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Viernes, 11 de octubre de 2013
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LA ORQUESTA DE LAHTI ACTUARA EN EL TEATRO COLON

Sibelius, por especialistas

Como parte del ciclo del Mozarteum, la agrupación dirigida por Okko Kamu interpretará la emblemática Sinfonía Nº 5 del célebre compositor finlandés. El programa se completa con obras de Schumann, Bruch y Beethoven.

Por Diego Fischerman
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Kamu, director principal de la Orquesta de Lahti desde 2011.

El musicólogo Cecil Gray, uno de los biógrafos y exegetas –por no decir fans– de Jan Sibelius, decía de sus sinfonías que se asemejaban a “un tipo de estrella que los físicos y astrónomos llaman Enana blanca, cuya sustancia es tan densa y compacta que un pedazo del tamaño de una moneda puede pesar varias toneladas”. Gerald Abraham lo citaba a su manera y para, de paso, fustigar a Gustav Mahler –a quien se ve que no le gustaba demasiado– dice de su música que se encuentra en el polo opuesto de la del finlandés y concluye: “Si las sinfonías de Sibelius son pequeñas pero con una densidad extrema, las de Mahler son como Júpiter, inmenso pero con una densidad apenas mayor que la del agua”.

Lo cierto es que Sibelius y Mahler se encontraron, en noviembre de 1907, en Helsingfors (el nombre sueco que entonces tenía Helsinki). Hablaron, claro, sobre sinfonías. O, más bien, acerca de La Sinfonía. “Cuando nuestra conversación tocó el punto de la esencia de la sinfonía –escribió Karl Ekman, otro de sus biógrafos, transcribiendo lo que le contó Sibelius–, yo dije que admiraba su severidad y estilo y la lógica profunda que creaba una conexión interna entre los motivos. Esta es la experiencia a la que yo había llegado componiendo. La opinión de Mahler era justo la contraria: ‘No, la sinfonía debe ser como un mundo, debe abarcarlo todo’”. Podría pensarse, en todo caso, que si el programa de Mahler es expansivo, el de Sibelius tiene que ver con la contracción. El cuerpo de sus siete sinfonías, al que deben agregarse sus poemas sinfónicos, es de una contundencia abrumadora. Pocos discursos musicales del siglo XX tienen tal grado de homogeneidad. Y, dentro de ese conjunto, la Sinfonía Nº 5, escrita en 1914 con cuatro movimientos y luego corregida (entre otras cosas con la unión de dos de ellos) en 1915 y 1919 –la versión que se toca actualmente– ocupa un lugar central. Muy poco programada en la Argentina, esta composición será interpretada hoy a la noche, en el Teatro Colón y como parte del ciclo del Mozarteum. Y la orquesta será ni más ni menos que la que, a fines de la década de 1990, grabó las versiones que hoy constituyen la referencia obligada: la de Lahti.

“En el mundo anglosajón el reconocimiento de Sibelius fue inmediato”, dice Okko Kamu, director principal de esta orquesta desde 2011. “En cambio, en los países latinos no se lo entendió. En un mundo donde la vanguardia era obligatoria, la música de Sibelius, que no la hacía aparente, era rechazada por conservadora. La verdad es que hay pocas músicas más audaces, por debajo de la cáscara, y más sorprendentes e imprevisibles, que las de Sibelius.” Kamu, por un lado, dice que “la de Lahti es una orquesta que no sólo puede hacer Sibelius” y se muestra orgulloso de poder mostrar un repertorio amplio. Por otro, confiesa que los programas obedecen a negociaciones con aquellos que los contratan y que “piensan que si no hay música de Beethoven no venderán entradas”. El programa de hoy se completa con la Obertura “Manfredo”, Op. 115, de Robert Schumann y, con la actuación de la violinista Elina Vähälä, el Concierto para violín y orquesta Nº 1 en Sol Menor, Op. 26, de Max Bruch. Mañana, en su segunda presentación, la orquesta interpretará, de Sibelius, la Cassazione, Op. 6 y, con Vähälä como solista, el Concierto para violín y orquesta en Re Menor, Op. 47, además de la Sinfonía Nº 4 en Si bemol Mayor, Op. 60, de Ludwig van Beethoven.

Kamu, que tiene una relación casi corporal con la música que escucha –y hasta con las partituras, eligiendo, cuando se trata de música contemporánea, trabajar con los propios manuscritos de los compositores antes que con ediciones comerciales–, no siente que conoce una música hasta que no la ha dirigido y opina que “cuanto más se conoce una obra más se la quiere y se la valora”. Además de sus numerosas grabaciones del repertorio central del sinfonismo europeo –y, claro, de Sibelius– con orquestas alemanas, suecas y finlandesas, el director ha registrado, para Naxos, las sinfonías de Franz Berwald y, por otra parte, toda la obra sinfónica de Aulis Sallinen. “Hay grandes compositores en Finlandia”, dice. “En general allí la cultura tiene un gran respaldo. Y hay autores de la generación intermedia, como Magnus Lindberg, que son realmente muy talentosos, pero también hay muchos muy jóvenes, que están haciendo muy buena música.”

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