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Sábado, 20 de octubre de 2012
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GARBAGE CERRO LA PRIMERA NOCHE DEL PEPSI MUSIC 2012 EN COSTANERA SUR

Una jornada marcada por la ausencia

Kasabian se bajó por problemas de salud de su guitarrista, lo que le dio a Shirley Manson y compañía la posibilidad de tocar más tiempo.

Por Leonardo Ferri
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La virtud y el defecto de Garbage es haberse mantenido fiel a su estilo.

Durante las horas previas a la noche del jueves, tenía cierta lógica que la gran noticia fuera la suspensión del show de Kasabian, la banda destinada a cerrar la primera de las noches del Pepsi Music: no es tan común que una banda baje a América del Sur en su mejor momento y sí es más habitual que los grupos vean a la región como un buen lugar a tener en cuenta para sus giras de reunión o para visitar una vez afianzadas sus carreras. Ya consumado el desaire para los fans (la producción intentó reprogramar su presentación para el domingo, pero luego lo terminó cancelando por problemas de salud de uno de los integrantes de la banda), sólo restaba preguntarse si entre Garbage, Gossip, Best Coast, The Maccabees y la variada grilla nacional (Richard Coleman, Deborah de Corral y Utopians) iban a poder remontar la fecha. Shirley Manson, la cantante de Garbage, se plantó frente a la ausencia con una alta dosis de sarcasmo: “Lamentamos que no haya podido estar Kasabian, pero la buena noticia para nuestros fans es que gracias a eso vamos a tocar más tiempo”.

Lo cierto es que el peso histórico de Garbage se ganó ese lugar, con casi 18 millones de discos vendidos, una veintena de hits y una propuesta musical atractiva que mezcla rock alternativo, pop e industrial con la voz de Manson, a veces dulce e ingenua, y otras fuerte y dominante. Pero claro, desde 1994 pasaron algunos años, y el tiempo puede ser un poco cruel con las canciones y estilos que marcaron una época. Aun con algunas variaciones en el tempo, en los arreglos y en las melodías, las canciones más antiguas de la banda de Wisconsin suenan tal como sonaron en los ’90, y aquello que antes fue novedoso hoy ya no sorprende ni combina con la actualidad. Su virtud –y su defecto, también– será haberse mantenido fiel a su estilo.

Pero finalmente Garbage tocó, y reforzó aquello que ya se conocía del cuarteto, con un sonido más crudo y potente, pero lo suficientemente pop como para que lo disfruten quienes no lo conocían. En el escenario es una banda con sus instrumentos y nada más: además de prescindir de las pantallas que el resto de los grupos utilizaron, todos los amplificadores, retornos y demás implementos que completan cualquier puesta en escena básica estuvieron ausentes, lo que genera una sensación de minimalismo, pero también el interrogante de qué es lo que está siendo ejecutado ahí mismo, y qué es lo que viene pregrabado. Sea como fuere, la banda que completan Butch Vig en batería (el más aplaudido detrás de Manson), Steve Marker y Duke Erikson (guitarras, programaciones y teclados) y el bajista Eric Avery se destaca por su trabajo en conjunto, que logra generar las texturas sonoras sobre las que se apoyan la voz y la imagen (enormes) de Shirley. No parece ser casual que tanto Vig como Marker y Erikson sean productores y no sólo músicos: ellos actúan desde atrás, y saben pasar inadvertidos para el oyente casual.

A lo largo de veinte canciones y noventa minutos de show, Garbage repasó cada uno de sus álbumes por igual y logró que su primera visita a la Argentina fuera eso que los fans esperaban. “Supervixen”, “I Think I’m Paranoid” y “Shut your Mouth” marcaron el paso, que luego alternó entre el salto rockero y el baile de “Why Do you Love me?”, “Blood for Poppies”, “Stupid Girl”, “Cherry Lips” y “Only Happy When it Rains”. De visible buen humor, la banda sacaba fotos y filmaba al público mientras Manson hablaba, contaba anécdotas sobre su infancia en Escocia (oportunidad en que oyó por primera vez sobre el país, gracias a “Don’t Cry for me Argentina”), corría y hacía flexiones de brazos en pleno escenario. Gracias a la ausencia del número principal, Garbage pudo dar el show que merecía y que su público seguramente esperó.

Más temprano, Gossip había hecho saltar y bailar a las 15 mil personas que se habían acercado hasta Costanera Sur, un poco adormecidas por la presentación previa de Best Coast. Con una puesta casi nula y gracias a la onda y actitud de Beth Ditto, su cantante y show-woman, es probable que Gossip haya dejado de ser conocida (al menos para los presentes) sólo como la banda de la cantante gordita, para empezar a tener nombre propio. Con simpatía y humor (“hoy vamos a tocar todos covers de Kasabian” y “siempre dije que éste era el mejor público del mundo, ¿o digo eso en todos lados?”), canciones pegadizas y una banda ajustadísima, Gossip se ganó a propios y ajenos, con guiños al pop, al dance y al rock, y aprovecharon para levantar la multicolor bandera de la igualdad.

Apenas empezada la tarde y con el sol todavía presente, Utopians aprovechó al máximo sus 20 minutos para seguir demostrando por qué es una de las bandas nacionales con más futuro. El escenario principal no le quedó chico, y con sólo un puñado de canciones dejaron en claro que el rock de guitarras todavía tiene buenas canciones para dar. Eso mismo parece sostener Richard Coleman, que al frente de su Siberia Country Club se ofreció a un público que parecía no conocerlo, pero que le prestó su atención y sus oídos. Los golpes de efecto llegaron al final, con la interpretación de “Dios nos libre” (coescrita con Gustavo Cerati) y “Héroes”, de David Bowie, con Walas de Massacre como invitado. El festival continuará hoy con una fecha nacional encabezada por Las Pelotas, Catupecu Machu y Los Cafres; mañana tocarán Evanescence, The Drums y Carajo; y el lunes cerrarán los británicos Suede en el Teatro Vorterix.

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