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Martes, 20 de noviembre de 2012
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Recital de Slash en el Estadio Malvinas Argentinas

El karma de un guitar hero sin banda

El ex Guns presentó Apocalyptic Love junto a su nueva formación, con la que busca recuperar la identidad colectiva perdida.

Por Mario Yannoulas
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Slash junto al cantante Myles Kennedy, que suena a un Axl descafeinado, pero con buena técnica.

Los años pasan de a décadas y el mismo fantasma aparece cada vez que Slash entra en escena: la separación de los Guns N’Roses originales sigue siendo un episodio traumático. Mírenlo si no a Myles Kennedy cantar “Rocket Queen”, blandiendo una bandera argentina y apoyado en la pulcritud de su técnica vocal para llegar bien alto, tan alto como el innombrable del sábado por la noche. Es que desde que el guitarrista de la galera se apartó del costado de Axl Rose se sumergió en una dispersión soporífera hasta tocar la intrascendencia artística –sin perder su lugar de estampita como héroe del rock–, entre el recuerdo y el dolor de ya no ser. Desde Slash’s Snakepit, condenada a ser una banda de pub, hasta el intento de resurrección masiva con Velvet Revolver, aquel rejunte con ínfulas de “supergrupo” que lo devolvió a la MTV pero se quedó sin pólvora antes de lo previsto, por ser limitado en lo musical y en lo humano.

Slash llegó nuevamente a la Argentina a un año y medio de su última visita, esta vez para presentar Apocalyptic Love, segundo disco de estudio de su nueva etapa solista y el primero con esta formación, que busca saldar la carencia de identidad colectiva que lo persigue como un karma y que en su trabajo anterior había intentado paliar con una manada de cantantes célebres invitados. Léase bien: poco sentido tendría discutir las condiciones de alguien que a fuerza de magia intuitiva supo surfear entre el rock y el pop hasta consagrarse como guitar hero a nivel mundial, pero la identidad que le sobra como intérprete es la que le falta al querer plasmar su garbo rockero en un grupo con canciones propias y un sonido personal.

Durante todos estos años no supo juntarse con la gente correcta y entró en guerras de egos con los cantantes de renombre que lo supieron acompañar. El concierto del sábado en el Malvinas Argentinas fue una buena muestra del nuevo intento por superar esa limitación, y aun cuando el resultado sigue siendo incierto –Slash featuring Myles Kennedy & The Conspirators suena a demasiados detalles para definir a una simple banda de rock and roll–, ésta parece ser su propuesta más seria desde que se separó de Axl Rose.

La llegada de Kennedy como cantante es parte del punto. Su capacidad técnica y registro alto se acoplan bien a la estridencia melódica de la guitarra, pero además su interpretación vocal está a la altura de los clásicos de los Guns. Cuando canta esas canciones (“Nightrain”, “Rocket Queen”, “Sweet Child O Mine”), Kennedy suena a un Axl descafeinado. Pero lo hace muy bien, igual que el resto de la banda, cuyo profesionalismo y calidad interpretativa aportaron un salto de calidad para sacar adelante versiones más que digeribles de canciones inmortales.

Con los clásicos salvajes de Appetite For Destruction como zanahorias para mantener alta la atención –bien el bajista Kerns en la voz de la acelerada “You’re Crazy”–, el set se centró en la nueva labor solista de Slash. Desde la apertura con “Halo”, la oscuridad de “Ghost” –cuya versión original canta Ian Astbury, de The Cult–, algo de lo mejor de Apocalyptic Love con “Anastasia”, el llamado a la improvisación rockera en el medio de “Nothing To Say” –estuvo a años luz de aquel deslucido guitarrista que se arrastraba en Velvet Revolver–, hasta baladas de corte ochentoso como “Not For Me” y “Starlight”. Aunque con trucos algo gastados, que abundan entre las páginas del hard rock, el grupo generó su propio clima à la “El Mundo según Wayne” y empezó a transpirar con estilo.

Un número más que interesante había calentado el ambiente. Fue Black Label Society, la banda del inimitable Zakk Wylde, contracara exacta de Slash en cuanto a construcción de identidad grupal. Hace no mucho el mismísimo Ozzy Osbourne, quien lo tuviera como mano derecha durante veinte años, lo despidió al considerar que sus nuevas producciones se parecían cada vez más al sonido de BLS, que suena a sí misma aún con cambios de integrantes: “Suicide Messiah” es quizá la canción que mejor sintetice ese sonido, a medio camino entre Alice In Chains y el rock sureño, con la potencia guitarrera como puente. La sorpresa estaba casi anunciada, y Wylde fue invitado a compartir una zapada blusera abundante en pentatónicas, que trajo recuerdos de aquella recordada versión conjunta de “Voodoo Child” para el 100O aniversario de las guitarras Gibson, y que seguramente sea hit en YouTube.

Para el final hubo una cita a Velvet Revolver con “Slither”, más dos bises con “Welcome To The Jungle” y “Paradise City”. Volaron miles de papelitos a ambos costados del escenario y la gente que colmó el Malvinas se sintió embriagada. La maciza performance de los músicos y un Slash en forma terminaron por cerrar un buen espectáculo, aunque la identidad grupal todavía esté en proceso de maduración. El tiempo dirá si este icono del rock puede volver a hacer historia o está condenado a recrearla, con mayor o menor éxito.

7 - SLASH FEATURING MYLES KENNEDY & THE CONSPIRATORS

Músicos: Slash (guitarra), Myles Kennedy (voz), Todd Kerns (bajo), Brent Fitz (batería) y Frank Sidoris (guitarra).

Lugar: Estadio Malvinas Argentinas, sábado 17 de noviembre.

Público: 6000 personas.

Duración: 120 minutos.

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