鈥淕roove鈥 es la palabra que eligieron los m煤sicos, primero de jazz y despu茅s del funk, para describir la sensaci贸n que desencadena el baile. As铆 que, por esa misma condici贸n et茅rea, sus rasgos no distan de los del amor: salva, confronta, amarga, histeriquea, divierte y conforta. No obstante, lo m谩s sorpresivo en la relaci贸n que se plantea entre ambos es el componente seminal que los a煤na, ese latigazo que impulsa a una aventura de la que nunca se sale ileso. Al menos 茅se era el plan para la noche del viernes, cuando Jamiroquai pisara por tercera vez un escenario porte帽o. Pero result贸 m谩s bien un espect谩culo tibio, con algunos momentos en los que la bola de cristal de esa gran discoteca al aire libre en la que pretendi贸 convertirse la cancha de Ferro consigui贸 deslumbrar a una audiencia festivamente p谩lida. Quiz谩 se debi贸 al calor fatigante o tambi茅n a la previsibilidad de la agrupaci贸n brit谩nica liderada por el cantante Jay Kay, cuyo espect谩culo no lleg贸 a pasar inadvertido gracias a esos cl谩sicos que todav铆a, luego de dos d茅cadas, sacuden a la FM.
La vuelta de 鈥淵amiro鈥 al pa铆s no se produjo bajo ning煤n pretexto en particular, salvo los de no desatender a una audiencia a la que los londinenses reconocen entre sus favoritas y de entrar en el fogueo del recital, antes de develar su octava producci贸n, que se supone estar谩 en la calle, a m谩s tardar, en 2014. Adem谩s, la performance sirvi贸 para tantear las nuevas versiones de temas fundamentales en su obra como 鈥淐anned Heat鈥, un tono por debajo de su poderosa cadencia original, o de 鈥淟ove Foolosophy鈥, que comenz贸 a manera de bolero para luego evolucionar hacia el br铆o discotequero. A lo largo de dos horas, el combo de funk y acid jazz no se hizo problema y centr贸 su repertorio en los 谩lbumes Travelling Without Moving (1996) y A Funk Odyssey (2001, obviando la celebraci贸n de las dos d茅cadas de su debut, Emergency on Planet Earth, a consumarse en mayo, del que se conform贸 con rescatar la canci贸n 鈥淩evolution 1993鈥.
A pesar del recordatorio del verano acerca de su vigencia, ver a Jay Kay vistiendo un poncho, al que le siguieron sendos buzos deportivos, acompa帽ados por un sombrero verde de ala ancha que no se levant贸 ni para secarse el sudor de la frente, elevaba la sofocaci贸n. Lo que podr铆a haber amilanado con esa combinaci贸n de pasos, al mejor estilo del Michael Jackson m谩s fren茅tico, de la que dispuso t铆midamente. Aunque no por ello las 15 mil personas que asistieron dejaron de hacerle el aguante a la voz l铆der, al igual que a la implacable banda que lindando la medianoche regres贸 al escenario para despedirse con 鈥淲hite Knuckle Ride鈥.
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