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Nada será igual desde que Charly García finalmente arribe al Colón para plasmar su propuesta sinfónica. Ni para el músico ni para el teatro, pues indudablemente ambos se resignificarán a partir del lunes 23 de septiembre, cuando se produzca la primera de las cuatro funciones programadas (habrá otra el 30 y dos más en días a confirmar de febrero). A la mítica sala le servirá este evento para recomponer algunos lazos perdidos con la cultura popular luego de años de carteleras excluyentes, entradas astronómicas y un conflicto gremial que supo poner en peligro el patrimonio histórico del lugar, mientras que García tendrá la oportunidad de imprimirle aires de refresco a una carrera que, luego del duro trance de la rehabilitación, sólo redundó en la celebración de una obra extraordinaria pero ya pasada.
“La idea es un poco revolucionaria y se me ocurrió cuando tenía tres o cuatro años de vida”, explica Charly, buscando el origen de un proyecto que siempre deambuló por su cabeza. “En ese entonces me habían regalado una citarina, un instrumento triangular que me llamó mucho la atención no sólo por su sonido, sino también porque sus cuerdas se parecían a las rejas de una cárcel.” La otra extraña influencia fue Yoko Ono: “Cuando vino a Argentina le conté lo que quería hacer y me animó a concretarlo dándome muy buenos consejos”.
El círculo se cerró con el maestro Alejandro Terán, quien lo acompañó en una disciplina semanal de boceteo que luego pasó a la fase de escritura de pentagrama en función de los instrumentos que finalmente intervendrán en la ejecución de la obra. La elección del Colón no fue más que una obviedad necesaria: “Es el único lugar donde puedo hacer algo como esto, ya que es una puesta que involucra no sólo a la música sino también a la artística, la matemática, una serie de leyes de la acústica y un largo etcétera”. Sus recuerdos del teatro suenan a El lago de los cisnes, la primera obra que vio en la sala. “Ahí me percaté de la especialísima acústica que tiene el lugar. En medio del instrumento y del espectador hay un montón de factores que hacen que lo que se escucha no es exactamente igual a lo que toca el músico”, detalla.
El espectáculo se llamará Líneas paralelas y, según su autor, “no es una ópera, sino una suite”. Es decir: “Una forma musical que consiste en muchos temas pequeños que conforman algo más grande, con un subtexto conductor. En este caso, vamos a ir de mayor a menor hasta alcanzar la nota madre de todo esto. Hay códigos por descifrar y es una gran metáfora sobre la vida”. Tal como ya lo había anticipado meses atrás, Charly compuso esta obra prescindiendo de la tercera, que es la nota que permite identificar si el acorde es mayor o menor, logrando una tensión sonora que ya la había experimentado 31 años atrás en Yendo de la cama al living, su primer disco solista. Habrá en escena más de 70 artistas, entre los nueve músicos de su grupo habitual, los 52 miembros de la orquesta dirigida por Terán, cuatro coreutas e invitados . El vestuario y la escenografía estarán a cargo de Renata Schussheim, quien ya trabajó en otras puestas legendarias de García. La obra se dividirá en dos actos y tendrá dos horas de duración.
“La idea es integrar instrumentos disímiles como el bandoneón, la tuba, la guitarra eléctrica y la cítara, buscándole a cada instrumento su lugar y logrando que suenen diferentes”, apunta Charly. “Mis composiciones siempre tuvieron vinculación con la música clásica, el jazz, el tango y el rock, pero esta vez quiero romper con esas estructuras y generar algo nuevo. Tengo la expectativa de que el teatro reciba música de calidad, que junte generaciones y que sirva para reavivar la inquietud de los más chicos por aprender música y por leer partitura, que no es tan difícil.”
García no perdió la oportunidad para hablar de sus colegas y de la escena, recordando el paso de Gustavo Cerati por el Colón (con aquellos 11 episodios sinfónicos grabados en 2001) y renegando de la expresión de “rock nacional”, pues ésta le suena a “nacional-socialista”. En todo caso, prefiere hablar de música argentina, de la cual está esperando “algún mensaje nuevo”. Asegura que hay cosas que le seducen, aunque cree que “el artista sigue demasiado a su público, corea con la gente y no propone tanto”. ¿Sueños? Varios. Uno de ellos es hacer música debajo del agua. Otro, por ejemplo, es tener sueño. Y no se trata de una tautología: “Después de haber trabajado todo lo que vengo trabajando, mi sueño es tener sueño. Es decir: poder dormir y descansar”.
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