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Jueves, 15 de agosto de 2013
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Concierto La estrella azul, en La Banda, Santiago del Estero

De los santiagueños para todo el país

Coordinada por Lito Vitale en el marco del plan nacional Igualdad Cultural, la cita contó con la participación de músicos y bailarines de distintas generaciones y estéticas. Fue el inicio de una semana de festejos para recordar a la abuela María Luisa Carabajal.

Por Sergio Sánchez
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Peteco le puso la firma a mucho de lo que se cantó.

Desde La Banda

El barrio Los Lagos, ubicado en la ciudad de La Banda, se convirtió el martes en un inmenso patio. Es que el concierto La estrella azul, que inauguró la tradicional Fiesta de la Abuela Carabajal, fue una fotografía de lo que significa el folklore para los santiagueños. Para ellos es sinónimo de reconocimiento cultural, de identidad, de encuentro, de hermandad y de sensibilidad. En gran parte, todo eso se vio reflejado en el concierto coordinado y dirigido por Lito Vitale y protagonizado por un arco musical amplio y diverso. Durante casi dos horas, por el escenario pasaron músicos y bailarines de diferentes generaciones y estéticas: Abel Pintos, Soledad, Teresa Parodi, Raly Barrionuevo, Patricia Sosa, Hilda Lizarazu, Verónica Condomí, Marián Farías Gómez, Emme (Mariela Vitale), Juan Saavedra, Koki y Pajarín Saavedra y Maximiliano Guerra fueron algunos. “Estas fiestas populares unen a los pueblos y a las familias”, dijo desde el escenario Patricia Sosa y pareció sintetizar el espíritu del recital, enmarcado en el plan nacional Igualdad Cultural, impulsado por el Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, y la Secretaría de Cultura de la Nación. Hoy a las 22.30 será transmitido por la TV Pública.

Pese al intenso frío que azotó la provincia, miles de familias y jóvenes dijeron presente y acompañaron con baile, aplausos, risas y algún que otro grito –sobre todo cuando Abel Pintos subió al escenario–. En los márgenes del predio La Algodonera, donde se realizó el concierto, funcionaba una pequeña feria donde se podía comprar desde empanadas fritas hasta bombos. Se dice que los mejores bombos legüeros se consiguen en La Banda. “Queremos rendirle un homenaje a Eduardo Falú, quien estará para siempre entre nosotros con su creatividad y su música”, dedicó Peteco Carabajal antes de abrir la jornada con “Memorial de los patios”, una canción que retrata la espontaneidad de las peñas. De hecho, esta gran juntada tuvo como eje conceptual el encuentro y la solidaridad. Ninguno de los músicos tuvo más espacio que otro, sino que reinó un clima de horizontalidad y compañerismo. Estructurado de manera minuciosa y ordenada –es decir, con el sello Lito Vitale–, cada cantante interpretó una canción sin excepción, acompañado por una banda estable integrada por músicos de la familia Carabajal, entre ellos, claro, Peteco. No hubo lugar para el “otra, otra”. Aunque sí hubo un bis fuera de programa.

El frío no fue un impedimento para rasguear una chacarera. No hubo lugar para que se congelen las manos. Es que la lista de canciones, en su mayoría compuestas por Peteco, estuvo repleta de clásicos del folklore santiagueño. Entre las más ovacionadas, “Desde el puente carretero” en la voz de Soledad –que cada vez revolea menos el poncho–, “La estrella azul” a cargo de Abel Pintos, “Dejame que me vaya” por los locales Cuti y Roberto Carabajal, “Zamba para un bohemio y guitarrero” por Raly Barrionuevo y la bella interpretación que hizo Marián Farías Gómez de “Mi abuela bailó la zamba”. Las que sorprendieron fueron las particulares versiones de “Como pájaros en el aire” y “Vuelo enamorado”, a cargo de Patricia Sosa e Hilda Lizarazu, respectivamente. Fue divertido ver a Lizarazu yendo al borde del escenario y arengando al público, como si se tratara de un concierto de rock. Otro de los puntos altos y de las rarezas (emotivas) de la noche fue la combinación de los bailarines santiagueños Juan Saavedra, Koki y Pajarín Saavedra junto a Maximiliano Guerra, durante la canción “Bailarín de los montes”, en la voz de Roxana Carabajal. La frescura, en tanto, estuvo presente con los hijos de la MPA (Emme, Homero Carabajal, Micaela Farías Gómez, Lucina Ferraris, Jerónimo Izarrualde), quienes abrazaron la canción “Digo la mazamorra”. Fue apenas el inicio de una semana de festejos para homenajear a la recordada abuela Doña María Luisa Carabajal.

Debajo del escenario, Abel Pintos habló con Página/12 y destacó, entre otras cosas, la horizontalidad del recital. “Me copa ponerme en el papel de un instrumento dentro de un espectáculo y saber que no voy a subir al escenario a tocar un concierto mío. Es un honor tocar con artistas que admiro mucho y que son parte de la historia de la música argentina, como Lito Vitale, Peteco y todos los Carabajal. Ser parte de algo emocionalmente tan significativo para una familia musical que quiero y admiro va mucho más allá de la música.”

Para Pintos, quien conjuga el folklore de raíz con sonoridades modernas, tocar en la cocina de la chacarera es “paradójico”. “Por un lado, es un lugar de los más tradicionalistas de Argentina, por ser cuna de grandes músicos tradicionalistas y representar un acervo cultural muy importante en el país; pero, por otro lado, estoy en el escenario con músicos que son vanguardistas si los hay. Peteco, cuando tenía mi edad, hacía una interpretación de la música completamente vanguardista para aquel entonces. Hoy, 25 o 30 años después, ya es parte de la tradición. Lito Vitale, por su parte, es un músico completamente ecléctico que ha tocado todos los estilos del mundo. Con el paso del tiempo, la tradición y la vanguardia van entendiendo que son complementarias y no opuestas. La globalización, si tiene algunos aspectos positivos, uno de ellos es que logró que la música se universalice. Por suerte, nos permitimos crecer y evolucionar sin miedo. Sin embargo, hay que valorar la tradición, reconocerla y darle el lugar que merece. No se crece desde el aire, sino desde las raíces.”

Por su parte, Hilda Lizarazu también resaltó el “respeto” y la convivencia que hay hoy entre los géneros. “Yo soy totalmente del palo del rock”, le dice a este diario. “Me siento de otra tribu. Pero como la música es tan abierta y generosa, nos podemos unir en la universalidad de una buena melodía y una enorme poesía como la obra de Peteco y los Carabajal. No soy una estudiosa del género, pero puedo disfrutar de cantar una chacarera y lo hago con la actitud del rock. Antes estaba todo más sectorizado, pero hoy se están uniendo los géneros. Si bien los colores son diferentes, hablamos el mismo idioma.” Esta vez, es obra de Lito Vitale: “Es un tipo que todo el tiempo está creando conceptos y uniones que sólo él puede hacer”.

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