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Viernes, 30 de noviembre de 2012
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EN EL LUNA PARK, UN HOMENAJE POR EL CENTENARIO DE HUGO DEL CARRIL

El cantor que puso el cuerpo

La Orquesta de Buenos Aires, Raúl Lavié, Alberto Podestá, Néstor Fabián, Alberto Bianco y Hugo Marcel son sólo algunos de los músicos que participarán del encuentro, precedido por el descubrimiento de una estatua en la esquina de Corrientes y Madero.

Por Cristian Vitale
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Hugo del Carril junto a Perón, una pasión política que luego le valió la censura y la cárcel.

Hugo del Carril no llegó hasta hoy. No alcanzó a cumplir los cien años que una gran mesa estaría festejando en plena primavera peronista, pero los 77 que vivió fueron bien intensos. Fue actor, locutor de radio y cantor de tangos. Fue cineasta, obrero fabril y militante. Fue carismático. Besó a Evita en La cabalgata del circo y conoció a Juan Perón cuando aún era ministro de Guerra. Fue la “voz oficial” de la marcha y dirigió una de las películas más fuertes y profundas de la historia del cine argentino: Las aguas bajan turbias. Fue perseguido, encarcelado y festejado. Fue intrínseca e inmensamente popular. Fue un grande de verdad y, como tal, será homenajeado esta noche con una gran fiesta en el Luna Park cuando, a partir de las 19, la esquina de Corrientes y Madero reciba a la Orquesta de la Ciudad de Buenos Aires, el Sexteto Galván, su hijo Hugo, Raúl Lavié, Alberto Podestá, Néstor Fabián, Alberto Bianco, Hugo Marcel, Néstor Rolán, Daniel Cortéz, Chiqui Pereyra, Daniel Oliveira, el grupo de guitarras Las Bordonas y Manuel Núñez, unidos para recordar su legado. “Hugo es un símbolo cultural muy importante, tanto para los cantantes de tango, para los amantes de cine, para nosotros, como para el pueblo cultural... en fin, un símbolo muy fuerte para una gran generación de argentinos”, introduce Raúl Lavié palpitando el encuentro que se podrá ver en vivo a través del sitio www.wzlargentina.com.

“De chiquito no me daba cuenta el porqué del cariño que él recibía a cada instante en la calle, en el colegio, en un café o donde fuese”, recuerda Del Carril hijo. “Con los años me di cuenta de que no solo lo admiraban y querían por ser un buen cantor o actor o director de cine, sino porque en su vida privada se comportó de una manera coherente con sus pensamientos, su hombría de bien y su línea de conducta. Su lealtad y compromiso con lo que creía lo llevaron a ser admirado y respetado por propios y ajenos, por sus pares en la vida artística y también por sus adversarios en política.” El evento, que fue precedido por el descubrimiento de una estatua del artista Fernando Pugliese en Corrientes y Madero, contará con la actuación de bailarines, la conducción de Silvio Soldán y la presencia, entre otras figuras de la cultura, de Jairo y Juan Darthés. “Tanto él como yo éramos peronistas y, excepto porque él era de Racing y yo de Boca, teníamos mucho en común”, se ríe Néstor Fabián, que también le pondrá voz al convite. “A ambos nos tocó sufrir mucho en la dictadura. Mi madre adoptiva estaba en una Unidad Básica de Avellaneda cuando vinieron las botas, y a mi familia le tocó muy de cerca el período militar. Para Hugo fue igual, quedó desempleado, nadie quería darle trabajo y además fue preso. Cuando me convocaron me sentí muy feliz, porque voy a cantar ‘Tiempos viejos’, una creación suya”, sostiene el cantor que compartió ruta con Del Carril acompañando a Mariano Mores.

Hugo Marcel, otro de los partícipes, también pasó tiempos duros junto a Del Carril. Recuerda prohibiciones “por compartir la misma pasión”, también haber regresado con Perón (“él en el primer viaje, yo en el último”, evoca) y una rémora que los mantuvo alejados por un tiempo. “Era la campaña electoral de marzo de 1972. Yo organizaba el carnaval en vísperas de elecciones en Nueva Chicago, un club peronista que estaba en una zona peronista... bueno, en esa época todo el país era peronista (risas). En los festejos iban a estar Leonardo Favio y otros artistas de nuestra tendencia, entonces yo hablé con Lorenzo Miguel, secretario general del la UOM, y le comenté que me gustaría que Hugo encabezara, ya que era la figura más representativa. Me dijo ‘poné tranquilo el nombre en el afiche’. Hice el afiche, puse avisos en diarios, y un domingo a la noche, en el programa El tango del millón de Canal 11, Hugo pidió un segundo para denunciar que había gente que estaba usando su nombre sin autorización. Yo vivía a quince cuadras del canal, así que agarré el auto y fui, pero no llegué a tiempo. Lo encontré en la puerta y lo encaré: ‘No se lo voy a perdonar’, le dije, y entonces hice el descargo en otro medio, expliqué que el error lo había cometido Lorenzo Miguel y que era un pecado que no se hubiera informado antes de hablar. En ese momento quedó una relación horrible, hasta que llegaron las elecciones, ganó Perón y estando los dos en el Hotel Plaza antes de que el General asumiera, vi que Hugo caminó hacia mí... pensé que me iba a dar un bastonazo y, en el medio de ese silencio, se acercó y me dijo: ‘¿Hasta cuando vamos a estar enojados, tocayo? Dame un abrazo, compañero’.”

Manuel Núñez, que también será parte, es el único guitarrista vivo entre los cinco que acompañaron a Del Carril. Fue quien reemplazó a Roberto Puccio, que falleció mientras formaba parte del grupo del cantor, y se quedó con él durante 30 años. “Lo recuerdo como una excelente persona, muy cariñoso con los compañeros y querido por todo el mundo. Tocamos juntos 30 años pero, además, tuvimos un criadero de nutrias en Chascomús. Hugo me pasaba a buscar los viernes y nos íbamos a actuar a Capital el fin de semana. Allí estuvimos seis meses y luego trasladamos el criadero a Tigre, por idea suya, que decía que allí podríamos criar más animales. En Tigre estuvimos tres años más, hasta que las inundaciones terminaron con nuestro emprendimiento”, evoca, y reengancha Lavié: “Cuando falleció Gardel se buscaba un personaje que estuviera a su altura y ese lugar lo ocupó Del Carril, que era muy pintón y tenía muy buena voz. Fue una persona que se jugó por sus ideales, abrazó la causa del peronismo en un momento en que no era tan fácil. El se jugó todo por eso y por ello no le fue bien. Estuvo prohibido y luego no se le permitió continuar con su carrera tan fácilmente, tuvo muchas trabas. Fue un luchador y por ello merece el mayor de los respetos. Un gran director de cine, además, que reflejaba la realidad social en sus películas y eso fue importante para todos los que amamos la verdad y la justicia. Supo demostrar y plasmar con su vocación esa verdad y justicia que queríamos ver”, finaliza el negro Lavié, como si estuviese expresando, en una sola voz, la de todos.

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