evidente, el grupo hace una música cuidada al extremo, con interesantes juegos de acentuación, algunos contrapuntos sumamente atractivos, con una altísima calidad de ejecución y, lejos del último lugar en importancia, con una potencia demoledora.

John Petrucci es un guitarrista de técnica formidable y su fraseo es sumamente expresivo. Rudress es un tecladista de gran eficacia y la base conformada por Myung y Mangini –de reciente incorporación, en reemplazo de uno de los fundadores, Mike Portnoy, que estaba desde la época en que la banda era un trío de estudiantes de la escuela Berklee y se llamaba Majesty– es una de las más exactas que puedan imaginarse. La gira que los trajo a Buenos Aires, la ciudad elegida para la grabación del próximo DVD, presenta en vivo el último disco, A Dramatic Turn Of Events y cambia, claro, la palabra “Turn” por “Tour”. La discreta escenografía consiste en tres cubos colocados sobre el escenario, donde se proyecta, durante varios de los primeros temas, una secuencia sumamente sugestiva en donde una figura de animación recorre en monociclo barandas de puentes y cables tendidos en paisajes urbanos, y, luego, tanto imágenes abstractas como documentales de palestinos pidiendo a los Estados Unidos el fin de la guerra. Y la parafernalia musical incluye un cuarteto de cuerdas local, que se acopla en las canciones “The silent man” y “Beneath the surface”.

Si bien el repertorio dio preeminencia al material del último disco –con canciones como “This is the life”, “On the Backs of Angels” y “Breaking All Illusions”–, también hubo clásicos del grupo, entre los que se destacaron “War Inside My Head”, “The Dark Eternal Night” y, ya entre los bises, “Metropolis Pt. 1: The Miracle and the Sleeper”. Un hipotético Austin Powers formado como oyente con Led Zeppelin y el primer Deep Purple se encontraría, tal vez, algo perdido en un recital de Dream Theater. Hallaría, sin duda, el virtuosismo y la repetición meticulosa de todos los tópicos esenciales. Le parecerían, sin embargo, más el fruto de un dedicado estudio universitario que otra cosa. Todo le sonaría demasiado cercano al ejercicio y la actuación. E irremisiblemente alejado de aquella ambición de infinito que había conocido, en el pasado, como rock.

8-A DRAMATIC TOUR OF EVENTS

Dream Theater

James LaBrie (voz), John Petrucci (guitarra y coros), Jordan Rudess (teclados), John Myung (bajo) y Mike Mangini (batería).

Estadio Luna Park, domingo 18 y lunes 19.

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